José Emilio Pacheco (1939 – 2014)

Se fue José Emilio Pacheco, un escritor menos de ese reducido grupo de artistas comprometidos con la palabra, con su tiempo y con los más vulnerables. Fue novelista, poeta, traductor y ensayista. Se le recuerda por Las batallas en el desierto, su “Inventario” mordaz en la revista Proceso y poemas como “Alta traición” que no pocos jóvenes y viejos se saben de memoria. El mejor homenaje que se le puede hacer a un escritor es leerlo o releerlo y tal vez esta sea la oportunidad. En su último “Inventario”, que dedica a su amigo Juan Gelman, Pacheco escribe: “’El que se va no vuelve aunque regrese.’ Contra la separación del país y de su lengua sólo quedan la defensa y la venganza de escribir.” Para despedirlo, El BeiSMan ha invitado a un grupo de escritores inmigrantes que escriben en español en un país extranjero.

“La diosa blanca
la nieve vino a despedirme.”
—JEP

A la par de otro vórtice polar, así como lo escribió en este poema, en Chicago, la nieve vino a despedir a José Emilio Pacheco, y el domingo 26 de enero nos sorprendió la noticia de su muerte en la ciudad de México.

Escritor prolífico en la narrativa y en la poesía, perteneciente a la llamada generación del medio siglo en la literatura  Mexicana.  Como miembro de esta generación, compartió la escena de las letras en México, con autores como  Juan Rulfo, Rosario Castellanos, y Carlos Fuentes, por mencionar algunos de los escritores de dicha generación. Como  escritor practicó distintos géneros, la narrativa, la poesía, la crítica literaria, pero se destacó en el periodismo cultural.

La novela, obra por la cual más se le reconocía ¨Las batallas en el desierto¨ recoge un retrato de las ideas y la mentalidad de la clase media mexicana del medio siglo.

Pacheco no solo fue crítico literario, narrador y poeta, sino que también fue traductor. Era pues uno más de los  polifacéticos escritores que nos quedaban.

En su periodismo cultural y en su  obra ensayística, no faltaba el toque humorístico y socarrón, al estilo de Monsiváis, técnica cuyo propósito era llevarnos de forma amable a la reflexión profunda y crítica. José Emilio tus palabras te alcanzaron y te has ido al espacio de “te irás y no volverás”.

 

Elizabeth Narvaez-Luna. 

 

 

La llamada generación del Medio Siglo colmó la vida literaria en México como no se veía desde la generación de Contemporáneos. Ahora que han ido falleciendo entre tantos otros Bonifaz Nuño, Chumacero, Monsiváis, García Ponce, Fuentes y ahora José Emilio Pacheco, se vuelve necesario difundir, releer y dimensionar la obra de estos autores.

No solo hay que releer la obra literaria de José Emilio Pacheco, sino que es importante retomar su apuesta por el humanismo, su convicción por el oficio literario y la divulgación. Desde que, muy joven llegó a mis manos la edición de Joaquín Mortiz de El principio del placer, Pacheco ha sido una presencia ubicua para bien, no solo desde los libros, sino desde el ejercicio del periodismo cultural. Su columna “Inventario” en la revista Proceso era una gozosa miscelánea donde la erudición literaria y el rescate histórico se daban la mano con amenidad. Por mucho tiempo, en aquella era pre-digital recorté la columna de Pacheco y la guardé en folders que se extraviaban invariablemente en las mudanzas, pero esa voz sin afectaciones esteticistas, templada en el rigor y la sencillez, quedó para mí como un alto ejemplo ético de escritura.

Lucrecio de la Fuente. Poeta y periodista. Radica en Chicago.

