Juan Felipe Herrera. Foto: paintthisdessert
El caso de Juan Felipe Herrera, actual poeta laureado de Estados Unidos, puede plantearse como una paradoja: defensor comprometido del indocumentado, Herrera es, al mismo tiempo, el rostro sublime de un gobierno que ha destruido el núcleo familiar de 2.5 millones de hogares inmigrantes. Suscita esto, en el mejor de los casos, ciertas dudas y, en el peor, una terrible confusión. Y no es para menos: la duda y la confusión en torno a la problemática del indocumentado han permeado la gestión entera del presidente Obama, cuya acción hacia nuestra comunidad ha oscilado entre el titubeo y la deportación masiva, el oportunismo y el desaliento.
Si bien las circunstancias concretas del indocumentado nunca dejarán de ser algo abstracto para Obama, en el caso de Herrera ocurre lo contrario: son la médula, la vida misma de su obra. Aludiendo a la xenófoba iniciativa de cierto gobernante californiano, el irónico título de uno de sus libros es 187 Reasons Mexicanos Can’t Cross the Border. El bardo estadounidense se presentó en el campus de la Universidad de Illinois, Urbana-Champaign, durante la cual la lectura del divertido poema que titula su libro fue obligatoria. O, más bien, un performance interactivo. Porque Herrera no es sólo poeta: es un carismático artista de la palabra hablada y una persuasiva voz de la causa que defiende. Herrera enganchó al público asistente de una manera socarrona y afable, y ofreció una muestra de la diversidad de su obra.
La obra de Herrera ha atravesado por varias facetas, que van del chicanismo militante, a la búsqueda de raíces, de la creación de literatura infantil a la defensa del migrante, entre otras tantas. Y por eso resulta curioso que la diversidad de su obra sea, al mismo tiempo, su debilidad y su grandeza: enarbolar la bandera de Aztlán le gana la simpatía de cierta minoría y le niega, a la vez, un público mucho mayor. Pero cuando la agenda política se deja al lado, cuando la pluma panfletaria reposa y la imaginación eleva el vuelo, entonces sus versos se convierten en alas que se baten contra el pecho, ora elevándose, ora desplomándose. Es una voz de variadas tonalidades que canta, que se lamenta, que celebra pero sobre todo que duda, que se busca y que pregunta:
A 29 de abril de 2016
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José Ángel N., autor de Illegal: Reflections of an Undocumented Immigrant