¡Sí! Selfie en Chicago
Tengo dolor de patria, dolor de paz y no por “el sí o el no”, respeto la diferencia de opiniones; es el dolor causado por la indiferencia.
Entré corriendo y de repente todos aplaudieron fuertemente. “Ella es la última votante. ¿Cuál es su número de cédula?” Y lo grité como si hubiera pedido un guaro. “¡Aquí! eres de mi mesa, ven, corre. Te quedan 3 minutos. ¡Aquí está tu voto, no importa cuál sea!”
Me quedé mirando a la mujer de pelo castaño claro y lentes un poco chuecos del afán. Estaba llena de adrenalina. Las otras cinco personas de la mesa sonreían como si estuvieran echándonos porras, como en la recta final de una carrera de tantos años. Y sí, han sido 52 años de guerra, 36 que recuerdo con lucidez. “Señora, por favor apúrese o ya no nos reciben el voto. Hoy estamos cambiando la historia de Colombia”.
Fui la última votante en Chicago. Le pedí a Diego, funcionario del Consulado General de Colombia en Chicago, a quien con los años le he tomado gran aprecio, que me permitiera quedarme con ellos hasta terminar el himno nacional. Y así fue. Todos miramos a nuestra tricolor con la mano en el pecho y “(…) ¡Oh jubilo inmortal!…”.
Mientras tanto: “Fermina, respira este aire de tolerancia, de respeto a las diferencias, de no tenemos que ser iguales para vivir en nuestro país. Respira este nuevo viento, respíralo”.
La derrota. AP/Ariana Cubillos
LA GUERRA QUE NO ES MÍA PERO QUE ME PERTECENE
Salía de una entrevista en VocaloFM con Roxy Anestesia, en compañía de Franky Piña, director de El BeisMan, y Jorge Hernández, poeta; cuando nos dieron los resultados de las votaciones. Me dolió el cuerpo, el alma. Me sentí abrumada.
Conducía hacia mi casa y no dejaba de pensar en las estadísticas de las votaciones que aún no conocía, en las respuestas que se tienen que dar a los hijos de los soldados que vuelven a combate, a los hijos de los guerrilleros que pensaron que sus padres podrían tener la posibilidad de otra vida; pensaba en los desplazados, en las madres que no conocen de este o aquel lado de la raya, pensaba en mis hijos.
¿Qué se les dirá? ¿Cómo serán las renegociaciones? ¿Continuarán los secuestros, las masacres, los campos minados? Pregunto, porque no tengo respuestas. Mi cabeza es una licuadora sin fin, la de millones de colombianos debe ser como la mía, con preguntas idénticas y muchas más.
Encendí la radio y escuché que la gran ganadora de hoy había sido la abstención. “¿En serio Fermina? ¿La abstención del 62,59%[1], en un día como hoy en que podríamos haber cambiado el rumbo de la historia? ¡Coño! No me hubiera importado el resultado mientras hubiera sido la mitad +1 del país que hubiera votado”.
Cuando el resultado es generado a partir de la opinión de unos pocos, me duele. La abstención fue la ganadora de hoy, no nuestro deseo por la paz. Dejémonos de pendejadas, todos queremos la tan deseada paloma de la paz y señores, nos dejaron como novios en el altar.
En cuanto a lo que hubiera querido, soy de las que creo en las segundas y terceras oportunidades, en las caídas, en los remiendos y las historias que se escriben a partir de países como el nuestro; un país roto, lleno de cicatrices, de dolor, de golpes. Sin embargo, estas historias se escriben a través del perdón.
¡Vaya palabrita para generar incomodidad! Uno debe perdonar por uno mismo, no por el otro, ni por los demás, para ser libre de esta guerra que no es mía y que me pertenece desde que tengo uso de razón, pero no quiero que llegue a manos de nadie más.
No estoy de acuerdo con los crímenes de lesa humanidad. Me aterra el precio humano de la guerra: las emociones lastimadas, la salud mental, los vínculos familiares rotos, los estigmas, los rótulos en la frente, la intolerancia, la falta de compasión. ¿Y qué decir del precio que pagamos los colombianos por la guerra? Por día perdemos $22.000 millones de pesos.[2]
A usted que opina, raja, se queja, dice, predica, saca el ojo, despluma, arregla y desarregla, sí, a usted, que además de todo lo anterior, no vota porque “¿paque? si el sistema está comprado” o “no hay necesidad porque ya ganamos”. No me importa de qué lado está, lo invito a reflexionar. Los juegos se ganan jugando hasta el último segundo del último minuto y su opinión sólo cuenta cuando usted VOTA, de lo contrario es pura bulla. “(…) El peor analfabeto es analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos…” Berlton Brecht.
¿Y ahora? Getty Images
CRUCÉ LA RAYA
Me acabo de acordar de la canción de Andrés Cepeda, “Mi generación”, debe ser porque recuerdo como si fuera ayer la toma del Palacio de Justicia, la redacción de la nueva Constitución, la bomba en la 93, el secuestro de cercanos míos, la muerte de tantos otros en combate, la reinserción del M-19 y todos los miedos que se oían en los elevadores, en los pasillos: “Virgilio Barco está loco, vendió al país”.
Recuerdo cuando Antonio Wolf se lanzó como candidato a la alcaldía de Pasto, muchos levantaron la ceja y con el tiempo: “Nunca habíamos tenido un alcalde como él”.
Crucé la raya cuando llegué a votar al Copernicus Center, como muchos otros lo hicieron en el exterior y en Colombia, a pesar de la incertidumbre, a pesar del mal tiempo, a pesar de todo. Porque lo demás son excusas.
Al otro lado de la raya, por repetición, siempre está lo desconocido y en la mayoría de los casos está el odio, el miedo, la desolación, los problemas y finalmente la muerte. Y crucé —siempre cruzo— porque para mí, al otro lado de la raya existe un mundo infinito de posibilidades por crear, porque todo está por hacerse y todo está por escribirse.
Crucé la raya por mi generación, por mis hijos, por cada niño víctima de una mina antipersonal, por cada madre que perdió a su hijo en combate sin importar su causa, por cada familia que lo perdió todo sin saber por qué, por cada campesino que a la fuerza le tocó cambiar su plantío por coca o a su hijo por la vida misma, por cada muerto de guerra, por 52 años de impunidad, por la inercia, por el “analfabetismo”, por la estupidez medieval en la que vive la sociedad.
Crucé la raya porque vale la pena y porque es la única forma de sanar el dolor de paz.
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[1] Porcentaje de abstención electoral (02/10/2016) la cual es mayor a la ocurrida durante las elecciones presidenciales del 2014. (El tiempo)
[2] Información con base en un estudio realizado por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) y la Agencia de Comunicaciones para la Paz (Acpaz)
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Fermina Ponce, colombiana.Comunicadora Social y Periodista y, Especialista en Gerencia de la Comunicación Organizacional de la Universidad de La Sabana, Bogotá, Colombia. Su primer libro de poesía “Al Desnudo”, fue publicado por la casa editorial Oveja Negra®, y presentado en Feria Internacional de Libro de Bogotá, (FilBo 2016). En Mayo de este año, también fue parte del libro “Today’s Inspired Latina”, en el cual 26 mujeres hispanas emprendedoras en los Estados Unidos de América, cuentan su historia. Actualmente, está terminando su nuevo poemario “Mar de (l)Una”, el cual será publicado por la Universidad Externado de Colombia.