El trabajo sexual desde la perspectiva trans

 

Hace unos días leí un artículo que trataba sobre un estudio que se realizó en España acerca de la precariedad en la que vive la comunidad transexual. El estudio revela como este grupo es discriminado y excluido. Ambos comportamientos sociales marginan a la indocumentación de una comunidad, a la falta de acceso a la salud, a la falta de oportunidades de empleo digno, al derecho a la vivienda y a recibir una educación precaria. Ante tanta desventaja social, la comunidad transexual es rechazada socialmente y le quedan pocas vías para sobrevivir. De ahí que el trabajo sexual sea una salida casi inminente.

Los datos del estudio fueron relevantes: existe una tasa elevada de desempleo en la comunidad transexual. Reitero: el objetivo del estudio era investigar la situación laboral de las personas transexuales, asimismo analizar las posibles circunstancias de discriminación o exclusión social. Obviamente, esa lectura atrapó mi atención para hacer una comparación del caso español con Chicago, la ciudad donde resido. Por lo que he investigado hay una escasez de estudios cuantitativos y cualitativos, y los datos sobre las problemáticas y necesidades de la comunidad trans son limitados. Y las estadísticas que más suenan en las redes sociales son las siguientes: “12 personas transgénero han sido asesinadas durante el 2015 en Estados Unidos  y la mayoría eran mujeres transgénero de color”.  Otro ejemplo y no menos doloroso es el siguiente de BlackLivesMatter: “La expectativa de vida de una mujer trans negra en Estados Unidos es de 35 años”.

Pero antes de continuar averiguando sobre las causas del trabajo sexual en la comunidad transexual tendríamos que recordar el Movimiento de Liberación Homosexual en Estados Unidos desde sus comienzos en la década de 1970. En sus orígenes, el movimiento transexual se encontraba diluido dentro del movimiento gay. En ese entonces, según Juana Ramos Cantó, los conceptos gay y transexual se intercambiaban y eran confusos:

“La transexualidad se percibía como una manifestación exacerbada de la homosexualidad. La idea que imperaba era que una persona transexual era una persona extremadamente gay que adoptaba forma de mujer para poder vivir sin complejos su homosexualidad. En aquellos momentos el término transexual se identificaba con la persona que cambia de hombre a mujer, ya que la transexualidad masculina era prácticamente desconocida o “invisible” como se denominaba desde las esferas activistas. (…) A medida que las asociaciones se fueron consolidando, las diferencias conceptuales entre homosexualidad y transexualidad se hicieron cada vez más palpables. Si bien en un principio transexuales y homosexuales militaban unidos —de forma paralela a la creciente evolución y distinción entre las categorías homosexual y transexual— la alianza pronto comenzó a resquebrajarse. Tanto gays como lesbianas adoptaron posturas separatistas y se iniciaron los enfrentamientos. A partir de esta escisión las activistas transexuales fueron creando sus propias asociaciones. Gran parte de las mismas surgieron muy relacionadas con la prostitución. Esta relación era totalmente lógica debido a que a partir del momento en que el colectivo de mujeres transexuales se hizo visible, constituyendo una nueva categoría, la mayoría de los sistemas sociales las relegaron a los ámbitos laborales de la prostitución y el espectáculo. Poco a poco fue creciendo el número de asociaciones transexuales en su mayoría de los países del llamado entorno occidental. (…) Un paso relevante fue la aparición de las asociaciones específicas de hombres transexuales. La lógica de tal separación se debe a las diferentes circunstancias ligadas a cada colectivo. En las asociaciones de mujeres transexuales se abordaban frecuentemente cuestiones relativas al trabajo del sexo, cuestiones que a los hombres trans no parece interesarles y que en muchos casos ocasionaban su falta de identificación con el grupo. También es apropiado comentar el rechazo que provoca en los hombres los temas relativos a una profesión llena de tabúes y estigmas sociales, y que nada tenía que ver con ellos. Por otra parte, los problemas a los que se enfrentaban hombres y mujeres transexuales en sus vidas cotidianas eran y son distintos. Mientras que las mujeres transexuales son más identificables y tienen que soportar el peso de las estructuras patriarcales, los hombres transexuales pasan desapercibidos, pero se enfrentan al problema de la “invisibilidad”, su falta de reconocimiento. (…) El movimiento transexual comenzó muy ligado a las concepciones clínicas “El verdadero transexual”, como se considera entonces e incluso sigue haciéndose hoy día, sobre todo desde las élites profesionales, era la persona que pasaba por una cirugía de genitales o situaba esta intervención dentro de sus máximas existenciales. A partir de la década de 1980, principalmente en Estados Unidos, el movimiento transexual se va desligando de las categorizaciones clínicas transformándose en un movimiento más global denominado transgenerismo. (…) Ya no resultaba importante la cirugía de genitales, si no que primaba el género, es decir, la concepción social del sexo. Comienzan a parecer personas transexuales que manifiestan públicamente su deseo de no operarse, reivindicando la primacía de su sexo psico-social sobre el genital. La comunidad transgenérica engloba todas las categorías transgresoras de la norma establecida relativa al binomio sexo-género (transexuales que quieren operarse, los que no, transformistas o personas que se visten ocasionalmente con ropajes asociados al otro sexo. (…) Otro de los hitos dignos de ser mentados es la aparición de grupos LGTBQ dentro de partidos políticos, lo que amplía considerablemente las herramientas utilizadas en la lucha por la plena equiparación en derechos. Paralelamente a la actividad de las asociaciones transexuales y lógicamente influenciados por éstas, y por otras circunstancia tales como el número creciente de casos conocidos, los avances en las cirugías de reasignación sexual (CRS) y las demandas de cambios registrales, diversos estados van adoptando soluciones para reconocer el derecho a la identidad sexual, en unos casos por vía administrativa, jurisprudencial y finalmente algunos a través de leyes específicas. Así mismo también diferentes Estados van incorporando tratamientos de cambio de sexo en las prestaciones de la Sanidad Pública.” (1)  

