Carly Simon, insustituible



Carly Simon es una cantautora elemental en esta serie de Mujeres en la Escena del Folk-Rock —sucesión de notas que viene desarrollándose de buenas a primeras—, y como tal obvia destacar que ha sido una intérprete cuyo arte relata experiencias biográficas y pasiones cotidianas con una franqueza que limpia el aire.

Como cantante Carly ha sabido remontar sus experiencias sin reserva alguna, con una voz dulce y clara, y como compositora ha desarrollado una trayectoria “sin secretos” para beneplácito de quienes la valoramos.

Durante su carrera sus canciones mantienen un vaivén entre lo íntimo e individual y lo compartido y de pareja, entre una cierta vulnerabilidad y su propia transgresión. A lo largo de su carrera -con los consabidos altibajos- como cantautora Carly reflexiona en torno a su vida sexual, en torno a su estilo de vida, en torno a su sensibilidad.

Ella comenzó a cantar desde niña porque padecía una tenaz tartamudez (que desaparecía al cantar), lo cual pareciera una metáfora de sus letras ¿no?, pero desde luego hay otros múltiples factores que la trajeron a ser una notable artista… pero es Alfonso Teja Cunninham —cuya vida es indisoluble a la música— quien desgaja el perfil de Carly, al atender amablemente mis preguntas.

 

Con Alfonso Teja Cunninham

Carly Simon

 

Como las preguntas están planteadas en una forma particular que condiciona la definición en algunos conceptos, seré puntual en cada pregunta en su orden original.

—Carly Simon ha sido una de las cantautoras estadunidenses que se salió del canon de la típica baladista rosa en que se encasillaban las féminas del canto en los sesenta… ¿estás de acuerdo con lo anterior? ¿cómo sobresalió?

En los años sesenta, cuando el mercado juvenil no era el emporio multimedia que es ahora, la figura femenina estaba estereotipada bajo esquemas mucho más estrechos que los actuales. En el contexto de la ruptura generacional que sucedió en aquellos años, unos dicen que el rock and roll fue la música de ese cambio, pero, en realidad, el origen de toda esa transformación surgió detrás del rocanrol, en la música negra. Es bien conocido que entre las principales características de la llamada entonces race music —tal vez la fundamental— es su autenticidad, su honestidad como esencia: “Si no lo vives no lo sientes y si no lo sientes no lo tienes”. Ese sentimiento se extendió por todos los aires, del movimiento por los derechos civiles y la liberación femenina al arte y la cultura popular. La música reflejó esa evolución de la mujer y fueron voces como Carly Simon y algunas otras las que en el ámbito de un soft rock, o pop blanco, apareció reflejada esa nueva mujer que comenzaba más libremente a salir a trabajar y disponer de sus propios recursos con mayor independencia.

Es el contexto donde Carly Simon sobresale básicamente por su talento musical naturalmente, pero también por su formación y porque estuvo en el momento adecuado con los contactos necesarios.

—¿Podemos decir que Carly, desde su canto y composiciones, es una activista?

Creo que es más cercano a la verdad decir que sí lo es, que decir que no. Tal vez no se le vea mucho portando pancartas en actos públicos, pero con su música y canciones es claro que promueve conciencia y participación.

—¿Es una cantante rebelde?

En estos tiempos cualquiera que canta al amor real y se muestra honesto, agradecido y dispuesto a compartir lo mejor de la vida, es por definición ya un rebelde. Creo que esta es una de las cosas que menos ha cambiado en las últimas cinco o seis décadas. Artistas que hacen canciones hermosas que hacen pensar posible un mundo mejor.

—¿Es una feminista?

Tal vez es más la fama que la realidad, difícil saberlo ¿verdad? Escribe canciones y las canta con sensibilidad de mujer, pero también aborda con sensibilidad temas más generales. En realidad, yo veo que existen muchas formas de feminismo y prefiero no opinar mucho al respecto. Sin embargo, estoy a favor de que se reconozcan más los derechos de las mujeres en todo el mundo.

—La han señalado como ecléctica, como bohemia, ¿qué opinas de eso?

