Trump y un montón de moneros Montooneros en OPEN


Armando Gámez Padrón (Ciudad de México): Trump prensa stunman, ilustración digital.

Todos son moneros y además montooneros. En conjunto son una ganga que violenta el orden establecido con la ironía. Vienen de un lado y del otro: al sur y al norte del río Bravo. Sus caricaturas reflejan la venganza de la línea, incitan a la risotada. Lo escueto de sus trazos aguijonea el pensamiento. Revisan la historia oficial y hacen trizas la coyuntura política. Algunos quedan atrapados en la tradición y otros se adaptan a la tecnología de punta. El humor los forma y los transforma. Antes eran un chingo, pero cada vez quedan menos. Tan sólo en Estados Unidos en 1995 había más de 200 caricaturistas colaborando en los principales periódicos y hoy escasamente han sobrevivido unos 40. Los menos siguen siendo asalariados; los más han sido relegados al nebuloso mundo del freelance. Se reduce el número de artistas y la caricatura política quizá sea más necesaria que nunca. La homogenización de los medios, la digitalización y la censura han contribuido a que la caricatura política haya entrado en crisis y que como profesión se encuentre en vías de extinción. Sin embargo, son los memes los que parecen ser la mayor amenaza de la caricatura política. La ocurrencia y el chistorete han suplantado la complejidad que caracterizaba el humor, la sátira y la ironía. Hoy en día la Rana René y el meme ramplón se han convertido en el modelo pedagógico imperante. Mas no fue siempre así. 

Ya en el año 79 antes de nuestra era, en Pompeya un artista exageró el contorno de un político hasta deformarlo en un caricare; o sea, una exageración. De caricare deviene caricatura. Siglos después Leonardo da Vinci también contribuyó con sus dibujos a la hilarante historia de la caricatura al trazar dibujos grotescos exagerando las protuberancias del rostro de sus modelos. Se sabe que en el siglo XVIII los ingleses puritanos emplearon dibujos para moralizar contra los pecadores. Y en España, Goya, antes de dirigir su ironía contra los otros, empleó sus trazos contra sí mismo. ¿Acaso el humor no empieza con uno mismo? Y es quizá en Los Caprichos del maestro andaluz donde se encuentra el registro más ácido de la condición humana. Y en Estados Unidos, el intelectual y político Benjamín Franklin también puso su granito de arena al dibujar una caricatura que incluía una serpiente cercenada e incitaba a la unidad de las colonias: Join or Die. Pero no fue sino hasta después de la Revolución Francesa que la caricatura política despegó. Claro, no quiere decir que antes de la Revolución Francesa los políticos no fueran devotos del absolutismo.

En México, José Guadalupe Posado llegó a crear más de 15,000 obras entre grabados, litografías y dibujos. Su obra circuló en revistas, periódicos y panfletos. Posada fue mordaz con los políticos, los amorosos, los demonios y las vivencias caricaturescas de la vida nacional. Y Rius lleva ya más de cien libros iniciando a no pocos jóvenes tanto en la crítica como en la lectura. Poco a poco los trazos de aquellos caricaturistas pioneros se emplearon para mofarse de los ricos y los poderosos. El dibujó se editorializó en los periódicos y la ironía se convirtió en el talón de Aquiles de no pocos políticos.


Cynthia Sousa y Samuel Machado (Miami): I Got This, digital.

En la actualidad, Trump se ha empeñado en hacer y ser una parodia de sí mismo. No requiere de un monero que amplifique sus rasgos físicos para volverlo una caricatura. Al escribir una caricatura de Trump se abusa de la figura retórica del oxímoron. Palabra a palabra, mentira a mentira, capricho a capricho, Trump se ha convertido en el blanco de la crítica de los caricaturistas, en el destinatario de la sátira de los comediantes. El presidente estadounidense representa el fracaso educativo y cultural de una nación. Con la elección electoral de noviembre, “la democracia” electorera se ha metido un balazo en el pie. El sistema corporativo electoral ha quedado convaleciente. El circo político incita a repensar el sistema mundo actual para reinventarlo. Y es aquí donde muchos moneros han comenzado a hacer leña del árbol caído. Con lo acre de sus lápices, tinteros y pixeles están contribuyendo a la resistencia política. Han desenmascarado el fascismo, la homofobia repugnante, el racismo y la xenofobia inhumana. La estupidez incesante mantiene a los moneros en vela.

