Óscar Chávez entre el amor y la rebeldía

 

Por ti yo dejé de pensar en el mar
Por ti yo dejé de fijarme en el cielo
Por ti me ha dado por llorar como el mar
—Oscar Chávez, “Por ti”

 

En la colonia Santa María la Rivera todos conocían al Caifán, entiendo que ahí vivió una gran parte de su vida. Al cruzar el parque de la colonia era como si estuviera ahí todo omnipresente, el gran Óscar Chávez.

De súbito durante la pandemia recibí una serie de mensajes. Comencé a leerlos y ya por la noche vi las noticias de que Óscar estaba internado en un hospital de la Ciudad de México. El Caifán se había contagiado de covid. Endiablado virus que se ha encargado de quitarnos a conocidos, vecinos y amigos entrañables.

Ahora recuerdo haber visto la película Los caifanes en el Cine Diana, precisamente en la Avenida Reforma donde está muy empotrada la Diana Cazadora; esa misma efigie que el regente de la ciudad de entonces, Ernesto P. Uruchurtu, quería taparle los senos. Juan Ibáñez dirigió la película Los caifanes y el guión lo había escrito Ibáñez y Carlos Fuentes, uno de los escritores más prolíficos de la década de 1970.

En Los caifanes, el caifán mayor es Óscar Chávez y la actriz e interprete rockera es Julissa; también aparece Carlos Monsiváis, que con el tiempo se convirtió en el cronista de la Ciudad de México y miembro de la “mafia” que se reunía en el café Toulouse Lautrec de la Zona Rosa. Todo ello en la época en la cual José Luis Cuevas creó el famoso mural efímero en la calle de Hamburgo.

La película Los caifanes retrató al México que desde su clase media se revela contra el autoritarismo; asimismo, comenzó una nueva narrativa social para la juventud mexicana que desembocó en la Rebelión de 1968, que fue sofocada pero el Estado no alcanzó a destruirla el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.

Me tocó ver a Óscar Chávez cantar en la explanada de la Ciudad Universitaria en el Pedregal durante el Movimiento de 1968. Cantó para todos y lo hizo al aire libre. En su repertorio incluyó “Carabina 30/30”. A partir de ahí se le empezó a conocer como un cantante de protesta, pero en realidad, desde el inicio de su carrera como compositor e intérprete, Óscar Chávez se dedicó al rescate de la música mexicana, que en ese entonces la juventud estaba enajenada de las canciones en inglés y las emisoras del momento radiaban todo el día. Chávez amó a México con gran rebeldía.

A través de sus canciones, el trovador parodiaba la política del momento. Criticó al PRI/gobierno, usurpador del concepto de la Revolución Mexicana y en 70 años se convirtió en lo que el escritor Vargas Llosa llamó “la dictadura perfecta”. Fiel a su instinto crítico, Chávez dedicó un disco al Movimiento de 1968: México 68. Algunas de las canciones fueron “El hijo del granadero”, “Huapango 26 de julio”, “La Llorona del estudiante”, “Corrido 2 de Octubre”, “La cárcel de Lecumberri”, “Corrido de la Ocupación Universitaria” y el corrido memorable del cuarto informe de Díaz Ordaz y “La balada del granadero”. La letra del corrido de la ocupación universitaria decía “violaron la autonomía al estilo americano”, “hay que romperles la madre al estilo mexicano”.

Dos argentinos apoyaron a Óscar Chávez: Martha Cea, su representante y Modesto López quien grabó su música en discos Pentagrama, Sello en el que además de Óscar Chávez, Gabino Palomares y Amparo Ochoa grabaron discos importantes significativos para la discografía de la música mexicana. La disquera apareció en la década de 1980 y promovió el son jarocho, los corridos y el canto del huapanguero Guillermo Velázquez.

Óscar cantó en varios escenarios con la entrañable Amparo Ochoa y todavía el año pasado cantó con María Inés Ochoa y Gabino Palomares. Juntos realizaron un homenaje a Amparo Ochoa en el teatro de la Ciudad de México.