Sus composiciones tienen calidad literaria superior al promedio y temáticamente sabe mantener un punto de vista refinado, como corresponde a una persona con riqueza cultural, que ha viajado y se ha rodeado de gente interesante. Al provenir de una familia neoyorquina acomodada y bien relacionada en el ámbito literario su talento natural pudo desarrollarse con relativa facilidad. Por supuesto que las oportunidades hay que saberlas aprovechar. El talento y la dedicación hacen el resto. Musicalmente también mantiene alguna variedad interesante a lo largo de su producción, aunque siempre con un sonido reconocible, ahora en compañía de sus hijos Sally y Ben. Carly Simon ha sabido contar con excelentes arreglistas y productores. Sus grabaciones en vivo son impecables.

—Algunas de sus composiciones se convirtieron en representativas de una generación ¿por qué?

En gran medida creo que es por lo que se mencionó al principio. En el momento de la ruptura con la generación mayor, más rígida y cuadrada, la honestidad fue la piedra de toque que abrió el camino a una nueva era de cantautores más sinceros, con canciones más personales, que reflejaban mejor los tiempos cambiantes, como dijo el más importante de todos ellos. Pero las mujeres ya traían su propio cuento y Carly Simon era una de las voces que mejores cuentos les cantaba a esas nuevas chicas modernas.

—¿Cómo enmarcas su carrera?

En una permanente actitud sencilla y honesta, pero también muy inteligente, sensible. Además, con un encanto muy particular que le viene de una simpatía no fingida. Es obvio en las crónicas observar la cercanía que acostumbraba mantener con otros músicos y artistas. Su enorme sonrisa es inconfundible.

—¿Es desde los setenta —cuando despega su popularidad– una cantautora legendaria?

Sus primeras grabaciones son de mediados de los 60 pero su nombre brilla hasta la década siguiente y es a partir de su tercer disco que consolida su presencia como una de las compositoras más destacadas.

Cualquiera con 50 años de carrera haciendo canciones propias con éxito internacional es una leyenda legítima, más grande mientras más reconocida y viceversa.

—La han señalado —al lado de Carol King y Joni Mitchell— como ángeles rebeldes, ¿tú cómo harías un perfil?

Ya lo hice. Y como vi las preguntas desde el principio, dejé los nombres para el final. Estos serían tres “ángeles blancos” porque también habría que inscribir a Aretha Franklin y a todas las muñecas del doo woop como “ángeles de color”, en el cambio de la contracultura de los seswenta y setrenta; años de la rebelión femenina por muchas razones, incluyendo los nuevos anticonceptivos a partir de entonces disponibles. Por otra parte, “Ángeles rebeldes”, o cualquier otra etiqueta o marbete, no es más que eso. Claro que se entiende el mote y la figura retórica. Pero no son ángeles y no hay que divinizarlas. Eso es algo muy injusto que podemos hacerle a un artista o a cualquier persona. Precisamente en la riqueza de su naturaleza humana está lo grande de esos artistas incontenibles, cuya fuerza creadora y creativa los lleva a adelantarse a su tiempo y romper esquemas. Unos y unas con mayor ímpetu y alcance que otros y otras. Pero todos envueltos, en este caso, en el misterio de esa magia musical que nos dice cosas bellas con palabras y a veces sin ellas.

 

El arte de algunas mujeres icónicas:

La trascendente Laura Nyro

La determinante Judy Collins

Joan Jett, (una y otra vez) su alegórica reputación

Evocación de Grace Slick

Atracción por Joni Mitchell

La legendaria Joan Báez

Carole King, nuestra veladora

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Alfonso Teja Cunninham posee un amplio curriculum como comunicador. Es analista, gran conocedor de la música. Es notable su trayectoria como periodista tanto en medios impresos como electrónicos. Es asesor en comunicación, con aciertos como productor y conductor de programación en radio y TV. Fue cantante de rock con Quo Vadis en los años sesenta y setenta, y desde hace años sobresale como actor teatral; el próximo 5 de mayo celebrará el bicentenario del natalicio de Carlos Marx, en el auditorio del Museo de Historia Mexicana, con la puesta en escena del monólogo de Howard Zinn, Marx en el Soho.