Cruising a la Latina: Tres Ciudades Alineadas por un Divagar Sexual

 

¿Qué tienen en común Madrid, Lima y Trujillo? Salvando las enormes distancias, intento cartografiar o deslizar un mapeo de un alto contenido de adrenalina y pulsión sexual al evocar recorridos sinuosos en espacios públicos donde se practica una atractiva actividad de recreación psicosexual cimentada en el deambular poniendo el cuerpo físico, y ya no el virtual —algo que los tiempos cibernéticos que vivimos nos ha impuesto— bajo riesgos definidos como la sanción social, moral y jurídica.

El placer por ligar en espacios públicos no es para nada nuevo ni se restringe a la comunidad homosexual; en todo caso, lo atractivo del asunto es el morbo por el desafío, el reto a situaciones de conflicto y regulativas y el ejercicio consciente de una práctica de resistencia que desobedece moral y patrones sociales normalizadores. A través de experiencias propias o historias contadas por compinches en estas lides, ensayo demarcar una contra genealogía perversa que desafía regulaciones higienizantes propias de un contexto neo liberal cuya premisa es mantener dóciles o sumisos aquellos cuerpos que no encajan dentro del sistema heteronormativo.

 

Errancia Legitimada: El Retiro, Madrid

R y H se dirigen veloces y alegres, sazonadas por alucinógenos y algo de alcohol, a eso de las 9 pm de la tarde en pleno verano español —algo impensable para una marika latina acostumbradx a ver caer la noche a eso de las 7 pm en su latitud tercermundista— El Retiro, remanso verde madrileño de gran tradición, abre en pleno corazón de la ciudad desde las 5 am hasta la 1 am ofreciendo dispersión y cultura a sus ciudadanos. El deambular sexual se inicia a eso de las 9 pm. Esto obviamente varía según la estación y el clima. Las gárgolas ingresan por la calle de Atocha que da hacia el Museo de Antropología y se sumergen en el mar verde bajo la luz de la luna. R reside en Madrid ya muchos años y va directamente al grano. H solo sigue perpleja y excitada.

Se internan en una trocha de arbustos que se convierte en un gran bosque y ahí está, el lugar concreto de (des)encuentros repleto de “visitantes” de todo tipo, muchos inmigrantes latinos, africanos y árabes, por cierto. La cacería se inicia, el ligue a disposición y elección y los encuentros de más de dos es casi regla general. Lo interesante de este deambular en un espacio público del primer mundo es tener consciencia de las grandes diferencias culturales que nos unen y alejan a lxs practicantes, las cuales pueden ir desde una simbiosis carnal exenta de cuestiones de clase y raza hasta certitudes relacionadas con la salud pública estatal. Es decir, todos saben a lo que van a esa hora y lugar, una suerte de legitimación consabida es puesta en acción. Por cierto, esta pequeña crónica madrileña sucedió el año 2007. H y R son novios desde el 2013, pero asumo no mucho ha cambiado en cuanto a este accionar perverso.

 

Desencuentro a Medianoche: Parque de Museos, Lima

H descubrió este lugar no hace muchos años atrás. Este parque fue reabierto durante la gestión de nuestra única alcaldesa metropolitana. De arranque, el nombre y diseño son bastante atractivos y su ubicación, flanqueada por museos, avenidas principales y hoteles clásicos, permite una confluencia disímil y agitada. De día, recinto que acoge dispersión ciudadana, ambulantes, gran número de mochileros de diversas procedencias, cirqueros y malabaristas y transeúntes apurados y neuróticos que se dirigen a las entrañas de la Estación Central de la ciudad. El meollo se inicia prácticamente a medianoche cuando el parque queda relativamente desierto.

El juego de sentarse en las bancas a esperar o deslizarse por los pasajes en plan de exhibirse indica un lenguaje corporal planificado y desarrollado. En una primera etapa de apertura del parque, era maravilloso ver cómo lxs habitués se hundían en un socavón de gradas al costado del Museo Italiano; posteriormente, este socavón fue tapiado, asumo por la misma gerencia municipal advertida de tales actitudes poco morales. Curioso notar la no presencia de travestis, diríase, un espacio restringido a practicantes que pueden pasar “solapa” o desapercibidos.

