Ya casi termina el 2017 y todavía sigo esperando que pase algo horripilante en las próximas horas, como el 2016, que no cesó de sorprendernos con muertes y sucesos dignos de una serie de Netflix hasta el último momento. Y es que la consigna es que hable de las series de televisión que más me gustaron este año, pero permítanme apuntar algunos momentos destacados antes de entrar en materia.
Dicen que hay años que hacen preguntas y otros que dan respuestas. El 2017 fue de los segundos, no sólo porque respondió con contundencia a la pregunta ¿será que Donald Trump es tan incompetente como parece?, sino que, después de miles de años, quedó claro finalmente que el acoso sexual no es cosa de risa. El New York Times derribó al Goliat de Hollywood, el repugnante Harvey Weinstein, ocasionando una réplica peor que la de 1985 en México. Y hablando de temblores…
…no puedo desestimar la casualidad de que exactamente a 32 años del terremoto que devastó a la Ciudad de México en el ‘85, otro sismo haya sacudido a mi gente. Y digo “mi gente” porque ahí está mi familia, mi ciudad. Confieso que el 15 de septiembre no me dieron ganas de gritar “¡Viva México!”. ¿Cómo van a dar ganas de echarle porras a un país dirigido por un hombre que no sabe conjugar (“volvido”), ni domina la aritmética más básica (“falta un minuto…, no, menos, como cinco”)? Es un milagro que el dólar no haya llegado a los 40 pesos, considerando que el señor presidente pasó la primaria de panzazo.
Pero cuatro días después me sentí orgullosa de mi patria, de ser mexicana. Una vez más, México le dio un ejemplo al mundo de lo que un pueblo solidario debe hacer cuando el gobierno responde con la velocidad de una tortuga en camino al paredón. La misma pregunta que los adultos se hicieron en 1985, “¿de dónde salió tanto muchacho?”, nuevamente cundió por las redes sociales. Los millenials, tan criticados, tan incomprendidos, tan hipsters, se pusieron las pilas y salieron a ayudar, tal como lo hicieron sus padres treinta y dos años atrás. Las “manos” de Pedro Mera le dieron la vuelta al mundo y todos lloramos al entonar o retuitear “un solado en cada hijo te dio”.
Los ricos, los pobres, los famosos, los infames, todos los mexicanos se hicieron comunidad en el suelo de México, de Chicago, del mundo, y sobre todo, en las redes. Con “el puño en alto” dieron muestra de lo que un México unido es capaz de lograr si nos quisiéramos tantito, no sólo en las malas, sino en las ‘normales’. Y aunque no faltaron los gandallas, el saldo fue a favor. Insisto, no hay pueblo más valiente y optimista que el de México, a pesar de los profetas que con sus bolas de cristal mantuvieron a algunos incrédulos encerrados en sus casas por temor a que los astros se alinearan en su contra…
…y hablando de alineaciones celestiales, ¡los Astros derrotaron a los Dodgers en la Serie Mundial!, cosa que me dio gusto después del azote que sufrió la ciudad tan sólo unas semanas antes con Harvey. ¿Dos Harveys en un año acaparando titulares? No sé cuál de los dos “huracanes” causó más estragos… Houston ya se repuso, Hollywood sigue temblando.
El 2017 fue el año de covfefe (¿quien se acuerda de eso?), del “Spicey” de Melissa McCarthy (¡grande!) y de los diez días del señor Scaramucci (Will you do the Fan-dan-go!), quien con su florido lenguaje convirtió la oficina de comunicaciones de la presidencia de Trump en una taberna de estibadores fresas.
…y hablando de Trump, enumerar los faux-pas presidenciales del 2017 (si así se le puede llamar a sus políticas supremacistas), me llevaría más tiempo del que tengo para romper mis resoluciones de año nuevo. Baste decir que su última afrenta contra la comunidad hispana, utilizar a los Dreamers como peones para construir su pinche muro, le va a costar caro en las urnas. Al menos eso espero, tras el ejemplo de Alabama al rechazar al viejito raboverde que con mucha ilusión creyó que las minorías no tenían voz, ni voto, (y que nadie se iba acordar de sus paseos por el mall tratando de conquistar muchachitas de 14 años). Alabama salió a las calles y gritó.
Puerto Rico fue víctima de la ira de la madre naturaleza, quien respondió con el huracán María, y una vez más, Trump dejó en claro dos cosas: que no sabe de geografía y que la humanidad ”no es lo suyo”. Con admiración, observé a la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulin, enfrentarse a Trump con el agua hasta la cintura (literal) y hacer lo que hacemos las mujeres…tratar de organizar el caos con los escasos recursos disponibles. Pero para esto está Lin-Manuel Miranda, el hijo predilecto de Puerto Rico, para liderar los esfuerzos de recaudación y llevar Hamilton a la isla en el 2019. ¡Aikir!
Pero de Trump ya no quiero hablar porque sus aberrantes tuits hablan por sí solos. Cuando el café no me ayuda a despertar, recurro a Twitter y el horror que siento al leer su diarrea verbal me enciende la sangre y despierto de volada.
Ahora sí, vamos al asunto que me encomendaron. Este fue el año de Netflix, que nos trajo, entre muchas grandes series, Mindhunter y Manhunt. ¡Ojo! Son dos series de nombre similar, pero muy diferentes. Una se trata sobre los agentes que comenzaron la unidad de ciencias del comportamiento en el FBI al investigar los perfiles sicológicos de los asesinos seriales (y de hecho les dieron su nombre a este tipo de asesinos: “serial killers”), mientras que Manhunt es la historia de cómo capturaron a Ted Kaczynski, el Unabomber. Aunque Mindhunter tiene como productor ejecutivo y director a David Fincher y visualmente es superior a la segunda, Manhunt tiene gran mérito. Ésta cuenta la historia de cómo nació la lingüística forense gracias a un agente rebelde que se dedicó a estudiar el “Manifesto” de Kaczynski hasta encontrar las similitudes entre éste y su tesis doctoral. Para alguien que ama las palabras como yo, resultó fascinante.
Mención honorífica a Dark, un thriller alemán que se desarrolla en un pueblo donde ha desaparecido un joven sin dejar huella, haciendo eco a la desaparición de otro jovencito 33 años antes. El tiempo es el protagonista de la historia, pues aparentemente la incógnita no es ¿dónde está el muchacho?, sino ¿en qué año está el muchacho? El pasado repercute en el presente, el presente en el pasado, el pasado en el futuro, y así, en un círculo interminable. Me llamó la atención algo que dicen en la serie: cada 33 años la tierra y las estrellas se vuelven a alinear a su posición original…curioso que el terremoto ocurrió 32 años después, sólo le faltó un añito.
¿Qué preguntas nos hará el 2018? ¿O será otro año de respuestas? Consideremos a la madre naturaleza para no despertar su furia, querámonos mucho (no solo en las malas), hagamos valer nuestra voz, y que nunca nos falte un buen libro, un buen vino, Spotify, Netflix, y un buen amor para compartirlos.
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Carolina A. Herrera Escritora. Su primera novela, #Mujer que piensa (El Beisman Press), fue publicada en el 2016. Es parte de Ni Barbaras, Ni Malinches, antología de narradoras en Estados Unidos (Ars Comunis Editorial, 2017). Su historia es parte del Vol. 4 de la serie Today’s Inspired Latina, Life Stories of Success in the Face of Adversity (Mayo 2018). Es miembro del Consejo Editorial de El BeiSMan punto com, y contribuye a la revista con regularidad. Vive en Naperville, Illinois.