Caléndula o la humanidad de un pueblo dominicano contenida en una micronovela

Caléndula de Kianny N. Antigua

Sudaquia Editores, New York, 2016. 79 páginas, $15.99, ISBN-13: 978-1944407162

 

“A don Fermín Herranz Rodríguez se le recuerda en el pueblo por tres cosas: su devoción por la Virgen de la Altagracia, por lo malo que fue y por el trabajo que dio para morirse”

 

Con este primer párrafo de la novela de Kianny N. Antigua me olvido de que inicio la lectura de las páginas de un libro, e imagino que me dispongo a escuchar absorta el suceso seguro ya mil veces contado de cómo un solo hombre llegó a mantener en vilo a todo un pueblo. Caléndula (Sudaquia Editores, 2016) es la historia de un dominicano que, acostumbrado a hacer lo que le da la real gana como síndico del pueblo y simpatizante del dictador Trujillo, agoniza acompañado de los murmullos, las lamentaciones y la tremenda perplejidad de su fiel Yeya, sus muchos hijos, y unos vecinos expectantes que entran y salen de escena bajo la hábil dirección artística de la narradora.

Los diálogos de esta novela (la mayoría en lenguaje coloquial de esa parte de la isla, alguno también en espánglish) se mantienen fiel a la tradición oral y son buen contrapunto a los párrafos escuetos y precisos con los que Antigua maneja la narración. La historia transcurre sin prisa, los personajes aparecen para desaparecer enseguida sin más explicaciones, y reaparecer en el momento justo para que todo cobre sentido: los afectos y los miedos; los rituales judeocristianos y afroantillanos que acompañan las dolencias de este pueblo; el mestizaje racial y cultural; la jerarquía y las relaciones de poder, no sólo entre colonizador y colonizado, amo y empleado, sino entre hombre y mujer también; las formas de violencia, que son tantas, aunque la mayoría de las veces se manifiesten sólo en los pequeños gestos y en los silencios de los personajes.

Así es como llego a los silencios que me han acompañado incluso días después de haber acabado el libro. Creo que uno de los grandes aciertos de Caléndula es la fragmentación y la economía del lenguaje que nos concede como lectoras el honor de tener que rellenar esos espacios en los que no transcurren las palabras, es decir, los silencios. Quedo con la sensación de que los personajes de Caléndula han sido silenciados, pero no por la narradora, sino por su propia historia.

Gugleo el nombre de Kianny E. Antigua y descubro que es una prolífica y galardonada escritora de cuentos infantiles; no me sorprende porque creo que Caléndula podría también considerarse un cuento para adultos. Sigo buscando, quiero saber más. Así es como llego al video de la charla que dio hace unos días en conmemoración del Día de Martin Luther King Jr. en Dartmouth College, donde da clases de español. La charla se titula “The Power Of Silence”. ¡No me lo puedo creer! Le doy al play y la escucho en YouTube. Antigua habla de los silencios, dice que hay un silencio bueno y otro malo. El bueno invita a la reflexión y el malo se utiliza como arma de opresión. Concluye el video y regreso a Caléndula y a sus silencios, los buenos y los malos.

En la escritura no es nada fácil manejar los vacíos de una historia, sin embargo, Antigua lo hace con mucho oficio, convirtiendo la ausencia de palabras entre fragmentos de texto en silencios que invitan a la reflexión de la lectora, es decir, en silencios buenos; y transformando los vacíos de los personajes silenciados víctimas de la opresión del colonizador, del amo o del hombre, en silencios malos. En esta micronovela escrita a caballo entre la tradición oral y la novela costumbrista caribeña, la autora nos muestra el complicado macromundo de un pequeño pueblo dominicano con sus riquezas y sus carencias, es decir, en toda su humanidad y con todos sus silencios.