Ahora bien, debemos enfatizar que la diversidad sexual es poco tolerada por una sociedad que plantea como “normal” estructuras sexuales y sociales inflexibles; que haya hombres a los que les gustan las mujeres y mujeres a las que les gusten los hombre, dejando de lado un amplio porcentaje de la población que elige otra orientación sexual. Esto genera que dicha elección trunca otras elecciones sexuales, como por ejemplo, el poder insertarse en el mercado laboral formal con los mismos derechos y obligaciones que el resto de las personas. Esto me llevó a plantear lo siguiente: ¿por qué le sucede esto a las personas transexuales y transgénero, y no a otras diversidades sexuales? ¿Por qué dentro del movimiento LGTBQ las personas transexuales conforman el segmento más marginado, estigmatizado, excluido, discriminado, violentado, si son la cara visible de la diversidad sexual? Ante las preguntas, considero prudente citar a Beatriz Gimeno quien a su vez cita a Simone de Beauvoir: “la anatomía no es un destino como frase o bandera, sino como declaración de principios ante la vida”(2). Los derechos humanos de la personas transexuales ha relevado diversos aspectos específicos a partir de los cuales el estigma y la discriminación se han seguido produciendo y reproduciendo dentro de las sociedades. Los discursos de los Estados han configurado un espacio propicio para la instalación y reproducción de la vulnerabilidad contra este segmento de la comunidad LGTBQ.

Una vez delineado el contexto a grandes brochazos para acercarnos al tema del trabajo sexual, tendríamos que acercarnos a la definición de la prostitución. Ésta es definida por La Real Academia Española como una actividad a la que se dedica “quien mantiene relaciones sexuales con otras personas a cambio de dinero”. Y Wikipedia ensancha la definición: “aunque no siempre es a cambio de dinero sino que también puede ser a cambio de bienes o favores”. Esta actividad puede ser ejercida desde todas las orientaciones sexuales, pero es más común en mujeres y entre ellas resalta un segmento de la comunidad trans. Ahora vale la pena repasar de qué manera se ve y estigmatiza el trabajo sexual en otras partes del mundo ya que a la prostitución se le conoce como “la profesión más antigua del mundo”, pero además de los registros históricos existentes, también se le relaciona con una actividad capitalista antigua porque se lleva acabo para la obtención y acumulación de bienes. Pero vayamos por partes, la prostitución es ilegal en muchos países del mundo y en Estados Unidos se le relaciona con la delincuencia ya que muchas mujeres y niños son obligados a ejercerla. En países como Holanda y Alemania la prostitución es regulada por las autoridades y las practicantes tienen que pagar impuestos, gracias a esto el trabajo sexual no tiene una mala imagen. En otros países como Suecia, Noruega e Islandia no se castigan a las personas que ejercen el oficio sino a los que lo adquieren ya que se considera una forma de violencia contra las mujeres que se dedican a esto. En Ucrania, Rusia y otros países de Europa del Este la prostitución es ilegal, pero está penada con una simple multa administrativa. En España y otros países europeos la prostitución es legal; en el resto del mundo existen países donde el trabajo sexual es legal, como Canadá y algunas zonas, tal es el caso de Nevada en Estados Unidos y la zona este de Australia. En Asia es ilegal prácticamente en todo el continente; en África también es ilegal y está penada con la muerte en algunos países musulmanes. Finalmente, en Sudamérica es legal mayormente pero se encuentra relacionada con la corrupción infantil y otros delitos similares(3).

