Poemas de Margarita Saona

 

El corazón de la poesía

 

El corazón de la poesía,

incluso de la mía,

no es casi nunca el corazón,

el verdadero,

el órgano que mueve la sangre,

el órgano con ventrículos y arterias.

El corazón de la poesía

es una metáfora,

aunque tal vez sea metonimia,

un símbolo,

un desplazamiento,

un tropo

que mueve la palabra músculo

del puro cuerpo

hacia el reino

de los sentimientos.

“Mi corazón” era

con frecuencia

la forma más dulce

de llamar a mis hijas

o era

esa avalancha de emoción

que amplificaba los latidos,

o era

mi vida toda

con todos sus afectos.

 

Y el ícono del corazón

me daba el encuentro

día a día

sin que siquiera lo pensara:

una figurita rosada o roja,

en nuestras pantallas,

en el día de San Valentín,

o en cualquier aniversario.

Un dibujito que usamos

cuando queremos,

o tal vez cuando no queremos,

 decir “te quiero”.

El ícono del corazón

es tan omnipresente

como la metáfora.

Pero las metáforas y los íconos

no suelen ser arbitrarios:

los sentimientos,

al menos a mí,

siempre me estallaban en latidos

y la emoción

me daba vuelcos en el pecho

y aquel órgano muscular

parecía crecer y encogerse

a consecuencia de los afectos.

 

¿Qué me haré ahora,

entonces,

que el órgano falla

y devela la falsedad

de la metáfora?

¿Qué me haré ahora

que no es mi corazón

el que bombea?

Escribo

y todavía aquéllo

se estremece,

máquina,

órgano,

corazón ajeno,

todavía ese órgano

me contiene.

 

 ∴

 

Corazón de hojalata

 

Hojalata,

plástico,

metal,

algo

que no está hecho

de lo que soy:

ADN

y recuerdos

activados

por un latido.

 

Los dioses de la tecnología

me otorgaron

una segunda vida:

un corazón de hojalata

anima la vida

que alienta este cuerpo:

mi ADN,

mis recuerdos.

 

Pero cuando me llevo

una mano al pecho

buscando mis latidos,

aquello que siempre fue

la banda sonora

de mi humanidad,

lo único que siento es

el sordo,

constante

zumbido

de un refrigerador.

 

∴ 

 

Esas cosas

 

Porque esas cosas

no sólo les pasan a otros

y a veces le pasan a una,

esas cosas,

estas cosas

que a veces son la enfermedad

o la muerte

o un cuerpo que también es máquina

o una hija enferma

o un temor que paraliza…

Y entonces

buscamos entender cómo, 

de qué manera,

nosotros entendíamos

estas cosas

cuando les pasaban

solamente a otros

y cómo los otros otros,

aquéllos

a los que no les pasan estas cosas

pueden entender esto

que hoy le pasa a una.

 

 ∴

 

Valentín

 

14 de febrero

y en mi pecho

un nuevo corazón.

La llamada llegó

en medio de la bruma

un día de enero

y camino al hospital

te pensé,

corazón.

Pensé en la vida de aquél

o aquélla

que hoy me ofrecía

su corazón,

pensé que alguién

que te amaba,

en medio de la más terrible

pérdida,

en medio de un dolor

que no sé imaginar,

me daba,

en ese momento,

su corazón.

Pensé

en la promesa

de una vida larga,

pensé

en la vida corta

cuyo corazón

hoy me habita.

Hoy te llevo conmigo,

parte de mí,

como un hijo,

como renacer

y ser uno

y ser dos.

Mi corazón,

tu corazón,

late

y tu vida

me ha dado

nueva vida.

Te pienso,

Valentín,

y te honro,

con cada latido,

corazón.

 

 

José Ángel N. reseña el poemario Corazón de hojalata / Tin Heart de Margarita Saona.

 Margarita Saona estudió lingüística y literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú y obtuvo el doctorado de literatura latinoamericana en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Enseña en el departamento de estudios hispánicos en la Universidad de Illinois en Chicago. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas, dos libros de crítica, Novelas familiares: Figuraciones de la nación en la novela latinoamericana contemporánea (Rosario, 2004) y Memory Matters in Transitional Perú (Londres, 2014), y dos libros de ficción breve, Comehoras (Lima, 2008) y Objeto perdido (Lima, 2012). Estos poemas pertenecen al poemario Corazón de hojalata / Tin Heart publicado por Pandora Lobo Estepario Productions (June 12, 2017).