iMpaled y/o enSartada

 

 

si pienso en encasquetados punzones nocturnos… una noche de estreno en el teatro Lyric Opera of Chicago, mi gran ciudad encantada de frío y nieve escarchada —donde se presenta Madama Butterfly hasta el 8 de marzo, la insensata geisha inamorata, figlia di Giacomo, il Puccini melodramático— pienso en ese frágil insecto japonés… her wings impaled by the pins of love… across the oceans, y en mi vida por ella atravesada mientras allí, entre el variado gentío, en el lobby del magnífico teatro me vi. de soslayo reflejo, envuelta en negro, cabeza de plata y pañuelos de seda colgándome del cuello porque nada calienta como la seda, y esa noche —partícula de un invierno chapucero anticlimático— el frío decidió normalizarse y regresar. era noche de acompañar a un amigo, quien me invitara a escoltarlo en su misión reseñista, Madama Butterlfy como atopía trágica, y con gusto accedí. “te tomó largo llegar aquí”, pensé mientras observaba los detalles del techo del teatro con ojos entrecerrados. y suspiré… “qué me dices tú ahora, mi gran Callas, que hicieras en este teatro tu espectacular debut americano… ¿recuerdas, griega… an avalanche of applause, a roar of cheers growing steadily hoarse, a standing ovation, and the main aisles were full of men pushing as close to the stage as possible…calling her(you) before the curtain 22 times in an ovation that lasted 17 minutes…?” y pausa, for let it be noted, once again, that in the miDwest, Chicago es la gran matadora —y no solo de reses, ella nuestra mujerona de los amplios hombros, home of great lovers of art… ves, María de arias, que sí lo recuerdas tu debut… tú que aun muerta desprendes con tu voz dagas chorreando sangre… because The Dirk, que dijera la Dickinson, poeta… the Dirk Commemorate — Itself Remind Us that we died. pero no, Callas, a pesar de ti, mi enorme y bella griega, y de tu voz fémina tragedia, no amo la ópera… como no “amo” nada en particular; y sin embargo, todo me gusta. del poco al mucho, poliamorosa que soy. dispersa y suelta, dijeran de mí quienes no fueran tú, como yo gustosa acaparadora de placeres a flor de piel, oído, lengua, olfato y ojo. la ópera entonces… sensorial, siendo música, amante de las mejores, sonora estridente, en un rincón del alma con la Madama, como tú y como yo, triste protagonista del perenne culebrón, ese roto del corazón, aquello de la traición. y siempre prefiero tu voz y los cerezos en flor despojándose, heridos, porque la música… eres tú. entonces, a modo de danzón tardío, esa noche, deslizándome por mármoles operáticos, como si estuvieras… hacia ti, con la Madama, l’ópera della vita.

 

y es que mi MadamaB ha encarnado multitransformaciones como ensartado su triste presencia en mí, clavadísima. la primera, cuando en mi infancia cubisesentera observaba con curiosidad a mi hermano adolescente peinarse horas para salir corriendo por el patio de las arecas, el pelo envaselinado, hacia el cine de barrio. allí vio, mil veces, la película Sayonara, melodrama a lo “cosaHollywood” de 1957. esa Madama de celuloide fue adaptada y/o trasladada hasta ser —con joven impecable Brando de uniforme— otra desgastada versión del tema “a hombreBlanco sociedad hacerle imposible amar mujerDEcolor” (de cualquier color). lo que confirmaba al hombreBlanco que nada, nada como esa exótica mujer cariñosa, amante… devota, fiel, cálida… dispuesta a morir d’amour por él… adelantando ecos de… y es que tú amada amante das la vida en un instante…

 

ya en los años rococó de artisfashionismos de la década de 1980 se me incrustaron varias madamas —reales o imaginarias, pero siempre histriónicas. se colgaron de las ondas discopunkrapscratch del álbum Fans (1984), de Malcolm McLaren (ex manager de los SexPistols) y me intrigaron sus versionarias operáticas. cuando aún MTV era meca musical de la videotecnología de la época, se me incrustó con fotoimpacto el frío y triste video de su Butterfly… con la voz narradora de McLaren… her sad tales of woes: Cio Cio (¡chocho!) san… was her name… in those days… she had problems… Little Chocho san…el fotofondo ambientado a la Deborah Turbeville… fotógrafa de moda entonces, de imageries… fogs and ruins. para finales de esa década, ya en transición de hábitats en una Nueva York sucia y violenta, fui invitada a ver la producción musical de M.Butterfly (1988) allí donde… they say the neon lights shine bright… on Brodway. según críticos de la época, la obra era “an inversion… a story of a strange love, conflict, betrayal…”. parcialmente basada en hechos reales, un actor hombre, BD Wong, interpreta a la protagonista, ahora versionada como cantante de ópera china en medio de la maOturbulencia de la década de 1960. lo más real/fantasioso de la obra, y operático, es el deseo ingenuo, por negación reprimida, del amado-blanco-amante ante la inversión, inmerso en el más profundo encantamiento del amor perfecto de su exótica Butterfly. a esa producción teatral le siguió versión Hollywood (1993), con acento británico, y otras actualizadas producciones teatrales (como la de Julie Taymor, de corta vida en Broadway en 2017), con cada una de sus madamas revividas y reajustadas a los tiempos que corren, y todo el desecho de cerezos en flor que dejan… y arrastran…