Romeo y Julieta. Foto: Todd Rosenberg
Romeo y Julieta. ¿Quién no conoce su historia? Me pregunto si Shakespeare se imaginó que la gente seguiría contándola más de 400 años después. El amor imposible entre dos jóvenes amantes separados por el odio entre sus familias.
La puesta comienza en una verbena, donde el Señor Capuleto se propone anunciar el matrimonio de su hija Julieta con el Conde de París. Entre un mar de gente luciendo hermosos trajes y tocados en tonos sobrios, Julieta aparece con un vaporoso vestido de tul rosa, plagado de brillantina, como princesa de cuento de hadas. Julieta es una jovencita feliz, dispuesta a complacer a su padre. Con lo que el Señor Capuleto no contaba era con eso que nunca falta en una gran fiesta: los gorrones. Y no cualquier gorrón. Se trata de Romeo —el mismísimo hijo de los Montesco, una familia rival— y sus amigotes. Entre ellos, Mercucio —el busca-pleitos que perderá la vida en un duelo— y Stefano —un personaje ausente del original de Shakespeare que Gounoud inventó para cumplir con las exigencias de la opera parisina de la época, pues requería cierto número de tipos de voces. Stefano, interpretado por la mezzo-soprano francesa Marianne Crebassa, se llevó la ovación de la noche. Al final del primer acto, Romeo y Julieta se miran por primera vez… y el resto es historia.
La romántica —y en momentos graciosa— música de Gounod y las maravillosas voces de Joseph Calleja, el tenor maltés, y la soprano estadounidense Susanna Phillips llenan el teatro de amor. Creo ver corazoncitos flotando por todos lados. La pasión de los amantes aumenta en cada dueto, y lo que comienza con ternura, termina en desesperación. La línea ‘el odio es la cuna de este amor condenado al fracaso’, retumba una y otra vez.
Romeo y Julieta, sabiendo que el padre de ella jamás les permitirá estar juntos, hacen lo propio de cualquier adolescente enamorado: lo que se le pega la gana sin medir las consecuencias. En su noche de bodas, la única que pasarán juntos, Julieta se rehúsa a escuchar el canto de la alondra —que anuncia el amanecer— insistiendo en que es un ruiseñor —el pájaro de la noche—, pues no sabe cuándo volverá a ver a su Romeo.
Sobra decir que las cosas no salen como ellos esperaban. Julieta grita a los cuatro vientos ‘mi tumba será mi lecho nupcial’, pronosticando el final de la historia. Prefiere clavarse una daga, antes de vivir sin su Romeo. Una opera ideal para primerizos que encanta por su sobria y minimalista puesta en escena, haciendo énfasis en el vestuario, la coreografía y las intervenciones de los actores. Entre duetos, duelos, y sermones, los amantes triunfan abrazados en la muerte. Y aunque el final es trágico, me alegra saber que el amor entre Romeo y Julieta perdura y seguirá vivo para siempre.
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Carolina Herrera Guerra nació en Monterrey, Nuevo León y se crió en la CDMX. Este año publicará su primer novela, #Mujer que piensa.
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Romeo and Juliet
Lyric Opera
del 22 de febrero al 19 de marzo