En una sociedad donde predomina una cultura machista la relación entre los conceptos mujer-erotismo se limita a campañas publicitarias donde la mujer es cosificada para vender productos al mercado masculino. Y dentro de la cultura mexicana más conservadora, las mujeres debemos ser abnegadas, sumisas, dependientes y autocompasivas, el pensar o expresar la sexualidad libremente es mal visto. Es indecente y pecaminoso. ¿Luchas de poder relacionadas con la represión del erotismo en la mujer? Claro que sí.
Lo preocupante es que un gran porcentaje de mujeres todavía aceptan y reproducen este tipo de cultura machista… todavía resuenan las palabras de mi abuela cuando le dije que no quería casarme aún estando embarazada: “pero mijita si te está haciendo el favooor de recogerte embarazada… de aceptarte después de tu error”. Le dejé muy claro que no pensaba como ella y no sé si me comprendió. Está cabrón liberarse de buenas a primeras de una cultura impuesta y reafirmada por generaciones. Afortunadamente, esto está cambiando.
Es cierto que muchas diferencias sociales, culturales y económicas han cambiado enormemente entre los dos sexos en las últimas décadas, y van desde el logro del derecho al voto femenino, las luchas por la igualdad de oportunidades de educación (¿y tú para qué estudias si te vas a casar?), la igualdad en cuanto a derechos y oportunidades laborales hasta la conquista de espacios tanto en el ámbito académico como artístico (“el problema de las mujeres es que pintan como mujeres” wtf?)…
Ahora bien, aunque la sociedad está cambiando paulatinamente, tenemos que ver un poco más allá. Hay que ir trabajando en cuestiones más sutiles pero igualmente importantes, como dejar de llamar putas o zorras a otras mujeres, no ver como obligatorio ser madre, avergonzarse de la menstruación, dejar de justificar los maltratos en una relación o que como mujeres nos permitamos sentir placer sin sentirnos culpables o sucias por ello.
El erotismo en la mujer no sólo es natural sino que es sano, y es necesario desmitificar las necesidades fisiológicas, emocionales e intelectuales de la sexualidad de la mujer. Desgraciadamente vivimos en una sociedad de doble moral donde la mujer vive, como lo maneja Marcela Legarde, en diferentes cautiverios. Las mujeres tenemos que sobrevivir en estas jaulitas simbólicas que se nos han impuesto, se tiene que ser una santa (si se trata de la mamá, la hija o la esposa) pero si sale de estos parámetros la mujer se convierte en una puta o loca. “El erotismo en nuestro mundo es patriarcal, clasista, genérico, específico y distintivo para los grupos de edad…” agrega Legarde. “Es decir las mujeres tienen deberes, límites, y prohibiciones eróticos, generales y específicos”. La doble moral surge cuando la sociedad limita a las mujeres para expresarse en no pocos sentidos: se les cuida y protege en casa y ya afuera de ella, se atestigua y se mira una violencia exacerbada, enfermiza…
Esta violencia es real y existe en versiones extremas que hoy se le ha denominado feminicidios: asesinatos de mujeres efectuados con extrema violencia… Se devasta su integridad y se destruye su cuerpo. El feminicidio incluye desde niñas hasta mujeres adultas que han sido ultrajadas. Ante la ineptitud y/o complicidad del Estado para proteger a este sector de la sociedad, las mismas autoridades se han justificado muchas veces con un discurso estúpido y machista: “Eso les pasa por vestirse así, por provocar a los hombres”.
Nada justifica estas aberraciones. La mujer tiene el derecho de vestir como quiera sin tener que cuidarse de machitos —que buscan reafirmar su masculinidad a costa del maltrato a la mujer ya sea verbal o físico— ni de psicópatas. Y si estos operan libremente es porque, a fin de cuentas, existe la impunidad que se los permite.
Es cierto que esta violencia siempre ha existido, pero hoy gracias a ciertos medios de comunicación (principalmente internet y redes sociales) que sacan a la luz pública dichos abusos, se ha vuelto innegable porque se aportan evidencias que son difundidas rápidamente. Sin embargo, la información no sirve de mucho si no traspasa los monitores, es decir menos memes y likes y más denuncias judiciales… Lo sé, los procesos culturales son lentos, pero…
Yo le apuesto a la denuncia, no nos podemos ni debemos quedar calladas ante las injusticias de ningún tipo, pero por otro lado cualquier aporte a la expresión individual, a lo que se quiere y siente es válida, siempre y cuando no afecte a terceros. A un gran porcentaje de mujeres también les gusta tomar la iniciativa, tocarse, ver pornografía, tener fantasías y jugar con la imaginación, ese porcentaje va en aumento y no hay nada malo con esto, esos juicios de valor han sido aprendidos e impuestos por un sistema moral que definitivamente no fue impuesto por las mujeres. No se trata de ser igual que los hombres, se trata de visibilizar las desigualdades en situaciones cotidianas que como sociedad ya deberíamos haber superado y dejar de una vez por todas de justificar lo injustificable.
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Alma Domínguez. Artista plástica, reside en Chicago.
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En estos días se inaugura la exposición EROS, una aproximación al erotismo por 50 Pintoras Mexicanas. Las imágenes utilizadas pertenecen a la colección expuesta.
OPEN Center for the Arts
28 de junio de 7 a 11pm
2214 S. Sacramento
Chicago, IL 60632