Memorias de la inconformidad de Mariza Bafile y Enrique Bravo
Sudaquia Editores, NY, 2017. 230 páginas, $19.99, ISBN-13: 978-1944407315
Me parece que de alguna manera y en determinado momento de nuestra vida todos nos hemos sentido en desacuerdo con alguna parte de nuestro mundo cotidiano; llámese trabajo, país, pareja o simplemente con la vida misma. Memorias de la inconformidad (Sudaquia Editores, 2017) es un libro diferente debido a que los autores Mariza Bafile y Enrique Bravo desarrollan cada uno un personaje. Utilizan el diálogo electrónico entre los protagonistas, Alberto y Sophia, para narrar de forma conjunta esa inconformidad del ciudadano venezolano que día a día vive la realidad de un país que sufre la insensatez de un gobierno caracterizado por el abuso y la privación de libertad.
Ambos autores utilizan de manera efectiva la técnica narrativa a dos manos, logrando un análisis y cuestionamiento constante entre sus personajes. Bafile, periodista venezolana arraigada en Italia y residente de Nueva York, refleja en Sophia la realidad de muchos venezolanos que han tenido que tomar la decisión de un destierro voluntario, y viven con la esperanza de un cambio. Sophia está convencida que el origen real de la situación social en Venezuela no radica necesariamente en su régimen de gobierno, sino mas bien en quienes lo representan. “Lo siento Alberto, no es el comunismo el que sembró semillas de odio sino quienes se apoderaron y siguen apoderándose hoy de las necesidades y los sueños de la gente” (32).
Bravo, versátil artista venezolano con larga experiencia en el campo narrativo, crea en Alberto un personaje que constantemente reniega de esa cotidianidad asfixiante que siente existe en su país. Un lugar donde aparentemente no hay mucho que hacer pero que le hace sentir culpable pues siente que el problema es precisamente esa apatía de no reaccionar ni defender la patria o más aún la identidad misma. “Y sigo hablándote de territorio, porque ni siquiera creo que la patria tenga tiempo, es más, la patria no tiene tiempo, es sólo un ejercicio retórico de organización espacial en un territorio al cual pertenecer para tratar de ser, en función de él y poseer eso que llamamos identidad” (52).
La relevancia de esta novela radica en el uso que de la narrativa hacen ambos autores al incluir nombres y detalles en cada una de las cartas y reflexiones, y en donde el lector puede identificarse o al menos tratar de comprender un poco esa realidad. Su vida sentimental está llena de recuerdos, inconformidades y sentimientos tan entrelazados que llegan a tener un impacto en sus ideologías políticas. “Ya me conoces, la vulnerabilidad de mi vida personal se transforma en acero cuando hablo de política, pero en esta lastimada lejanía es difícil pedir a otros la misma frialdad” (82).
Además de esto, existen momentos que, aunque bien podrían ser considerados meras trivialidades, conforman parte de su cotidianidad y les ayudan a los personajes a olvidar y sobrellevar la distancia física que les separa, y es tal vez el destino el encargado de volverlos a reunir removiendo así una serie de sentimientos que hilvanados entre sí forman precisamente ese bordado de recuerdos que por años los ha llevado a añorarse mutuamente.
Con comentarios como “[h]urgo en los paralelismos, y al constatar reacciones tan abrumadoramente similares puedo soñar que Venezuela sea un día un país donde, a pesar de todo, se pueda vivir como aquí lo hacen” (35), Sophia es esa voz esperanzadora e iniciadora, capaz de promover decisiones importantes; demostrando un carácter fuerte y con convicciones bien arraigadas no solamente en cuanto a sus ideas políticas, sino también en cuanto a sus sentimientos. “Juntos lograremos resucitar nuestro mundo imaginado y vencer a los que trataron de robarnos la vida, los sueños, el alma entera” (154).
Es ella la que envía el primer mensaje a Alberto, la que se da cuenta que cada individuo como tal contribuye a labrar su propio destino, y por ende el de todo un país. “Sencillamente creo que la única manera de entender al país, a su gente, es entendiendo nuestras propias fragilidades, mentiras, heroísmos e hipocresías” (24). Alberto por su parte se muestra indeciso, incapaz de sincerarse con Sophia, una mujer divorciada y convencida de sus ideales, dispuesta a lograr renovar esa atracción que alguna vez existió entre los dos.
Memorias de la inconformidad es una novela que no solo se desarrolla alrededor de la vida sentimental de Alberto y Sophia, es una historia contada en forma de cartas pero con un sentido más profundo que una simple historia de amor. A través de datos históricos, estadísticas y nombres instiga la curiosidad del lector para investigar y conocer más a fondo la historia política de Venezuela. Hay un contraste entre el pensamiento de ambos personajes hasta llegar a cierto antagonismo lo cual ayuda a formar una opinión propia tomando como referencia el pensamiento de cada uno.
La novela comienza como termina, o termina como comienza, pero es precisamente ese final el que aun cuando resulta un tanto inesperado deja ver que existe un destino mejor por el cual se tendrá que seguir luchando a pesar de nuestras inconformidades.
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