Marisol, del dramaturgo José Rivera, autor de Diarios de motocicleta, libreto nominado al Óscar en 2005, nos lleva a una ciudad de Nueva York apocalíptica, llena de inseguridad y violencia. Al entrar al teatro, el público es recibido por una serie de videos, cronológicamente regresiva, que muestran guerras y desastres naturales de las últimas décadas y que generan una sensación de temor y pánico. Estos videos acompañados de sonidos, humo, cambios de luces dramáticos y otros efectos logran trasladar al público a un ambiente urbano en decadencia. La escenografía complementa la decadencia con grafiti que emiten mensajes de desesperanza, tales comocope y trust no one. El aspecto técnico de Marisol sobresale por su uso de medios mixtos durante toda la obra.
La trama es compleja. Se critican ampliamente las enfermedades sociales que han plagado al proletariado, pero desde el punto de vista de la clase media venida a menos, es decir, de gente que no tiene las habilidades de supervivencia, de los pobres. Gente destrozada por las realidades que son la norma para las clases menos pudientes neoyorquinas. La protagonista, Marisol, es una puertorriqueña del Bronx que logra ascender a la clase media; a pesar de esto, sigue estando agobiada por los malestares de la ciudad. Ella es muy amiga de una chica de Brooklyn, June, la estereotípica niña blanca que se autodenomina comunista, pero que le teme a los pobres. June se da palmadas en la espalda por su superioridad moral, pero incita a Marisol a crear una distancia física con la plebe de Bronx al costo de enajenar a su propio hermano, Lenny, un joven extraño que tiene poco tacto en lo que incumbe asuntos femeninos.
El orden cronológico de la obra es un poco caótico y no del todo lineal. Hay incidentes en el futuro que afectan el pasado, lo cual es perdonable cuando se toma en cuenta que los percances y la decadencia de este mundo son causados por un Dios envejecido e incapaz de vigilar o dar mantenimiento a su creación. La posición del sol cambia, la luna desaparece, las mujeres no son las únicas progenitoras, detalles que crean un sentimiento de abandono, confusión y desesperación en la Gran Manzana. La incapacidad de Dios de mantener las necesidades del planeta causa una rebelión por parte de otros seres celestiales, la situación llega a un punto tan horrendo que los ángeles de la guarda abandonan a aquellos que protegen para enfrentar un ataque en contra de Dios que tiene el fin de destruirlo y reemplazarlo.
Marisol, a pesar de sus temas oscuros, no carece de humor. Existen varios momentos cómicos en las relaciones humanas de esta distópica travesía. Algo que es importante recalcar es el talento actoral de Marisol (Cecilia G. Hernández), June (Emely Rachel Hosman) y Lenny (Ian Williams). La obra logra mantener un buen ritmo; se emplean todos los recursos disponibles en el Stage Center Theatre, accesorios teatrales, excelente indumentaria, especialmente para el ángel (Tameera Harris). Marisol también goza de una excelente dirección por parte de Adam Goldstein, que cierra con broche de oro la temporada 2017-2018.
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Antonio E. del Toro nació en Guadalajara. Trabaja como intérprete y traductor en Chicago. Gracias a un interés en tecnología y literatura, ha encontrado el teatro y su complejo proceso de producción. Otros intereses incluyen cine y técnica mixta.