Al mostrar un comportamiento sexual distinto con el que nació la persona transexual, es someterse a burlas, rechazo y desprecio por vivir en una sociedad patriarcal donde impera la discriminación y el machismo. De ahí que la importancia de comprender el trabajo sexual desde la perspectiva transexual nos lleve a observar una realidad cruel que viven muchas personas transexuales y transgénero.

 



Las dificultades

La comunidad trans en cualquier parte del mundo encuentra obstáculos y dificultades desde el momento en que comienzan su proceso de reasignación corporal hacia su identidad de género. En ese momento empieza un proceso que les visibiliza como “diferentes” de cara a su entorno. Para la mayoría de personas trans implica una ruptura biográfica, familiar, social, educativa y geográfica. Todo ello propicia dificultades al acceso a la educación normativizada de forma que incrementa dificultades para encontrar un empleo digno, forma de subsistencia casi en cualquier sociedad. 

Vivimos en un contexto de crisis económica en donde algunos segmentos sociales sufren con más rigor las dificultades para acceder a un empleo o para mantenerlo, tal es el caso de las personas transexuales; por ejemplo, casi en cualquier empleo encontramos a personas gay, lesbianas, bisexuales, pero no a transexuales. Las dificultades que encuentra una persona transexual en su proceso de inserción laboral se deben a varios factores: 

—la falta de formación inicial o no completada, desconocimiento para las herramientas para la búsqueda de un empleo; 

—miedo escénico (entrevista de trabajo), estereotipos en el imaginario cultural de las personas transexuales; y 

—por otro lado, las incongruencias entre el aspecto físico y los datos de identificación crea dificultades para la empresa en su contratación.

La normatividad de la sexualidad en la sociedad rechaza a toda sexualidad disidente que no esté en los parámetros de lo “normal”, y es así, que para la transexualidad la ”norma sexual” castiga a este segmento del colectivo LGTBQ negándole toda posibilidad de ser visibles y escuchadas. Irónicamente las acepta en tres cuestiones laborales según las estructuras patriarcales como “cultoras de belleza”, “show girls” y “trabajadoras sexuales”. Me viene a la cabeza el recuerdo de una amiga transexual que me decía: “si yo no nací para las tijeras no puedo ser estilista, si no nací con talento no puedo hacer show travesti, si nací para tener hígado para soportar un cliente, soy trabajadora sexual”(4).

Las personas transexuales son el sector más precarizado, marginalizado y discriminado:

“La violencia contra las personas trans, y en particular contra las mujeres trans, obedece a una combinación de factores: exclusión, discriminación, violencia en la familia, en la escuela, en las instituciones religiosas y en la sociedad en general, y la falta de reconocimiento de su identidad de género. Estas carencias las colocan en un mayor riesgo de sufrir violencia. (…) Entendiendo que los transexuales terminan siendo el sector de disidencia sexual más precarizado y golpeado por la discriminación sin posibilidad de trabajar expuestas a excesivas vejaciones, golpizas, y violencias en las calles; sin embargo recurren al trabajo sexual para poder sobrevivir”(5).

 

Transexualidad, feminicidio, migración y prostitución

Debemos de acusar a la sociedad patriarcal por el asesinato de mujeres —entre ellas a personas transexuales— en manos de hombres y la inmensa mayoría de estos crímenes son catalogados como feminicidios. Los hombres feminicidas matan a las mujeres por diversos motivos: cosificación, posesión, celos, odio, placer, erotismo. (…) La violencia resulta un instrumento de poder clave para someter y subordinar a las víctimas. El feminicidio representa una expresión extrema de la fuerza patriarcal, una forma de manifestar la política sexual y los rituales de dominación masculina. Es más, permite sostener el status quo de la dominación masculina(6).

