Voces de Immigrant Youth Justice League

 

El pasado 8 de Marzo se conmemoró el quinto Día Nacional de Salir de las Sombras, una protesta que comenzó en el 2010 con jóvenes sin documentos, y que este año se enfocó en las personas que se encuentran en proceso de deportación. El evento está organizado por personas sin papeles, miembros de varias organizaciones ubicadas por todo el país. En Chicago, este evento lo organizó la Alianza de Jóvenes Inmigrantes por la Justicia (IYJL, por sus siglas en inglés), y los miembros del grupo Illinois Sin Papeles/ Undocumented Illinois. Este año se denunció el récord de deportaciones bajo la administración del presidente Obama, que ha rebasado los 2 millones, el peor récord en la historia de Estados Unidos. (Tania Unzueta)

 

Aníbal Fuentes

Mi nombre es Aníbal Fuentes y tengo una orden de deportación. Vine aquí cuando tenía 16 años. El principal motivo que me trajo era para ayudar a mis papás porque éramos muy pobres y mi papá trabajaba para comer hoy y sin saber si iba a ver comida para mañana. Entonces al llegar aquí me dediqué a trabajar y los estuve ayudando económicamente.

En el 2007, tuvimos una conversación con mi mamá y me dijo que tenía algo muy grave e importante que decirme. Me dijo: “papá está muy enfermo y el doctor me dice que le queda poco tiempo de vida”. Y me decía llorando con lágrimas que ella no sabía que hacer porque todos mis hermanos estábamos aquí y que se sentía muy sola.

Al escuchar lo que decía le quería dar consuelo pero las palabras se me atoraban y era como un nudo en la garganta que no me dejaba decir las palabras que le quería decir: “que todo iba a estar bien.” En esa semana entre mis hermanos y yo decidimos que iba a regresar. Una semana después de llegar falleció mi papá y un año y medio después también falleció mi mamá.

Decidí regresar con el resto de mi familia que estaba aquí, pero cuando crucé en el 2009, el guía que nos traía nos abandonó y anduvimos perdidos en el desierto por una semana. Nos agarró inmigración y estuve un mes detenido y me mandaron para atrás. Pero al llegar a Guatemala me encontré solo otra vez. Al estar solo me preguntaba por qué estar solo si hay muchas personas con las que yo puedo ser feliz, y son mis hermanos que estaban aquí. Entonces, en el 2010, volví a regresar y me reuní con mi familia y luego empecé a formar mi propia familia con mi esposa e hijo.

El 13 de diciembre, llegó la policía a mi apartamento a las 8:30 de la mañana. Llegaron con rifles largos apuntándome a mí y a mi familia. Estaban buscando a alguien más. Vi a mi esposa y a mi hijo espantados y llorando. Nunca pensé que era inmigración; como en la parte de enfrente decía policía. Me sentí nervioso pero me aguanté para que mi familia se sintiera fuerte. Me detuvieron por una semana. Al estar adentro pedí ver un juez o que me fijaran una fianza porque quería estar con mi familia pero todo me lo negaron. No entendí por qué me estaban negando audiencia. Soy un indocumentado, pero tengo derechos como cualquiera persona.

Al salir y ver a mi familia, sentía que había pasado mucho tiempo de no verlos. Nos juntamos con el grupo de Organized Communities Against Deportation (OCAD) y empezamos una campaña para detener mi deportación y el 4 de marzo; inmigración me dio 6 meses más para poder quedarme. Me sentí mejor pero todavía no he terminado con mi caso. Quiero quedarme con mi hijo. Quiero darle lo mejor. Todo lo que quiero y tengo es estar aquí. Por eso quiero que paren las deportaciones y dejen de separar familias. ¡Dos millones son demasiados! ¡Ni una deportación más!

 

Marcela Espinoza

My name is Marcela, I am undocumented, queer and Chicana. I am back here with you in Chicago, being part of Dream 30, after 8 years of being torn apart from my family. I was in Mexico. During my time there, there wasn’t a day when I didn’t want to be back with my family. I can remember thinking how unjust it was to be in that situation because I did not have legal documents to go back home.

Years passed and with it my hopes of being reunited with my loved ones and the place in which I grew up. I remember the frustration and sadness I felt not being able to spend my mother, father and siblings’ birthdays with them. Holiday’s would remind me how I couldn’t be with them; my heart would sink every time I saw a family together because I knew I couldn’t have that. I saw how time passed by and it changed my family, physically and emotionally. It was something I could no longer understand. Through video chat I began to notice how my mother looked older, still beautiful but older. Time had passed; a lot of time had passed. My little sister who was 5 when I left now she was 13.

I remember going to the airport to drop off a loved one after they visited and being devastated because I was unable to go back with them because we didn’t have the same documentation. I was left heartbroken, I knew that I could be back home in 4 hours if I got on that plane but it wasn’t possible. 

En ese momento, solo podía soñar que algún día sería yo la que pudiera viajar y estar con mis seres queridos. Al momento de terminar esa ilusión, tenía que enfrentarme con mi realidad, la tristeza, la soledad y la añoranza.

