Las experiencias de ADO

Las experiencias de ADO
SEd, Miami, 2020. 308 páginas, $16.99, ISBN-13: 978-0998847795

 

Las experiencias (SEd, 2020) reúne los cuentos de La experiencia formativa y La experiencia deformativa, obras de ADO (Antonio Díaz Oliva) publicadas por la Editorial Neón en 2016 y 2020, respectivamente. SEd, desde Miami, pone a disposición este conjunto de historias en Estados Unidos y yo no puedo estar más agradecida. Al adentrarme en la lectura de este libro me doy cuenta que el autor enmarca en sus “novelas atomizadas” un estudio sobre lo extraño de la vida humana. No hay, en ninguna de las ocho historias que componen Las experiencias, la posibilidad de predecir el desenlace. 

ADO expone un laboratorio en el que se producen las realidades más insólitas. Me lo imagino con tubos de experimento en las manos de los que salen burbujas emanadas por líquidos efervescentes de colores lila y verde eléctrico. Me lo imagino con unos lentes grandes que le protegen la mitad de la cara, por si acaso estalla una sustancia, por si acaso hay una explosión de ideas retorcidas. Me imagino a mí, sentada detrás de un vidrio, observando la realización del experimento acompañada de sombras que hacen lo mismo que yo, esperando con ansias el resultado, sin lentes, ya que el vidrio llega hasta el techo y me protege de cualquier estrépito. No obstante, ese cristal no me resguarda; cuando se combinan los líquidos efervescentes al final de cada historia revelo mi sobresalto con palabras interrogativas o exhalaciones.

Todo en Las experiencias es extraño, raro, en muchos casos lejano a lo que veo a mi alrededor. En los relatos se permea una acidez manifestada en la indiferencia hacia ciertos hechos como la obsesión de una mujer que huele un manojo de huesos desenterrados luego de seguir las instrucciones de un mapa, la incapacidad de sonreír por parte de un ser mixto (mitad humano mitad maniquí), la obediencia de un par de langostas que al oír la voz de su amo dejan de pelearse con las tenazas. Es lógico extrañarse al leer este tipo de cosas. Sin embargo, recuerdo que estamos en una pandemia. Lo que jamás consideré que pasaría en la vida real, ya que es cuestión de películas de ciencia ficción, está ocurriendo. Las experiencias, quizás, por ende, no son del todo extrañas.

A través de una prosa distintiva en cada cuento, ADO problematiza la misión en la vida de los personajes, o mejor aún, el objetivo que trazan para sentirse plenos durante su existencia. De allí que encontremos un joven quien, con su pareja, atraviesa por la experiencia formativa de conocer la vida de la ciudad fuera de la comunidad aislada en la que vive durante el Chile de la época de Pinochet y los milicos; una miniaturista que se dedica, efectivamente, a hacer perfectas estatuillas miniaturas de personas y animales que han fallecido, o están a punto de fallecer; un hombre que fuma animalitos de moda y que al mismo tiempo escribe por encargo narrativas de jóvenes universitarios de Estados Unidos que se suicidan. La experiencia formativa es exactamente eso, el proceso por el que pasan los personajes para definirse como seres individuales dentro de los mundos ilógicos que habitan. 

Algunos personajes se forman (o intentan) de jóvenes, otros llegan a adultos sin un rumbo y tratan constantemente de encontrarse, como el fisicoculturista que se apunta a la maestría de creación literaria para personas que no han logrado nada o el Conejo y la Conejita que buscan una forma de manutención con el fin de independizarse. Otros personajes descubren el propósito de su vida al final de esta. Podemos ver que sentada en su silla de ruedas “A pocas cuadras del Parque Forestal la señora Gonçalves graba vidas ajenas” con la ayuda de un adolescente de origen coreano y se hace famosa. 

Si quisiera delinear la propuesta del autor en esta obra podría hacerlo a través de una lista de adjetivos: irónica, ilógica, sarcástica, extravagante, incisiva, chocante, sorprendente. Podría seguir con la enumeración de palabras sin ningún problema. Sin embargo, el adjetivo que resume a todas Las experienciasde ADO, las formativas, las deformativas, y las que van en medio, es excepcional. Hay una suerte de experimentación con el discurso y la temática que hacen de esta obra una pieza única. Los personajes se encuentran desconectados de la realidad aunque se anclan, en algunos casos, a ciudades como Santiago de Chile y Nueva York. Existe además un espacio temporal entre la composición de los textos formativos y los deformativos, lo cual indica el propio ADO al final de cada sección. Mas aún, la técnica del autor se despliega al mismo tiempo que las historias haciendo que nos enfrentemos a una gran ironía y una ola de humor mientras presenciamos —sentimos— dramas terribles. ADO nos pone enfrente una distopía; así tenemos la tarea de observar nuestra propia alienación.

Después de esta pandemia que, aunque ya ha durado casi un año, me sigue pareciendo irreal, me pregunto si efectivamente la vida tiene algún propósito. ¿Es la vida, simplemente, una serie de hechos distópicos? ¿Tiene algún sentido al final? Me voy con la propuesta de ADO, al fin y el cabo, todo no es más que una experiencia.