Foto: De Luces del Siglo
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#HistorizameEsta
Tenía una idea en mente para abordar en este espacio virtual, pero entonces algunos elementos policiacos reprimieron a balazos una protesta ciudadana que tenía lugar en uno de los centros turísticos más importantes de México y, puesto que se trataba de una manifestación convocada por los últimos casos de feminicidios registrados en la localidad (como el de Bianca Alejandrina Lorenzana Alvarado, mejor conocida como Alexis de tan sólo 20 años, quien se suma a la larga y cotidiana lista de este tipo de asesinatos perpetrados contra las mujeres en nuestro país), el incidente captó rápidamente mi atención.
Ciertamente la violencia desmedida que los oficiales infringieron sobre las y los manifestantes reunidos en las inmediaciones del palacio municipal de Benito Juárez, en Cancún hace poco más de una semana, no resulta novedosa en los anales nacionales y extranjeros de la acción policiaca ante las protestas sociales; de hecho, este tipo de respuesta (proyectiles de goma contra los manifestantes) ya se había efectuado con anterioridad en lugares como Ciudad de México (1 de diciembre de 2012) y Puebla (9 de julio de 2014) en la última década. Sin embargo, nunca antes se habían empleado armas de fuego para reprimir una protesta ciudadana; a menos claro que se tratase de alguno de aquellos crímenes de Estado que fueron cometidos con impunidad a lo largo de las administraciones pasadas.
La reacción de los elementos del orden público que abrieron fuego contra el grupo de personas que se encontraba congregado en ese espacio, resulta sumamente significativa y evidentemente reprobable. La cercanía de la contienda electoral que tendrá lugar el próximo año, podría llevarnos a considerar que dicha acción forma parte de un engranaje político más amplio que busca desacreditar a las autoridades municipales, estatales y hasta federales. Hasta el momento, los gobiernos de la entidad (tanto a nivel municipal como estatal) se han desentendido de cualquier tipo de responsabilidad sobre lo acontecido, incluso han condenado los hechos, al tiempo que han prometido una minuciosa investigación del incidente.
No es para menos, cuando seis elementos policiacos deciden tomar sus armas y arremeter contra un grupo de manifestantes en función de un ataque de pánico (de acuerdo con la versión que el ya destituido secretario de Seguridad Pública del estado, Alberto Capella, ha manejado para su defensa) alguna autoridad, policiaca o gubernamental, sigue siendo responsable por lo sucedido; si bien no por ordenar dicha acción, sí por contar entre los integrantes del orden público con elementos que en un momento de pánico resuelven abrir fuego directo contra el común de las personas congregadas.
Lavarse las manos y condenar lo ocurrido resulta muy sencillo (como lo hizo Alfredo del Mazo tras el desalojo de las colectivas feministas que tomaron las instalaciones de la Codhem hace un par de meses, y de lo cual sigue sin haber responsable alguno al respecto), pero es más plausible creer que alguien instruyó a los agentes para que actuasen de ese modo. Si este fuera el caso, qué objetivos se perseguían con dicha acción; pero, sobre todo, qué lectura se puede dar sobre lo ocurrido. Habiendo tantos asuntos de interés nacional, internacional y hasta de salud mundial captando nuestra atención, qué lugar podría ocupar un incidente de este tipo: el de disparos de fuego contra una movilización de carácter feminista, que tomaba las calles para hacer visible el problema de los feminicidios y la violencia desmedida que impera, se intensifica y recrudece cada vez más contra las mujeres en nuestro país.
Foto: Cuartoscuro
Definitivamente el incidente resulta sumamente preocupante para el movimiento feminista en sí, por el tipo de respuesta que han recibido por parte de las fuerzas del orden (algo que sólo se ve cuando hay una intensa crisis social que amenaza las estructuras del Estado, como sucede actualmente en Perú donde ya se registraron algunos asesinatos, o como sucedió hace un año en Chile donde las fuerzas del orden dispararon municiones de goma directamente a los ojos de los manifestantes, provocando que muchos de ellos perdieran la mitad de la visión). Sin embargo, también resulta un asunto delicado para la ciudadanía en general si se toma en cuenta que estos actos inhiben la expresión y participación popular de carácter disidente.
Resulta interesante que en el contexto de un nuevo modelo de gobierno se repitan prácticas que fueron utilizadas con anterioridad en México por cierto grupo en el poder (me refiero sobre todo a los gobiernos emanados del Partido Revolucionario Institucional). Obviamente coincido en reprobar lo ocurrido y en hacer un llamado público en este espacio para que las autoridades correspondientes castiguen a los responsables directos e indirectos de este repulsivo acto represivo, así como a aquellos agentes que efectuaron agresiones de carácter sexual contra las detenidas (sí, porque también las hubo y estas prácticas del cuerpo policial también siguen siendo comunes en las detenciones de mujeres; A.C.A.B., viene a mi mente). Por otro lado, invito a la ciudadanía en general a dimensionar los alcances que esta acción puede tener dentro del ámbito de la protesta social y de la lucha feminista; los invito a indignarse y a asumir una postura que condene este acto y que no deje de señalarlo públicamente.
Foto: Agencia EFE
Puedes contactar a la autora en berenicehepe@gmail.com
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