De por sí, puede resultar peligroso deambular por aquí, sin embargo, con la astucia necesaria y algo de suerte, se puede llegar a desarrollar mecanismos de autoprotección. El acto de ligar sexualmente puede concretarse en los mismos flancos del parque o irte con tu ligue de turno a algún hotel de paso. El exhibicionismo sexual es poco frecuente, pero cuando se da, es todo un espectáculo: orgías de buen número de personas en las mismas bancas o en apartados más oscuros. Algo notable es la reciente confluencia de “visitantes” de diverso rango social; esto quizá se deba a la cercanía de lugares de divertimento heterosexual y de clase media aledaños al parque, sobre todo los fines de semana, donde se puede observar ya desde extranjeros hasta chicos “bien” buscando ligar. Enclave reconvertido en zona franca de tránsito psicosexual, este parque resulta ser todo un experimento antropo-sociológico.

 

 

Enclave precario: Mansiche, Trujillo

H y J son amigxs desde el año 2012; alguna distensión del destino hizo que sus vidas se cruzaran en un punto distinto a sus ciudades de origen. H no conocía mucho el norte del Perú, salvo alguna improbable invitación a Piura vía una institución cultural francesa sin escala alguna. Trujillo, capital del departamento de La Libertad, es considerada por mucho, una de las ciudades más peligrosas del país; la corona se la lleva Lima, por supuesto. H empezó a frecuentarla a fines del 2012 djeando en un local nocturno bastante acogedor en pleno centro histórico.

Es curioso cómo los lugareños o habitantes de cualquier ciudad se muestran atentos y displicentes tratando de mostrar al foráneo las bondades de su ciudad; en cambio, H cuando funge como guía citadino, solo se preocupa por llevar a los foráneos a los lugares menos pensados en un recorrido turístico poco ortodoxo. Su nuevo compinche J, presto a rendirle los homenajes de rigor, lo llevó a su zona recreacional que está constituida por los alrededores del Estadio Mansiche. Las zonas aledañas a este estadio e incluso su misma infraestructura intervenida se han convertido en espacio de confluencia de gente menesterosa, delincuentes, gente provinciana que no tiene un lugar donde pernoctar, pero, y sobre todo, de cazadores furtivos que van a hacer lo mismo desde prácticamente un par de décadas atrás.

Hablamos, entonces, de una tradición de ligue sexual, si bien peligrosa, bastante difundida entre su ciudadanía homosexual. Los lugares predilectos son los socavones de cemento o los intersticios de las columnas del mismo estadio, lugares usados como santuarios sexuales a modo de ocultarse de la mirada de las fuerzas del orden policial y municipal. Asumo que los códigos de autoprotección y lecturas corporales incitantes son los mismos en cualquiera de los casos anteriores, llámese Lima o Madrid. La adrenalina, en este caso específico, es la cercanía de una de las avenidas trujillanas más peligrosas y el desarrollo de ese saber-hacer-dar-placer en situaciones de riesgo y a la menor brevedad de tiempo posible.

 

Outro

Vuelvo a insistir ¿qué tienen en común ciudades tan lejanas la una de la otra como son Madrid, Lima y Trujillo? Me atrevería a sugerir la puesta en práctica de un accionar común a todas y cada una de ellas, el divagar sexual es consustancial a los seres humanos, nuestro yo más primitivo e instintivo despierta y ocupa nuestros sentidos, nos brinda un desapego a lo que asumimos como cierto y seguro y que resulta necesario para comprender formas alternativas de vida, nuevas formas de afectación, búsqueda de placer y verdades al límite.

 

 

 

Héctor Acuña (Perú) Traductor-intérprete, egresado de la Facultad de Lenguas Modernas de la Universidad Ricardo Palma. Artista visual autodidacta, drag performer, curador independiente, mezclador cultural, Dj, escritor, visagista y eventual actor/actriz. Se especializa en arte transgénero y performance multimedia.