Pintura en la cueva de Chauvet.
Errar es divino
Errare humanum est, perdonare divinum,
perseverare autem diabolicum.
(Errar es humano, perdonar es divino, pero
perseverar [en el error] es diabólico).
Los hacedores del tiempo sueñan con el rayo
y los sueños liberan a los dioses y demonios
por evaporación constante.
Los echan a correr perseguidos por horrendas
/criaturas
que contaminan el aire, las tierras, los mares;
que defecan donde comen; que esclavizan
a muertos y vivientes.
En hora buena fueron expulsadas del Paraíso
y arrojadas a su suerte, sus pestes, sus guerras
y los brazos mutilados por sus brazos.
¿De qué les valió fornicar y comer del árbol
de la alquimia? ¿De qué les valió culpar
al ofidio celestino? ¿Se confesaron unos
con otros? ¿Se arrepintieron? ¿Hicieron acto
de contrición por haber ofendido a los suyos
y a sí mismas, por decir lo menos?
No; quisieron clonarlo todo y vender los frutos
estériles a los más hambrientos; quisieron
encontrar la semilla original y quisieron
patentar y licitar a su propia especie.
Los sueños liberan a los dioses y demonios
cada tanto. Los echan a correr
perseguidos por horrendas criaturas
para salvación y escarnio
de sus divinidades altísimas
y diabólicas.
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Antes de la rueda
A Jaime Hales y Begoña Osés.
Antes de la rueda fue el galope; el rayo y el trueno
estaban ahí, resonaba el pavorde las divinidades:
Todo existe desde siempre, todo existe
pero aún queda por nacer.
El firmamento era espejo de la bóveda rupestre:
visiones aterradas transcribían la observación del
cielo que pigmentó la mitología
universal.
Altamira era el observatorio paleolítico.
En una sola noche de la astrología euskera,
etrusca, berebere, ibera,
el ojo saltó del totemismo mágico al cubismo
del bestiario.
Pablo Ruiz Picasso
aprendió de aquellas catedrales rocosas,
abandonadas por el agua, continentes
del lienzo calizo de Cantabria,
trazos, signos, tonos,
para atestiguar la composición
de la animalia.
Mamuts, bisontes, renos, ciervos, caballos,
imágenes de las constelaciones atesoradas
en covachas, grutas y socavones.
Así galopearon en carbones, óxidos y desechos
por las paredes, telas calcáreas irregulares,
manos de antepasados paleolíticos, precursoras
del pincel, la espátula
y la paleta.
Después del mamut fue la lanza y la estrategia;
después del ciervo, la flecha y la carrera; después
del bisonte, las estepas; después del caballo,
la pastura y la manada; después del reno,
la arquitectura y el barroco, luego la pincelada
del toro y el torero
en el encierro,
a las cinco en punto de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.
◊
Con otras palabras
Estudiantes del mundo, uníos.
Me confieso remiso de la escuela. Si
me hubieran dicho: “No veas, mira…no
oigas, escucha”, o mejor aún, “no leas,
comprende…márchate, no esperes”.
Si hubiéramos partido de una sola
premisa: La tarea de la historia
y la labor de la filosofía prácticamente
son la misma: saber cómo el antes
llegó a ser después; o quizás
si otro argumento hubiese sido:
“El pájaro voló hasta el Palacio de Aviñón,
gótico del siglo XIII”; entonces,
yo y yo, aprendiz y maestro,
uno solo al alimón, no estaría aquí,
observando las moléculas del aire
cuando ya nada se halla
en suspensión.
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Albanieves
Me encelaba leyendo Albanieves. Tanto
duende, tanto salto alrededor del organdí
era un asunto sospechoso, gran estorbo,
no venía al caso; me enamoraba con una
especie de ejercicio de amor basáltico,
de susto alabastrado, pero cerraba el libro
para no escuchar las rondas. Ahora
me fastidian, me irrita la reina malvada de la
gran puta, hago trizas el espejo,
y la analista, una vez por semana, o dos,
sentada en su poltrona,
y yo en sus rodillas, recopila el mismo, el
mismo cuento de hadas.
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Póstumo
A la memoria de Alejandro.
El viernes ensayó emocionado, el sábado
caminó en el aire: Acepten que puedo volar,
porque me voy para hacerme
de mí, sin esta pesantez innecesaria,
sin esta alevosa penitencia.
Cambio mis amarras por irme
transparente; dejo mi lugar por aire,
porque en éste habita el vuelo.
Concurran a sí mismos, no se alejen,
conserven las flores en su sitio; cuando
los pétalos se abran, como hice
con mis párpados, serán mis ojos.
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Juan Eduardo Esquivel Larrondo Santiago, Chile. 1940. Estudió Filosofía en la Universidad Católica de Chile; obtuvo el grado de Maestría en Educación por la Universidad Iberoamericana y el de Doctor en Pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Pertenece a la generación de intelectuales, artistas y escritores que experimentaron la dispersión por América y el resto del mundo, en la década de 1970, debido el quiebre constitucional en sus respectivos países. Ha sido profesor investigador en la UNAM, especializado en educación superior. Ha dado a conocer los poemarios: Las manos encima (1966); Piano de letras (1996); Memorial (2013) y actualmente presenta su trabajo más reciente: Bitácora. com (2015).
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El poeta Juan Eduardo Esquivel Larrondo Santiago participará en la lectura de poesía “Versos para tod@s” el jueves 29 de octubre en la galería OPEN Center for the Arts a las 7:00 pm. Para otros eventos visita la página web de la Feria del Libro de Autor@s Latin@s de Chciago 2015.