Para el caso que nos ocupa, la víctima del asesino es una mujer transexual y él o los victimarios la matan por su condición o identidad de género, por odio, rechazo de la misma, también por su origen étnico o sus rasgos fenotípicos. Finalmente por el tipo de trabajo que desempeña, tal es el caso del trabajo sexual. Entran en esta tipología los casos en el que el agresor asesina a la mujer transexual motivada por el odio y la misoginia. Los casos también conllevan la carga de estigmatización social y justificación del feminicidio en la mente de los asesinos: “ella se lo buscó por lo que hacía y por joto”,” porque no es mujer”, “su vida no valía nada”.  

La normatividad de la sexualidad como generadora de la transfobia —mezcla de la homofobia y la misoginia en la sociedad— genera e impulsa la migración de las personas transexuales y transgénero. Las obliga a abandonar sus países de origen por factores de violencia, marginación, rechazo y exclusión (en Latinoamérica y me atrevería a decir en casi todo el mundo). El resultado es la persecución a las que se hayan sometidas debido a su identidad de género tanto por su entorno cercano como por las autoridades. El desahogo económico motiva a un sector reducido de la comunidad trans a viajar a países que les brinden protección a sus derechos como seres humanos y a una mejora social en cuanto a la aceptación de su transexualidad. Pero ése no es el caso de la mayoría pues hay un sector mayor que se ve forzado a emigrar por pura sobrevivencia. Los problemas que genera la normatividad sexual también orillan al asilo político por cuestiones humanitarias. Generalmente lo piden a países que se dicen ser protectores y respetuosos de los derechos humanos. 

 

A modo de conclusión

Se deben crear políticas públicas enfocadas a la comunidad transexual con el objetivo de  ofrecer oportunidades en materia de educación, trabajo, salud, vivienda y con programas que puedan coadyuvar a hacer más fácil la solución al problema del trabajo sexual en las personas transexuales. Crear alternativas de trabajo y talleres de oficios consiguiendo la participación de la comunidad transexual. Es necesario apoyar a las mujeres trans que desean abandonar el trabajo sexual brindándoles ayuda y alternativas laborales. Se debe actuar de manera urgente con las que son obligadas a ejercer trabajo sexual. Y también apoyar igualmente aquellas que deciden libremente ejercer el trabajo sexual y que por tanto disfruten de todos sus derechos de los que disfrutan el resto de los trabajadores y trabajadoras. Pienso que las trabajadoras sexuales deben ser las principales protagonistas de su propia historia y para ellos es necesario su formación educativa, su empoderamiento y que tengan la posibilidad de involucrarse a nivel político para tener la capacidad de decidir en las políticas sobre trabajo sexual que se plantean desde el Estado. Esto mejoraría las condiciones de vida de las personas transexuales. Algunos estudios indican que algunas personas transexuales ya están conformando familias y sus parejas solventan los gastos del hogar. Al formar una familia muchas de ellas tienen la necesidad de trabajar, pero su situación de género se los impide. Por lo general, la persona transexual desea insertarse laboralmente en otros espacios y lo harían inclusive si tuvieran un ingreso menor con tal de ser incluidas en el ámbito social que las haga sentir parte de una sociedad.

 

Coda: La cruel realidad de las estadísticas

Las organizaciones National Gay and Lesbian Task Force y National Center for Transgender Equality realizaron una encuesta a 6,450 personas transgénero y personas que no están conformes con su género. Los siguientes son algunos de los resultados de dicha encuesta:

63% de los participantes en la encuesta han sufrido algún tipo de discriminación en sucesos que hubieran tenido un gran impacto en sus vidas ya sea para sostenerse financieramente o emocionalmente, tales como pérdida del trabajo, rechazo para obtener vivienda, acoso en la escuela (tanto de los estudiantes como de los maestros), agresión física, agresión sexual, desamparo (homeless), perder la relación con algún familiar, rechazo de servicios médicos, encarcelamiento.

90% de las personas trans fueron acosadas en el trabajo o las obligaron a ocultar su identidad en el centro laboral para que no las trataran mal otros trabajadores. 

