‘33 to Nothing’ en el teatro A Red Orchid

 
Amanda Raquel Martinez, Jeff Kurysz, Annie Prichar en 33 to Nothing

 

La obra 33 to Nothing de Grant Varjas toma lugar durante el palomazo que ofrece una banda de rock de Chicago. El escenario es una réplica detallada de un estudio, lleno de amplificadores, instrumentos, pósters de eventos musicales de distintos géneros y épocas, como Abbath, FIDLAR, My Life with the Thrill Kill Kult, The Replacements, entre otros. El teatro es pequeño, pero acogedor, lo cual se presta para reproducir la intimidad de un toquín en un garaje o quizá un almacén. El aspecto técnico, aunque sencillo, está muy bien logrado. Las luces y el sonido son manejados eficazmente, lo mismo se puede decir de la escenografía y el vestuario en general.

La trama es establecida por medio de canciones y las interacciones de los cinco integrantes entre cada composición. Las canciones narran parte de la historia, pero la experiencia de la obra semeja más a un concierto que a un musical en términos teatrales tradicionales. Los temas y problemas que la obra plantean son típicos de adolescentes estadounidenses, pero los personajes están sufriendo la realidad de sus treintas. El drama de la obra se desenvuelve con las relaciones interpersonales de los músicos; todos son miembros de la comunidad LGBTQ, mas esta inclusividad ni le quita ni le da profundidad a los personajes, ya que los problemas presentados son demasiado generales, comunes, y universales. La cuestión de la sexualidad es irrelevante ya que la amistad, el amor, la desilusión, el arte son conceptos abstractos que afectan a loshumanos sin importar el género o las preferencias sexuales. Se siente un poco forzado el crear una obra enteramente LGBTQ por el simple hecho de hacerlo y con la intención de complacer a esta comunidad, sin tocar los problemas que ésta sufre. Hay una latina y un afroamericano en la obra, nunca se tocan las luchas individuales de estas comunidades. El elenco entero se pinta con brochas gorda como “gay” empleando esa etiqueta para hacer chistes que frecuentemente son basados en estereotipos. Sin embargo, la obra igual pudo haber sido enteramente femenina, masculina, heterosexual o mixta sin dar mención alguna de las preferencias sexuales con el mismo resultado.

El elenco mantiene un buen ritmo durante la obra —¡no solo musicalmente!— y la buena química es evidente. Las interacciones entre ellos como un grupo musical que trata de realizar sus sueños se ven y se sienten orgánicas. En sí, la obra intenta presentar la lucha entre el amor al arte y la libertad de la juventud contra las realidades de la madurez. El trabajo, las responsabilidades de pareja, la preparación para el porvenir y comprar una casa en los suburbios; estos son los retos de primer mundo ante los que se enfrenta el grupo. 33 to Nothing es una oda a los sueños fracasados y la realidad de que el arte no paga. La obra definitivamente cumple la función de entretenimiento, es cómica, los personajes son simpáticos. Desafortunadamente cae en un patrón que plaga todos los medios hoy en día: la descarada fabricación y venta de nostalgia. La trama desbalaga frecuentemente con referencias a grupos musicales de generaciones previas a los milenarios que protagonizan la obra, quizá para mantener un vinculo con la audiencia geriátrica del teatro.

           

33 to Nothing continuará su temporada de 2017-2018 en el teatro A Red Orchid de jueves a domingo desde el 20 de abril hasta el 27 de mayo.

 


Aaron Holland, Amanda Raquel Martinez, Jeff Kurys en 33 to Nothing

Antonio E. del Toro nació en Guadalajara. Trabaja como intérprete y traductor en Chicago. Gracias a un interés en tecnología y literatura, ha encontrado el teatro y su complejo proceso de producción. Otros intereses incluyen cine y técnica mixta.