Montooneros es la primera exhibición binacional de OPEN Center for the Arts, que reúne a 37 moneros; 19 son mexicanos y 18, estadounidenses. Las caricaturas son de corte político, ¿podrían ser de otra manera en los tiempos álgidos que prevalecen? Trump y su política draconiana son la columna vertebral de esta exhibición. A diferencia del efímero meme virtual, la caricatura política requiere un ejercicio intelectual y estético tanto para su ejecución como para su comprensión. A pesar de la repetición iconográfica del presidente; obviamente no es una apología. Al observar las caricaturas por bloques, norte y sur, no existen dos visiones de un mismo panorama político. La polifonía de voces y trazos es crítica, irreverente, iconoclasta. La ironía de la caricatura no sana el dolor humano que inflige la política actual contra los más vulnerables: inmigrantes, pobres, mexicanos, musulmanes y miembros de la comunidad LGBTQ. El conjunto de caricaturas —sin dejar de hacer reír— nos invita a ejercitar la reflexión, nos invita a observar la realidad y apropiarnos de ella. No es posible continuar desdeñando la otredad que se halla en la otra, en el otro y en uno mismo. Montooneros, asimismo, ofrece una gama de propuestas estéticas de artistas ya reconocidos y otros emergentes. Esta muestra, sin proponérselo, ha borrado fronteras ante la adversidad política y con tino ha dirigido el dardo de la crítica hacia el representante máximo de un sistema político en denial que va en picada. 


Gary A. Huck (Baltimore): Dark Light, collage digital.

Hay un cartón que me turba: Dark Light de Gary A. Huck. Es un collage digital; me encanta la economía conceptual, la reapropiación del simbolismo, el manejo estético impecable. El título, Dark Light, es un juego verbal inverosímil. ¿Hay luz oscura? ¿No es la luz lo opuesto de la oscuridad? O cómo dijera un personaje del dramaturgo Raúl Dorantes: “¿No es la luz la ausencia de la oscuridad? Y ¿la oscuridad la ausencia de la luz?” Huck une los conceptos en un título y los contrapone en su caricatura. Entre penumbras, la antorcha de la estatua de la libertad, de Ellis Island, alumbra a ese ícono que se emplea en las carreteras del sur de California para indicar que hay inmigrantes cruzando las autopistas. Esa luz brillante ilumina el paso acelerado de la familia indocumentada. Esa luz no es señal de esperanza sino de tragedia: amputa la esperanza de millones de inmigrantes. La mano de la estatua ha empuñado su antorcha contra el libre tránsito y la libertad de los inmigrantes. En la actualidad, en nombre de la libertad se están cometiendo actos viles de injusticia. La Estatua de la Libertad de Huck representa la anulación conceptual de la palabra. Representa la administración actual y su política xenófoba sin mencionar siquiera al presidente. La caricatura es sucinta y demoledora. Es el trazo inteligente de un monero comprometido con la lucha laboral; por 29 años fue el único monero empleado por el sindicato UE estadounidense. Dark Light es una caricatura de ejecución magistral y su logro conceptual no es menos espléndido. Este es tan solo un acercamiento a una obra de 37 que se exhiben en Montooneros y la audiencia podrá escoger la caricatura que lo cimbre o lo invite a la contemplación.


Rubén Lara Morales (San Luis Potosí): Relación bilateral, tinta china y plumilla. 

 

Montooneros en OPEN Center for the Arts
del 11 de marzo hasta el 8 de abril de 2017

 

Fran Piña ha sido cofundador de varias revistas literarias en Chicago: Fe de erratas, zorros y erizos, Tropel Contratiempo. Es coautor del libro Rudy Lozano: His Life, His People (Workshop in Community Studies, 1991). Un cuento de Piña fue publicado en la antología Se habla español: Voces latinas en USA (Alfaguara, 2000) y Voces en el viento: Nuevas ficciones desde Chicago (Esperante, 1999). Es editor de los catálogos de arte: Marcos Raya: Fetishizing the Imaginary (2004), The Art of Gabriel Villa (2007), René Arceo: Between the Instinctive and the Rational (2010), Alfonso Piloto Nieves Ruiz: Sculpture (El BeiSMan PrESs, 2014) y Barberena: Master Prints (El BeiSMan PrESs, 2016). Piña es director editorial de El BeiSMan.