La otra cara de la moneda

 

El temor de una recesión de la economía mexicana a base de políticas hostiles por parte de los Estados Unidos de Donald Trump es exagerado, gracias —en particular— al peso débil.

 

Después del “shock” que causó la elección de Donald Trump como nuevo presidente de Estados Unidos en México, es necesario discutir la inesperada constelación política-económica con la cabeza fría. La importancia para tal discusión se vio reforzada después de las “intervenciones tuiteras” del presidente, dirigidas a varias automotrices y sobre el TLCAN y el muro fronterizo provocando reacciones bastante nerviosas por parte de inversionistas (reflejadas en la fluctuación del tipo de cambio), de políticos y observadores, entre otros. Seguro el “Efecto Trump” cambiará muchas condiciones en la relación bilateral de México con su vecino en el Norte, pero hablar de una “película de terror” y del “peor escenario” en camino a una recesión prolongada de la economía mexicana, se puede descartar como exagerado.

 

Adversidades y su “contra-peso”

¿Por qué descartar dicho escenario? Es verdad que el resultado para México no podría haber sido peor. No solamente ganó Donald Trump con su campaña populista y anti-mexicana, al mismo tiempo los republicanos ganaron mayorías en ambas cámaras del Congreso. En particular las medidas proteccionistas propuestas (por ejemplo, renegociar el TLCAN y sancionar a empresas realizando “outsourcing” de Estados Unidos a México) son bastante preocupantes para México y su economía, siendo que estas empresas internacionales constituyen uno de los sectores más dinámicos del país y “rescatan” la balanza comercial. Desde luego, una situación sumamente adversa.

Ahora, a pesar de la abrumadora situación política a favor de Trump, con mucha razón se puede dudar de las bases legales que tendrá para “aranceles castigos” o medidas parecidas. Entre las diferentes razones para asumir que el mencionado escenario de una recesión de la economía mexicana no se hará realidad, destaca un argumento poco conocido: la divisa, o bien el tipo de cambio bajo del peso mexicano frente al dólar estadounidense. Este argumento contrasta con la percepción popular en México que asocia un valor más bajo de su moneda únicamente con palabras como “inflación” o “crisis”. Pero eso sólo es una cara de la moneda. La otra cara bien podría decir: “contra-peso”.

 

Reglas económicas básicas 2.0

Para explicar mejor el argumento del “contra-peso” es necesario ir unos meses atrás. Desde mediados del 2016, muchos analistas consultaron el tipo de cambio dólar a peso (USD/MXN) no por interés económico, sino porque ese tipo de cambio culminó mejor que casi cualquier otro indicador todas las probabilidades para una victoria electoral de Trump. Con cada encuesta o rumora favor de Trump, se depreció el peso ante el US-dólar. En contraste, por ejemplo, el peso ganó más que 30 centavos (1.66 %) frente al dólar el día hábil después de que se hizo viral el video de Trump con sus declaraciones respecto al acoso sexual a mujeres. ¿A qué se debió eso? A diferencia de los “viejos” tiempos, el tipo de cambio se rige no sólo a través de importaciones y exportaciones de productos y servicios, u otros movimientos “reales”. Hoy en día, con los mercados financieros tan abiertos e interconectados como en el caso de México y Estados Unidos, el tipo de cambio fluctúa más con base a movimientos “oportunistas” de los inversionistas en ambos lados del río Bravo, aprovechando la liquidez de su capital. Al contrario de la “teoría pura”, estos movimientos no se basan en datos empíricos o hechos reales, sino en expectativas y especulaciones sobre los mismos. O, en otras palabras, el tipo de cambio está cada vez menos vinculado al mundo real, y más influido por la psicología de masas.

 

La “otra cara de la moneda”

De acuerdo con estos movimientos psicológicos masivos del peso frente al dólar, el mismo tipo de cambio se convierte en un “equilibrador automático” para la cuestión de la atracción de México para inversiones internacionales en el mediano y largo plazo. Asumiendo que Trump llega a concretizar algunas de las medidas proteccionistas que anunció, el peso se depreciará de manera fuerte. Sin embargo, el peso más bajo al mismo tiempo vuelve a México más atractivo como destino de inversiones internacionales, porqué así las mencionadas empresas exportadoras pueden producir sus productos cada vez más económicamente (sueldos, inmuebles, transporte) mientras las buenas condiciones y cadenas de producción, por ejemplo, en muchas zonas fronterizas o el Bajío, siguen siendo favorables. Al mismo tiempo, un peso más bajo también aumenta el valor de las remesas y promueve el turismo tanto nacional como internacional, siendo otro sector dinámico y de alta importancia para la economía del país. Así, con cada paso de la presidencia Trump hacía “aranceles castigo” u otras acciones parecidas, el valor del peso frente al dólar caerá y así compensará (y hasta podría superar) el efecto negativo de la medida proteccionista.

Sin duda, un tipo de cambio cada vez más débil conlleva otros riesgos, por ejemplo, una inflación importada o —si la depreciación sucede de manera descontrolada— la estabilidad económica general afectando por ejemplo empresas importadoras o con deudas en dólares. Al respecto vale mencionar que, a pesar de la fuerte caída del peso en los meses pasados, la inflación sí aumentó, pero se mantuvo en niveles moderados (3.36% para 2016). Sin embargo, es probable que en combinación con otros factores —sobre todo el reciente “gasolinazo” y sus efectos secundarios— aumentará la presión inflacionaria, situación que sigue siendo el centro de atención del Banco de México. El mismo Banxico, por otro lado, cuenta con más de 170 mil millones de dólares de reservas para controlar una depreciación descontrolada. Mientras tanto, en noviembre y diciembre 2016, y para sorpresa de muchos observadores, la cuenta corriente (o balanza comercial) de México fue positiva, es decir se exportaron más bienes que se importaron.

Así queda como conclusión, que entre tantos dichos y “tuits” del presidente es necesario un debate más calmado, que analiza mejor los puntos críticos que están sobre la mesa. Por ejemplo, valdría la pena analizar bien en base a que legislación y bajo cuales condiciones políticas, la administración Trump puede imponer un “gran impuesto fronterizo” de 35% (o 20% según los últimos tuits), sin salirse no sólo del TLCAN, sino también de la OMC.

Pero, en fin, la mejor protección al “Efecto Trump” y sus posibles repercusiones negativas para México, es el mismo efecto equilibrador del tipo de cambio, o, usando la metáfora: la “otra cara de la moneda”.

 

Wilhelm Spanknebel. Nacido en Berlín, Alemania, estudió Economía y Ciencias Sociales en Göttingen. Huyendo de mucha teoría y rutina universitaria pasó estancias en Estados Unidos e India, antes de pisar “tierras latinas” en Costa Rica y México. Cumplida su tesis y el título en su bolsillo, siguió el llamado de su corazón a México para trabajar —entre otros— en el sector financiero y de desarrollo en Guadalajara, León, Ciudad de México y finalmente Querétaro. Después de casi 7 años en México hizo un salto al sur del continente para explorar las tierras del Inca, donde actualmente vive en Lima. Aparte de economista, es consultor para proyectos de cooperación internacional, catedrático universitario, y autor de artículos económicos y culturales. Dejó de publicar en los años pasados, pero tiempos excepcionales requieren esfuerzos especiales. O en otras palabras: si la locura reina a ambos lados del río Bravo, urgen voces de razón y calma.