Mi familia pasaba por lo mismo. Escuchar a mi madre decir que desde que me había ido ya nada era igual y veía lágrimas correr  por sus mejillas. Mi hermana se alejaba de mí porque el dolor de la distancia era muy grande. Mi hermano se distanciaba de mí porque yo era alguien ajeno en su vida. Mi otra hermana, la más pequeña, me veía como alguien que conocía pero hasta ahí. Mi padre, no entendía que mis experiencias vividas habían creado una nueva persona y que yo ya no era la misma.

Habían cambiado ellos y había cambiado yo. No los culpo, el dolor de la separación es inmensa y jamás se calculan las consecuencias. No se sabe cómo procesar el dolor, la distancia, la falta de ese calor familiar tan conocido y al mismo tiempo inexistente. La desesperación de no saber cuándo vas a volver a estar de nuevo con ellos y que también existe la posibilidad de jamás volverlos a ver; y de que sufrimos desgastes y deterioro mental, físico y emocional.

No es justo que nuestras familias sigan separándose. No es justo que tengamos que elegir estar en un lugar cuando sabemos que nuestras familias existen en diferentes espacios y que tenemos diferentes necesidades. No es justo no poder ver a nuestros seres queridos por no poder salir del país sabiendo que puede ser la ultima ves que los veamos.

And because politicians will not listen to our needs, because they neglect us, our families and our communities we need to take matters into our own hands. Our families should not be separated and for those who already have been, you are not forgotten, you are also part of this struggle. Luis Manuel, Miguel Ángel and Cecilia Corona, we need you home, let’s bring you home.

María Sánchez

Mi nombre es María Sánchez. Mi hijo Octavio Nava se vino solo a los 13 años a este país buscando un mejor futuro para él y para su familia. Octavio es un hombre, padre, e hijo ejemplar. Desgraciadamente como a miles de otros indocumentados, se topó con un policía anti-inmigrante en el pueblo de Melrose Park, el cual lo puso en manos de ICE sin considerar el dolor de él y de su familia. 

Yo como su madre me dolió y afectó mucho el verlo en un centro de detención. Es un dolor incurable y una pesadilla verlo encarcelado y sufriendo hambre cuando yo no tenía suficiente dinero para ponerle crédito a su cuenta. Cuando por fin tenía crédito y al fin comía hasta una sopa instantánea, le parecía la mejor comida del mundo.

Él no quería que el día en que lo iban a deportar llegara. Quería que no pasaran las horas. Yo sentía que mi corazón se desgarraba. El día en que lo deportaron no pude abrazarlo por última vez. Yo tenía miedo que regresara a México, un país desconocido. Él llegó a México sin identificación y si un hogar a donde llegar. Desde que llegó a México no ha podido encontrar trabajo y un hogar estable.

Lo que siento es un dolor que no se lo deseo a nadie. Es un dolor que el Presidente Obama e ICE están causando. Como madre yo pido que paren las separaciones de familias. La gente que está causando esto no tiene corazón. Dos millones son demasiados. ¡No más deportaciones!

 

María Paz

I believed President Obama when he said he was going to protect our families. When he said the only immigrants being deported were felons or violent criminals. My husband is neither. I thought we were safe.

October 16th, 2013 changed my life forever. That night I left my husband, Brígido, and 3-year-old son at home alone. They were carving the Halloween pumpkin and I had to pick my daughter up from cheerleading. Dinner was on the stove. As the door closed behind me a thought came to me: I had not given my husband a good-bye kiss, I had not told him I loved him, but thought nothing of it. What could possibly happen?

Within minutes my husband called me and told me there were officers at our home and he was going to be arrested. They wouldn’t tell him what the charges were until I got home. To this day I think they were hoping I was undocumented as well so they could get 2 for the price of 1.

When I got home, I found out they were ICE. They handcuffed him in front of our children and left, leaving my children and I huddled on the floor in tears. To this day, my son turns white and hides when he sees police officers. They are no longer there to protect us.

Even after they took him, I thought I would pay his bond and we would get the chance to fight this in court, but he had become a priority for ICE because he had a prior deportation order which was being reinstated. My husband has never had a chance to go before an immigration judge.

My husband spent over 30 days in detention. He was given moldy food, food that smelled rancid and in fear of being placed in solitary at an officer’s whim. While in detention, we were able to get married. That morning I forgot my ID, I broke down, I pleaded, I begged, I cried, I got down on my knees, “please let me get married”. As I was pleading with one officer, the other two were laughing their heads off. I finally got a reverend to marry us during visiting hours. Brígido was on a TV screen and I can only imagine what my wedding kiss would have been like.

On November 19th 2013 my husband was deported. That morning I was able to give him one piece of luggage. I was not allowed to touch him; no good-bye kiss, no good-bye hug. 2 minutes. And move on. He was shackled for over 15 hours.  Having to bring his head to his knees in order to eat and drink. Biting the cup, tipping his head back, drinking.

When the shackles finally came off, right before he was to cross the border into Mexico, his wrists and ankles were bruised and cut. Stop the deportations. Brígido was one too many. There’s been 2 million 2 many already.

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Estos testimonios se publicaron originalmente en el portal de Immigrant Youth Justice League y se compartió con los lectores de IYJL. Si deseas mayor información sobre otros eventos en el área de Chicago y el activismo en contra de las deportaciones visite su portal en internet y su página en Facebook. All photos are credited to Isaac Silver.

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