‘Pelea de gallos’: entre la sordidez del núcleo familiar y la maestría estética

María Fernanda Ampuero. Foto: Isabel Wagemann

 

 

Pelea de gallos de María Fernanda Ampuero
Páginas de Espuma, quinta edición: 2019, 115 páginas, $24.04, ISBN 13: 978-848393234-6

 

“Love and violence cannot coexist”.
—bell hooks, all about love

 

En las páginas de Pelea de gallos no encontrarás el pulso inamovible ni la respiración inalterable. Escucharás, eso sí, un latido vuelto voz que a la vez serán muchas voces; polifonía de dogmas proliferados desde las entrañas de mamá, pero sobre todo de papá. Serás testigo del devenir de la maldad en la oquedad del hogar. Irás descubriendo en los personajes al monstruo de tu padre, a la mustia de tu madre, a tu hermano el depredador, a tu hermana la putisanta enamorada, al infame secuestrador pudoroso, a la pinche urraca pudiente y bestial, y muy posiblemente también te verás a ti misma vociferando frente al espejo: eternamente obesa, marginal, lujuriosamente precoz. Con trazos minimalistas delicadamente bosquejados ya habrás comprendido que te internarás en el mismísimo mierdero que es la familia. Te encontrarás con el hedor de la moral pútrida y la liviandad azufrosa. Después de leer un par de cuentos intuirás que Mariana Fernanda Ampuero habrá corrido las cortinas de la ventana de su casa, de tu casa, y por ahí verás desfilar un sinfín de querubines, faunos y demonios, y ya no podrás volver la cabeza atrás sin temor a convertirte en estatua de sal. Del otro lado del cristal, el morbo te llevará a contemplar el averno de la condición humana. Entonces, querrás asirte de la bondad y luminiscencia de Narcisa, que siendo la sirvienta, se convertirá en la madre de las gemelas que cuida. En su papel de madre putativa las tutelará “sin tapujos” para sobrevivir el pandemonio familiar bajo la máxima: “Hay que tenerle más miedo a los vivos que a los muertos”.

Cuando lo leas, tal vez no te atreverás a catalogar los cuentos de Ampuero como simples cuentos de terror. El horror jamás será simple. En cada pieza, la autora explorará el miedo psicológico a través de una construcción literaria lúcida, provocadora. Aunque ella negará ser poeta, será imposible no dejarte arrastrar por la cruel gracia de su prosa; por la musicalidad narrativa, por la metáfora oportuna y precisa, por el twist imprevisto, por el remate memorable. Tal vez intentarás ubicarla literariamente y por el tratamiento de la violencia familiar te resonarán algunos cuentos de Rulfo, pero no. Quizá para ser más precisa, te repicarán algunas viñetas de Cartucho, de Nellie Campobello. Pero a la sazón comprenderás que Ampuero es una escritora joven, desafiante de formas y fondos, y con su Pelea de gallos será parte de una eclosión de un nuevo canon literario donde destaca la voz de la mujer. Tú que eres lectora curiosa sabrás que en esta aventura Ampuero no está sola y te saltarán los nombres de otras narradoras de su generación: Solange Rodríguez, Mónica Ojeda, Mariana Enríquez, Fernanda Melchor, Brenda Navarro y una pléyade de escritoras que están revitalizando la literatura de las Américas y el mundo. Comprenderás que el boom latinoamericano ya es historia. No olvidarás tan fácilmente que el machismo y la misoginia literaria invisibilizaron las voces de grandes escritoras como Elena Garro, Cristina Peri Rossi, Nelida Piñón, entre otras grosas.

Pero, ¿quién es María Fernanda Ampuero, esa monstrua que nos instiga a observar nuestras monstruosidades? Atenta escucho a la autora de Pelea de gallos: “Este libro es mío. Soy lo que soy. Escribo desde la ira”. Comprendo su coraje. Empatizo con su rabia. Me causa desasosiego la maldita estadística: una de cada cuatro mujeres sufre violencia en el mundo. A través de sus cuentos escucho la voz que las cifras encubren y concibo que la violencia contra la mujer nace en el corazón de la familia. Por ende, el sentido de la sentencia de Narcisa es un pronunciamiento inapelable: “hay que tenerle más miedo a los vivos que a los muertos”. El horror no apela a la ficción sino a la ausencia de empatía con la otredad. Esa otredad que Ampuero ha vivido en carne propia como inmigrante, feminista y escritora.

Hay mujeres que jamás conocerán la ternura en su vida. Hay mujeres que calcan el comportamiento perverso del patriarcado. Hay niñas que crecen con la idea de que la violencia y el amor son inherentes, pero no lo son. En el libro all about love, bell hooks resignifica el concepto de amor y lo ilustra “como la voluntad de nutrir el espíritu y el crecimiento espiritual del otro para que quede claro que no podemos pretender amar si somos dañinos y abusivos”. Y sí, algunos de los personajes de Ampuero expondrán las sensaciones más obscenas, pero a la autora no la detendrá la sordidez ni el pudor para mostrarnos que el abuso destruye el espíritu. Sin embargo, el compendio de cuentos habrá de mostrarnos que el dolor, además de ser una vivencia hiriente, también podrá ser una enseñanza liberadora.

Al llegar a “Otra”, el último cuento, no querrás que el libro termine; a estas alturas ya estarás poseída por las tramas, el ritmo y el esmero con el que ha plasmado cada historia. Ampuero te habrá mostrado un mundo aterrador escrito con maestría estética y construido a partir de diferentes arquetipos de la violencia contra la mujer. Volverás a Pelea de gallos una y otra vez. Cada lectura será diferente, abrumadora, espantosamente sublime. No volverás a ser la misma; entonces comprenderás que estarás frente a una obra maestra de la literatura contemporánea.