Con Amparo y Los Morales, Óscar grabó un disco en Holanda en 1996, donde cantaron “La mariguana” y boleros con las hermosas voces de estos artistas comprometidos con la canción mexicana. Ese disco es realmente maravilloso.

Oscar Chávez llenaba el Auditorio Nacional, solía acompañarlo el Trío Los Morales. Su reportaría incluía “Por ti”, “Macondo” y “La Llorona”. Claro, no debían faltar “Se vende mi país”, “La niña de Guatemala” y “Hasta siempre comandante”, la canción de Carlos Puebla dedicada al comandante Ernesto Guevara de la Cerna, El Che.

En 2019, la Secretaria de Cultura reconoció al maestro como patrimonio cultural vivo de la Ciudad De México. En un set más bohemio e íntimo, me tocó ver a Óscar Chávez en la Colonia Juárez. Chávez era el dueño y en el espacio se hacían eventos tipo peña y ahí fue un deleite escucharlo. Aunque parece que esa aventura duró poco.

En Chicago, se presentó en el Museo Nacional de Arte Mexicano. El auditorio estuvo a reventar y la gente afuera se arremolinaba para entrar y escucharlo. Carlos Tortolero, director del museo lo invitó. Fue un concierto apoteótico, maravilloso. Al final, entre otra y otra que le pedía el público y una cascada interminable de peticiones, con ese humor sarcástico replicaba “pidan, pidan, al fin y al cabo yo voy a cantar lo que yo quiera”.

Tortolero lo invitó nuevamente a Chicago el 5 de Mayo de 1994 y para entonces llenó el Apollo 2000, en la avenida Cermak. Ahí también ofreció otro concierto maravilloso.

Hace como 10 años fui a Los Ángeles, California, donde me tocó escucharlo nuevamente. Era un concierto al aire libre, la noche estaba estrellada y de ahí nos invitó a su hotel a platicar y compartimos la velada con el Gran Caifán y Los Morales. Hablamos de regresar a Chicago, pero ya no fue posible y me quedé con la espinita de no haberlo traído.

En el año 2000 grabó un disco dedicado a Chiapas por el levantamiento del Movimiento Zapatista de Liberación Nacional. Movimiento que surgió ante el público el primero de enero de 1994, mismo año que entró en efecto el Tratado de Libre Comercio de México, Canadá y Estados Unidos. Dicho tratado destruyó el campo mexicano, expulsó a 11 millones de mexicanos a Estados unidos como indocumentados, pero también visibilizó a los indígenas mexicanos que habían sido oprimidos por los últimos 500 años.

Cierro esta colaboración con un documento de los zapatistas de Chiapas.

 

 

Comunicado del CNI-CIG por el fallecimiento del compañero Óscar Chávez

 

A los Pueblos del Mundo,

A los medios de comunicación,

Los pueblos, naciones, tribus y barrios originarios que conformamos el Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno, lamentamos profundamente el fallecimiento del hermano y compañero Óscar Chávez, cantante y compositor con ojos, oídos y una mano para los pueblos que luchan, que resisten y con los sueños que hizo suyos.

Saludamos su vida solidaria, que caminando con los pueblos que luchan y se organizan por todo el país, con su arte que inspira libertad y su persistencia, hizo que los pueblos que somos el CNI-CIG nos sintamos fortalecidos y con la certeza de que no caminamos solas y solos, como se hizo patente con el decidido apoyo del compañero Óscar Chávez a la organización de abajo a la que llamamos junto a nuestra vocera Marichuy. Saludamos sus sueños que se atreven a imaginar la justicia y hacerla mensaje y música, que seguirá despertando conciencias por todo el planeta.

Enviamos con respeto un abrazo fraterno a la familia y amigos del compañero, a quien guardamos en nuestro corazón colectivo.

 

Atentamente,

Primero de Mayo del 2020

Por la reconstrucción Integral de nuestros pueblos

Nunca Más un México Sin Nosotros

Congreso Nacional Indígena

Concejo indígena de Gobierno