Daffodils/Narcisos de William Wordsworth

Hace unos meses, deambulando por los pasillos virtuales de Facebook, me topé con un video de la actriz Noma Dumezweni recitando el poema “Daffodils” (Narcisos) del inglés William Wordsworth (1770-1850). Creo que la escuché unas cien veces. Y las cien veces, se me enchinó la piel. Yo conocía el poema, pero escucharlo en la voz de Dumezweni fue no solo emocionante, sino revelador; como si alguien hubiera reventado una sandía a mis pies. Su fragancia invadió mis sentidos y se me hizo agua la boca. Inmediatamente busqué la versión en español, con resultados no muy satisfactorios.  

Me pareció que las versiones en español (al menos las disponibles en línea), no transmitían la intención del poeta claramente. El poeta personificado en una nube, en comunión con la naturaleza; las flores ‘bailando’, haciendo menos a las olas; el poeta recordando con profundo placer las imágenes de esa tarde.  

Sin humildad, me di a la tarea de traducirlo y leerlo en voz alta hasta lograr algo cercano a lo que Wordsworth escribió. Les comparto mi intento, esperando transmitir tan solo un poco de la emoción que tanto Wordsworth como Dumezwani me dejaron.

 

Daffodils

 

I wandered lonely as a cloud

That floats on high oer vales and hills,

When all at once I saw a crowd,

A host of golden daffodils;

Beside the lake, beneath the trees,

Fluttering and dancing in the breeze.

 

Continuous as the stars that shine

and twinkle on the Milky Way,

They stretched in never-ending line

along the margin of a bay:

Ten thousand saw I at a glance,

tossing their heads in sprightly dance.

 

The waves beside them danced; but they

Out-did the sparkling waves in glee:

A poet could not but be gay,

in such a jocund company:

I gazed—and gazed—but little thought

what wealth the show to me had brought:

 

For oft, when on my couch I lie

In vacant or in pensive mood,

They flash upon that inward eye

Which is the bliss of solitude;

And then my heart with pleasure fills,

And dances with the daffodils.

 

 

Narcisos

 

Caminé sin rumbo como nube solitaria,

flotando sobre valles y montañas.

Cuando de repente observé una multitud,

un campo de florecillas doradas,

junto al lago, bajo el bosque, narcisos,

que al compás de la brisa danzaban.

 

Infinitas como las estrellas brillantes

titilando en la Vía Láctea,

formaditas en fila interminable,

al margen de la bahía alineadas,

diez mil tallos calculé a simple vista,

sus cabezas oscilando en briosa danza.

 

Las olas junto a ellas se movían luminosas,

mas las flores, superiores, ondulaban jubilosas:

Un poeta más contento estar no podría

al saberse acogido en tan gozosa compañía.

Las contemplé –y contemplé– pero poco pensé,

en la fortuna del regalo que me hacían.

 

Pues seguido, cuando en el sofá descanso,

—distraído o pensativo—

aparecen de repente en el centro de mi mente;

ese centro muy adentro que es deleite solitario,

y entonces mi corazón, de placer desbordado,

danza con los narcisos en el campo dorado.

 

 

Carolina Herrera Guerra nació en Monterrey, Nuevo León y se crió en la CDMX. Este año publicará su primer novela, #Mujer que piensa.Carolina Herrera Guerra nació en Monterrey, Nuevo León y se crió en la CDMX. Este año publicará su primer novela, #Mujer que piensa.