♦ ♦ ♦

Corría el año 1990. Febronio Zatarain, Enrique Murillo y un servidor habíamos fundado un club de lectura en el barrio de Pilsen. La idea era leer una novela breve cada semana y comentarla el viernes por la tarde. Empezamos por El lugar sin límites, de José Donoso, título que le dio nombre a nuestro club porque revelaba una crítica a la existencia de las fronteras: la cultura va y viene, no tiene límites; lo mismo los pueblos en necesidad. Seguimos con El apando, de Revueltas, Aura, de Fuentes, y Las batallas en el desierto, de Pacheco. En las 37 páginas de esa novela, entendí que el enamoramiento es una tragedia cuando ocurre durante la infancia. ¿A qué puede aspirar Carlitos? Su amor por Mariana lo quema pero es inasible. Él lo sabe y necesita manifestarlo. Las batallas en el desierto nos recuerda que un amor que no aspira al matrimonio o a la paternidad ha de recibir la incomprensión de la sociedad. También nos recuerda que el amor puro, como el de Carlos, guarda una gran dosis de dolor pero también nos puede llevar al despertar.

Siguieron los viernes del club de lectura. Leímos Moriras lejos, también de José Emilio, pero esa ya es otra historia.

 ♦

Raúl Dorantes. Escritor y dramaturgo. Autor de la novela De zorros y erizos.

♦ ♦ ♦

 

Fui a dar al mundo de letras de José Emilio Pacheco por Café Tacuba. Y es que a casi todos nos ha pasado, hemos descubierto novelas, poemas y cuentos dentro de una canción. En 1992, nueve años después de ser publicada Las batallas en el desierto, Enrique Ranguel “Quique” —bajista de los Tacubos— compone “Las batallas” que debutó como sencillo de su primer álbum Café Tacuba. Esté se originó a raíz de su lectura de la obra de Pacheco, y como reclamo a Carlos, a ese niño valiente que le declaró su amor a Mariana. Cuando me topé con el tema “Las batallas”, no entendía bien en ese entonces el “¿por qué tuviste que decirle a Mariana que la amabas?” hasta que leí la novela. Para mí lo que sobresalía de la novela era esta memoria atorada que siempre asocié con el poema “Memoria” de Pacheco que leí poco después: “Quién te dice que no te está contando ficciones / para alargar la prórroga del fin / y sugerir que todo esto / tuvo al menos algún sentido”. Siempre me acordé de Carlos cuando busca desesperadamente información sobre Mariana y Jim intentando aclarar si lo que le dijo Rosales sobre el suicidio era verdad. A pesar de buscar, nadie sabe nada, nadie conoció y nadie ha escuchado hablar de Mariana. Una obsesión pasa a ser una memoria que lo persigue, y al final lo único claro fue su amor verdadero, aquel sin esperanza. Pacheco ha dejado este mundo, pero sigue transitando este universo en nuestra memoria.

Roxyo Colette. Escribe para descubrir. Le gustan las historias breves y los sueños eternos.

♦ ♦ ♦

Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco, ha sido lectura obligada para toda una generación. Sus mejores lectores son, ante todo, jóvenes. Es un libro que reivindica los arrebatos del primer amor, época febril y trastornada. Otra manera de leer ese libro es incidiendo en el comentario social. El panorama que describe Pacheco es desalentador: la Ciudad de México asediada por el perenne problema de la inequidad. Con un lenguaje que oscila entre la precisión matemática y la imagen poética, Pacheco hace una aguda crítica de la clase privilegiada. Irónicamente, personajes como los que él describió y de quienes quiso distanciarse serán los que le monten guardia de honor. Habrá fotografías y videos y tuits, y algún copetón elocuente y fotogénico pronunciará un extenso discurso vacío en honor a un hombre de pocas palabras, de palabras precisas y colmadas de, de… ¿de qué? Los jóvenes, a quienes no se les permitirá montar guardia, esos jóvenes enfermos de amor y literatura, lo sabrán bien, y lo sabrán callar. Descanse, pues, José Emilio Pacheco.

  ♦

José Ángel N. Escritor mexicano radicado en Chicago. Su libro Illegal: Reflections of an Undocumented Immigrant se encuentra ya en circulación bajo el sello University of Illinois Press.

♦ ♦ ♦