¡Hilaria, no me partas el corazón!


Hillary Clinton durante la Convención Demócrata. Foto: WSJ

 

¿Qué puede uno decir del tal Donald Trump? Su ignorancia es asombrosa, sobre todo para quien aspira a la presidencia del país más importante del mundo (todavía lo es, ¿verdad?).

Nunca había visto un hombre con aspiraciones de político más ignorante que este señor. Bush hijo, lo deja atrás con mucho; por lo menos no fue grosero ni burdo ni agresivo, aunque, qué digamos, ese señor tampoco nunca me impactó por su inteligencia.

Me asusta Trump porque me parece que como ejemplo de lo que es ser estadounidense, deja muy mal parado al país. Trump habla muy mal de Estados Unidos; no habla de la decencia, sensibilidad y generosidad que demuestra una muy buena tajada del pueblo estadounidense. Trump nos aglomera a todos y nos embarra y nos deja muy mal parados. Dios nos agarre confesados este noviembre. Me aterra la idea de que pudiera ganar.

Por su parte la Sra. Clinton me preocupa. Me explico. Como mujer, claro, está el gusto de ver que por fin una mujer llega a estas alturas de unas elecciones presidenciales. Yo tengo la confianza de que la carrera la tiene ganada contra Trump, aunque uno nunca sabe, pues. Lo que me preocupa de esta mujer es que no termina de inspirarme confianza. Hay algo, algo en ella que no termina de convencerme.

Siempre he tenido una gran ilusión de tener una mujer presidenta. ¿Por qué? Bueno, yo tengo en alta estima a mi género. Sorry, señores. Creo que las mujeres a lo largo de las centurias han sufrido, trabajado, cocinado y zurcido; se han caído y levantado, hecho el amor y parido con todas las fuerzas de su ser. Han seguido a sus hombres en las buenas, honrándolos y respetándolos, y en las malas, han sido pacientes con los pendencieros, borrachos, golpeadores y han protegido con diligente y feroz ternura a sus críos. Las mujeres somos la mitad de los seres humanos que habitamos este noble planeta. Ganamos menos que los hombres, muchas siguen cumpliendo una jornada extra sin sueldo, como las cocineras y afanadoras de una casa donde los hombres se sienten dioses y señores.

En fin, antes de que me perciban como resentida, mi corazón siempre ha guardado la esperanza de que una mujer presidenta sabría por su experiencia como hembra, trabajadora, esposa, amante y madre la cuesta arriba lucha de vivir, de sufrir por los nuestros, de partirnos la madre por los nuestros y que como presidenta, sabiéndose en una posición de poder iba a poner sus manos a la obra de corregir tanto error y terror que como raza humana hemos cometido contra nosotros mismos y contra nuestro planeta. Hilaria no me hace pensar que se va a poner las pilas para comenzar la difícil enmienda de cambiar nuestro rumbo. A veces pienso que tiene tanto en la política que no podrá evitar ser como los hombres que la han precedido y que la rodean, que será un chico más en el Club de los Chicos.

Eso me dolerá. Don’t go breaking my heart, Hillary!

 

Margarita Hernández Contreras, guadalajareña, vive en el área de Dallas. Es traductora profesional del inglés al español. Para comentarios: mhc819@gmail.com.