26% perdieron su trabajo por ser personas tansgénero o por ser personas no conformes con su género y 50 por ciento fueron acosadas

47% de las personas encuestadas expresaron haber tenido algún incidente en su trabajo, como ser despedida, no haber sido contratada o le negaron un ascenso por ser persona transgénero. 

78% de las personas que hicieron su transición de un género a otro dijeron que se sentían más cómodas en el trabajo con su nuevo género y su desempeño laboral mejoró a pesar de los altos índices de maltrato.

78% de los estudiantes trans encuestados fueron acosados en sus planteles educativos.

41% dijeron que habían intentado suicidarse (comparado al 1.6 por ciento de la población general) y se incrementa hasta el 78% en las personas que han sido víctimas de violencia en la escuela. 

16% aceptaron haberse visto obligadas a trabajar en la economía subterránea para obtener un ingreso (Trabajo sexual o venta de drogas)

19% reportaron que se les negó la renta de una casa o un departamento, y 11% reportaron que había sido desalojadas de sus casas y departamentos debido a su identidad de género

19% reportaron haber sido desamparados (homeless) en algún momento de sus vidas por ser personas transgénero o ser personas que no están conformes con su género.

53% reportaron haber sido acosados verbalmente en lugares públicos, como hoteles, restaurantes, autobuses, aeropuertos o agencias gubernamentales.

De las personas que han hecho la transición de género, solamente el 21% ha podido cambiar todos su documentos de identificación; y 33% no ha cambiado ninguno.

Solo el 59% ha podido cambiar su licencia de manejar o ID del estado; por lo tanto 41% de la población transgénero o ser personas que no están conformes con su género viven con una identificación que aparee con su género.

22% que han tenido que interactuar con la policía, reportaron que sufrieron acoso por parte de las autoridades, y para los casos de personas de color fue mucho más alto.

16% de los que respondieron y han estado en la prisión reportaron haber sido agredidos por la policía y 15% reportaron que fueron atacados sexualmente por la policía.

19% reportaron que se les había negado atención médica por ser personas transgénero o ser personas que no están conformes con su género.

43% mantiene vínculos con sus familiares mientras que el 57% ha experimentado el rechazo familiar.

 

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(1) Juana Ramos Cantó. “Las Asociaciones de Transexuales” en Asociación transexual Española- Transexualia. wwwhartza.com transexualidad

(2) Beatriz Gimeno. “Mujeres transexuales y prostitución” en beatrizgimeno.es. 01-17-2011

(3) Países donde la prostitución es legal en el mundo. en rutas. excites.es 

(4) Angelic Hernández.

(5) Ángela Gallardo Suárez. “Transexuales, precariedad y mayores cuestionamientos en La izquierda diario en Géneros y Sexualidades, Chile 11-05-2015

(6) Graciela Atencio y Elena Laporta. Véase feminicidio.net

  

Bibliografía

Atencio, Graciela y Laporta, Elena. Véase feminicidio.net

Campos, A. La transexualidad y el derecho a la identidad sexual, Valencia. 2001

Comas A. La prostitución femenina en Madrid. Comunidad de Madrid, Dirección General de la Mujer. 1991

Davenport Fentanes Gloria. “La Marginación Transgénero”. www.mexicosocial.org/index.php 

Gallardo, Suárez Ángela. “Transexuales, precariedad y mayores cuestionamientos” en La izquierda diario en Géneros y Sexualidades, Chile 11-05-2015

Gimeno, Beatriz. “Mujeres transexuales y prostitución” en beatrizgimeno.es. 01-17-2011

Lamas, Marta. “El fulgor de la noche. Algunos aspectos de la prostitución callejera en la ciudad de México” en Debate Feminista, septiembre de 1993.

Pantoja Sara. “México, segundo lugar mundial en crímenes por homofobia”. Nacional, 11 de Mayo de 2015

Ramos Cantó Juana. “Las Asociaciones de Transexuales” en Asociación transexual Española- Transexualia. wwwhartza.com 

Suarez Rocío. “Discriminación y exclusión laboral de la población transgénero de la Ciudad de México”, Suplemento Letra S. No.228. Julio 14 de 2015

 

Ariann Manzanares (México). Estudió sociología en la Universidad Metropolitana de México. Actualmente reside en Chicago y es cofundadora del grupo #SomosTrans que surgió en la clínica Howard Brown.