Espíritu urbano


Ruth Orkin: American Girl in Italy.

CORPUS CHRISTI – Tengo para mí que esta ciudad, ya vieja compañera de andadas, guarda lo suyo para quien la aprecia. Tú debes saber que las urbes, como las casas, te aceptan o te ignoran, aunque con harta frecuencia para tantos seres humanos todo esto ni en cuenta, pero tú, Laura, tú y dos que tres de nuestros amigos saben lo que digo.

Manejas o caminas por sus calles cuando la melancolía o la poesía te lleva por rumbos no andados —todo depende de la hora del día y de cómo haya ido la noche—, y entonces siempre te sale al encuentro el oportuno bar que será entrañable; el Café que en ese momento es sólo para quienes lo habitarán con su carga de saudade, ventana de por medio, y afuera la bahía dorada por la tarde (imagen que no encontrarás desde ningún otro ángulo, ni le busques); en fin, el malecón, el puente, el andador urbano con tienditas y fonditas o la inesperada galería como la de ayer, que me ofreció todas esas fotografías imprevistas que me hicieron la mañana.

Ahí estaba, por ejemplo, esa foto cuasi mítica que Chito desde el año del caldo mantiene en el “desk” de su computadora, ¿la ubicas?, esa de tres muchachas que parecen coristas a la hora del break, son tres, ¿las recuerdas?, están sentadas en el cordón de una banqueta, fuman y comen bocadillos, boquitas pintadas y piernas abiertas y ni se inmutan a la hora que el fotógrafo retrata su erotizante desparpajo. Pues bien, la encontré en esta exposición, pero la identidad del fotógrafo es “desconocida”. Había tres fotos de fotos de Ruth Orkin, las tres de Jinx Allen, la fémina en las calles de Florencia… exacto, la serie que Orkin le tomó a esa chica americana en Italia. Otras de chicas de los años cincuenta montadas en bicicletas, sus faldas largas y sueltas, sus shorts amplios y descarados; algunas más de parejas en un parque, abrazados en una feria, sentados en una banca, con abierta inocencia o en plena acción amorosa.

La exhibición es una recopilación antológica o variopinta, erótica y urbana (algo así era el título de la misma), llena de rarezas urbanas. Son decenas de imágenes que retratan rincones citadinos, guiños del asfalto, escenas cotidianas que si no las descubres de manera fortuita te pasarán desapercibidas, y entre tantas me llama la atención esa otra destacada en el centro de una pared (“qué casualidad” me dirías tú), es una en la que un grupo de mujeres jóvenes, desde un mural nos dejan ver sus majestuosas nalgas… la intención es comercial, desde luego, el objeto de deseo son las medias, las bragas, las pantaletas, pero todas ellas nos regalan la imagen de sus piernas largas, la coquetería de sus nalgas, lo sinuoso de sus lozanos cuerpos. Nos dan la espalda, sus rostros están fuera de foco y las nueve o diez jóvenes mujeres se entrelazan con sus brazos. La imagen ocupa un mural gigantesco —¿en qué calle, en cuál ciudad?—, y al pie de la enorme fotografía un grupo de transeúntes las ven curiosos, imagino que divertidos, alguno desde el asombro, alguna desde la emoción o el encanto, y se llevarán consigo para el resto de su jornada ese monumental retrato del erotismo urbano… tan íntimo en el murito de la galería.

El chiste es hallarles el espíritu a las calles, como cuando dimos de manera fortuita con La Chunga en el centro de la ciudad de las montañas; como cuando entramos por pura inercia callejera a esa cantina que bautizaste como “el cuadrilátero”, en la ciudad del río; como cuando fuimos directo al musical, tras bajarnos de un taxi, en la ciudad de los rascacielos… simón, el chiste es hallarles el espíritu a las calles, en ellas palpitan las urbes. Del inner city al West End; por toda la ribera del River Walk; desde José María Morelos hasta Serafín Peña; de ciudad en ciudad, vas de hallazgo en hallazgo, hasta llegar a una mesa como esta, con una cerveza como esta, en esta banqueta precisamente, donde nacería el impulso de escribirte y no en otra parte.

 

Lucreio Petra. Originario de Monterrey. Estudió filosofía y letras en la Universidad de Guadalajara. Es traductor y reside en Corpus Christi.