La otra cara de los líderes migrantes mexicanos en Estados Unidos

 

El inmigrante se levanta.  

 

Hoy más que nunca es necesario desmitificar la realidad de los migrantes y sus líderes. Más aún cuando se ha estado debatiendo en los últimos meses en los medios de comunicación la desafortunada decisión de la Corte de Estados Unidos de rechazar la propuesta de Obama que intentaba regularizar alrededor de cinco millones de indocumentados y el 2016 empezará con deportaciones masivas de indocumentados por parte del gobierno de Obama.

Desde hace algunos años he vivido de cerca el fenómeno migratorio en una doble vertiente, como estudioso del tema (académico) y migrante. He tenido la oportunidad de estar en los dos frentes, con los que se quedaron y con los que se fueron. Los primeros regularmente replican los prototipos del migrante tradicional: se fue porque en México no tenía nada, pero triunfó en el otro lado. No necesariamente es así.

Hay una gran cantidad de combinaciones y factores que determinan las razones para migrar. Como regularmente se piensa, no todos los que se van triunfan y no todos lo hacen por razones económicas. Cada historia representa una realidad muy particular y diferente a la otra. Muchos huyen de la violencia, por integración familiar y hasta por un factor determinante que me gustaría denominar “la cultura de la migración” que no es otra cosa que una tradición histórica en las comunidades de origen de los inmigrantes. Los que se fueron, sin embargo, mantienen una estrecha relación con México. Lo hacen a través de los noticiarios hispanos, la música, la comida, tradiciones, formas, conductas y mediante sus organizaciones comunitarias denominadas Clubes y Federaciones. Éstas han aportado mucho en términos de cooperación en sus comunidades de origen; un ejemplo de ello es el programa 3×1 que consiste en que por cada dólar aportado por los migrantes, el Gobierno Federal, Estatal y el Municipal aportan 1 respectivamente.

Asimismo, estas Federaciones —desde hace ya algunos años— han generado una importante presencia (lobby) en México en donde las organizaciones migrantes binacionales han hecho un excelente trabajo. Sus representantes, es decir, sus líderes (comunitarios o no) han sido los que han empujado y puesto sobre la mesa de negociación en México temas sensibles para los de acá, pero importantes para los de allá. Hablo del voto en el extranjero, exigencia de representación política en las cámaras (diputado migrante), activismo sobre asuntos de política migratoria, entre otros muchos temas.

Con la intención de desmitificar y abordar en su justa dimensión a estos líderes migrantes poco estudiados, me di a la tarea de crear el Atlas de líderes migrantes mexicanos en Estados Unidos —los casos de Chicago, Los Ángeles y Nueva York próximo— a publicarse por el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México (SRE). Los resultados del análisis del trabajo que se realizó de septiembre de 2014 a septiembre de 2015 arrojó datos sorprendentes de estos actores políticos que se desconocían. Por ejemplo, la investigación halló que más del 77% de los líderes de las tres ciudades tienen educación profesional; más del 72% de ellos realizan su trabajo sin percibir suelo, es decir, su trabajo es pro-bono; más del 60% no cuentan con filiación política ni en México ni en Estados Unidos; más del 80% no tiene aspiraciones políticas en ambos lados de la frontera; más del 60% cuentan con la doble nacionalidad; 98% están dispuestos a capacitarse; los estados de Oaxaca y Puebla aportan el mayor número de líderes migrantes de acuerdo a los 36 líderes entrevistados (12 en la ciudad de Los Ángeles; 12 en la de Chicago y 12 en el de Nueva York).

La investigación también encontró algunos otros datos importantes como por ejemplo, la mayoría de los líderes se encuentran entre los 50 y 60 años, lo que habla de la urgencia de la renovación de cuadros, o bien, más del 70% de los líderes son hombres, lo que habla de la urgencia de incorporar a más mujeres en sus filas. Con estos datos y otros que el Atlas muestra, las autoridades mexicanas, o bien, aquellas que tienen una relación constante con nuestra diáspora y sus líderes en Estados Unidos podrán tener una idea más acabada de sus contrapartes y por su puesto, evitar caer en los vicios y prejuicios de la comunidad mexicana transfronteriza.

 

Adolfo Laborde es profesor – investigador de la Escuela Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales del Tec de Monterrey, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI).