Ocelocíhuatl, de Xánath Caraza


 

Ocelocíhuatl, Xánath Caraza. Traducción al inglés, Sandra Kingery. Traducción al náhuatl, Tirso Bautista Cárdenas.
USA: Mouthfeel Press, 105 páginas, 2015, $16.00, ISBN: 978-0-9967247-2-2

 

Debo decir que al principio creí que me hallaría ante un poemario de homenaje a la raíz indígena, un recreo de lo prehispánico, pero sorprendentemente me agrada haber encontrado otra cosa: encontré textos que traducen el día a día de una sensibilidad contemporánea, encontré palabras para las sensaciones que a muchos nos habitan: la desoladora impotencia ante la injusticia social, ante la masacre, encontré pensamientos en orden a ese cúmulo que tenemos cuando sentimos que nuestra llegada a un lugar es algo más que un traslado y que ese sitio es muchos a la vez y uno los traspasa con la idea.

Encontré belleza y desolación.

Este poemario abre con un trancazo en la cara, abre con espuma sangrante de los 43 que nos hacen falta, y que diría yo, se suman a los otros muchos que nos andan desapareciendo… (p. 3), y después nos lanza y en el aterrizaje llegamos a un lugar que es como el Aleph caótico del homicidio, del abuso policiaco, de la protesta y todo mediante una reiteración con leves pistas para quien quiera entender: “La misma noche que aterricé en St. Louis MO”, un poema en donde la situación social, aparentemente ajena a la académica, a la viajera, abona a la biografía poética de la propia Xánath.

¿Estoy leyendo las noticias o un poemario? Me pregunto cuando me meto a Internet a recordar los planteamientos de la Ley del Odio en Arizona, a la que se alude en “De sinónimos, eufemismos y algunos tropos” (p. 16), pero justamente me salva en mi pregunta la estrofa que inicia con “Viento lleva el tiempo de libertad”. ¿Qué es lo que hace que un poema sea un poema y no un ensayo, o una crónica, cuál es la necesidad de decir en el lenguaje de la poesía lo mismo que se dice en una fotografía o un reportaje? Me pregunto también sobre la pertinencia de mi planteamiento… Ésa es una de las preguntas persistentes que me surgieron en la lectura, en donde me iba del Mar Adriático a Fukushima. Aclaro, no es una pregunta que me moleste, sino que agradezco que el libro me haya invitado a formular, porque lo hice desde la serenidad de la interrogante en sí, no desde la ansiedad del lector que desea soltar el libro que tiene enfrente.

Siento que éste no es un libro, siento que son dos libros; a partir del poema “Kansas City” (p. 32) me pareció entrar en otra dimensión, en otras texturas, en otro momento de la voz poética. Creo que para cuando estemos hartos de realidad podemos escondernos un rato en esos textos de ámbar, de jade, de bosques policromados, de lugares sagrados, de pasiones de agua. Poemas con una expresión más íntima, más encriptada, donde los significados no son tan explícitos, son imágenes, sugerencias que se enredan en un telar de cintura lleno de palabras y en donde cada lector entenderá lo que quiera o pueda entender, y me atrevo a decir, que no importa, que así es el destino del intrincado espacio en blanco de la página, o solazarse con las imágenes y ya con eso es bastante generosidad la de la poeta.

Al igual que Lucha Corpi, quien escribe el prefacio del libro, en donde traza el plan de ataque de esta ocelocíhuatl y encuentra el mapa de sus recorridos, yo también le preguntaría a Xánath, el porqué de la colocación de ese poema que parece ser la clave del libro (es el que le da título, que no es poca cosa) a casi a tres cuartos de avance del poemario, no molesta, no disgusta, pero sí me pregunto el porqué.

En fin que celebro, la aparición de este libro, con todo y las preguntas que me hizo plantearme en la serenidad de su lectura, o quizá precisamente por ellas. Gracias Xánath, gracias por tu voz y tus ojos atentos y tenaces.

 

 

Claudia Domínguez Mejía (Veracruz, Ver. 1970) Licenciada en Letras Españolas, estudió la Maestría en Literatura Mexicana en la Universidad Veracruzana. En la actualidad es coordinadora editorial de Vereda. Andar en la cultura y de la revista Nini. Arte y crítica y crítica de arte, es jefa del Departamento de Publicaciones y Bibliotecas del Ivec desde noviembre de 2013. Ha sido docente universitaria, editora de las revistas Gaceta de la UV y Agenda | 012.019, cofundadora de O redonda. Servicios editoriales (gestión, investigación, corrección y diseño). Con experiencia en el periodismo cultural, en la promoción de la lectura, así como en la producción y escritura para medios audiovisuales.