Concurrencias del dolor y Ayotzinapa


Febronio. Foto M. Litwicki

 

Si el dolor moral es uno solo que se nos instala un día y se queda adentro para mostrarse en distintos momentos de la vida cotidiana, o son varios los dolores que allí se mezclan hasta confundirse e impregnarlo todo, es una pregunta por cuya respuesta no nos afanamos mucho nosotros, la gente del arte. Nos basta tan solo con vivir para encontrar ese dolor interno a diario. Nuestra pintura, poesía, música, literatura y cualquier otra de nuestras formas de manifestación artística, en el fondo lo que expresa es eso: el dolor sedimentado, el perenne.

Ayotzinapa es ya, y para siempre, uno de esos dolores que se vuelven estructurales. Uno trágico. Sangrante y sangriento. Atónito. Uno que además aterroriza. Se nos estremecen las neuronas y pierden sus sinapsis más allá de todo posible entendimiento ante esa evidencia devastadora sobre la capacidad para la barbarie entre la raza humana. Nos hace sentirnos indignos por ser parte de una especie de seres vivos que ante los 43 estudiantes desaparecidos ya no puede nunca más considerarse superior, ni siquiera evolucionada.

Y en medio de todo eso, a algunos nos ha dolido también la ausencia de la persona amada. O los desengaños. O los errores. O la lucha por la vida, siempre desagradecida. Seguramente, todo eso entremezclado.

Ése es precisamente el tema de Veinte canciones en desamor y… Ayotzinapa, la nueva producción de Colectivo El Pozo que se acaba de estrenar en La casa de Óscar López, en Humbolt Park, con la participación del consumado “performer” Febronio Zatarain. Se trata de una obra inesperada, especial, y muy pero muy bien lograda.

Veinte canciones en desamor y… Ayotzinapa es una obra de concurrencias, algunas muy afortunadas.

Concurren dos prestigiosos representantes de la comunidad cultural latina de Chicago, Raúl Dorantes y Febronio Zatarain, quienes ya antes han demostrado que, cuando trabajan juntos (como en el libro de crónicas …y nos vinimos de mojados) alcanzan a penetrar con su arte hasta las fibras más escondidas de sus audiencias.

Concurren los años que Raúl Dorantes ha dedicado al arte dramático; su compromiso visceral con la causa de los pueblos traicionados; y su trasegar por entre variadas artes, para ofrecernos un extraordinario trabajo en el que, otra vez, concurren con fluidez distintos géneros: se entremezclan nuestras viejas baladas en español con canciones icónicas del inglés que también son parte del sentir bilingüe en nuestro corazón latino, intercambiándose en la obra de un idioma al otro como cosa natural, y persiguiendo sin esfuerzo, hasta alcanzarlo, el diálogo dramatúrgico y desde allí al poema. El espectáculo hará a veces sonreír al público con ese humor sutil e ingenuo que ya antes Dorantes ha adjudicado a algunos de sus personajes.

Concurren la indisputable maestría de Zatarain como poeta y “performer” para revelarnos a un actor cabal en el sentido estricto, capaz de contagiarle a su público esa euforia mansa que nos ocurre sólo cuando nos enamoramos y también la indolencia con que cubre el despecho a los aconteceres fundamentales, y a los trágicos. La sorpresa de la noche será descubrir en el rostro de Zatarain lenguajes por completo inesperados en él, inimaginables.

Concurren Emiliano Rojas y Alycya Magaña en un tratamiento musical impecable que no acompaña al drama sino que lo desenvuelve, cargando de electricidad el escenario, y dándole además al concepto escénico una plástica propia más allá de la plástica corporal de los actores.

Concurren la producción meticulosa que cuida todos los detalles para ofrecer al público una pieza de calidad muy alta; el trabajo tras el telón de Daniel Patiño, experto y concienzudo; y los infaltables subtítulos en inglés que caracterizan todas las producciones de Colectivo El Pozo, para hacer de Veinte canciones en desamor y… Ayotzinapa una obra imposible de evadir, obligatoria.

También concurren, y que esto se haya hecho necesario será siempre un pensamiento desgarrador, insoportable, cada uno de los nombres de Ayotzinapa con su secuela indeleble de escalofrío.

 

Chicago, Enero 11, 2016

 


Martha Cecilia Rivera. Narradora y poeta colombiana. Su obra incluye la novela Fantasmas para noches largas, el volumen de relatos Opera de un hombre que buscaba, y el poemario, Peldaños de Brecht. Puede leer su blog presionando el enlace.