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#SARSCoV2
#EraCovid
Ojalá que el tema estuviera agotado y que no hubiera nada más que decir al respecto porque, simple y sencillamente, pertenece a un asunto del pasado. Sin embargo, como las cosas (desafortunadamente) no son así, me toca puntualizar algunas últimas consideraciones que tengo en torno al virus SARSCoV2, antes de pasar a otros temas de la agenda que nos ocupará este año. Lo primero que quiero destacar es que ya existe cierta normalidad con respecto a las condiciones actuales de relacionamiento social (básicamente que es mejor no congregarnos, sobre todo en multitudes, y que, si es necesario interactuar, ello debe realizarse con ciertas medidas de protección y estricta higiene).
Esto es importante si tomamos en cuenta el miedo y la incertidumbre que imperaron en los primeros meses de la llegada del virus a nuestro país, así como el hecho irrefutable de que esta “nueva realidad” se mantendrá un periodo más a nivel global; por lo que (quizá por mi formación como historiadora), me resulta interesante valorar los cambios que tuvieron que efectuarse dentro de los diferentes ambientes de convivencia social (desde los restaurantes y lugares de entretenimiento y dispersión, hasta las escuelas, oficinas y aquellos otros centros de reunión) y el impacto que éstos tendrán en el devenir social, así como en la construcción de una nueva temporalidad (oficialmente la del siglo XXI).
Indiscutiblemente, ciertas practicas sociales ancladas en los anteriores modelos de usos y costumbres (como las ceremonias funerarias, nupciales, sacramentales o laicas) se han vuelto insostenibles; por lo que ha sido necesario inaugurar nuevas dinámicas al respecto. Quizá, bajo otras circunstancias, no hubiéramos podido acompañar su eventual transformación o extinción, pero la aceleración del devenir humano desencadenada por las circunstancias actuales podría darnos la oportunidad de experimentar estos nuevos modelos de relacionamiento social que de otro modo no nos hubiera sido posible testificar.
Además, ahora que el uso del cubrebocas se ha generalizado y que su presencia resulta ineludible para el futuro inmediato, parece lógico considerar que la industria dedicada al desarrollo tecnológico seguramente se enfocará a este rubro. Después de todo, la vida humana sigue y, antes de tener la vacuna o el médicamente que contrarreste los daños ocasionados por el virus y lo someta por completo, los esfuerzos de los diferentes grupos culturales que coexisten en el planeta se centrarán en mantener las bases de la estructura social con la que hasta ahora se ha regido la humanidad.
Si hacemos una revisión somera del estado en que se encuentra el mundo tras la aparición del Covid-19, tendremos que reconocer que la visión de nuestra Historia Contemporánea debe ser replanteada pues, gracias a la irrupción del virus, podemos proponer que los lineamientos seguidos por la nación cubana tras su Revolución de 1959 la han dotado de una serie de elementos (tanto personal médico como instalaciones hospitalarias y la posibilidad de producir vacunas en un número mayor al de su población) que hoy en día no cualquier nación del autodenominado “primer mundo” puede jactarse de poseer.
Basta con voltear la mirada hacia el viejo continente para puntualizar que, además del conservadurismo europeo que se ha expresado en la continuidad del sistema monárquico (como el de la Gran Bretaña) y en la implantación de regímenes dictatoriales (como el de Franco), sólo es necesario que una pandemia entre en escena para que se instaure un estado de excepción; y ello desata una discusión en torno al tipo de sistemas democráticos que rigen en dichos países, así como a la calidad y las condiciones de las que gozan o carecen sus respectivos sistemas de salud.
Ciertamente, a casi un año de la llegada del Coronavirus (aunque claro, esta temporalidad depende del lugar donde se enuncie), no todo han sido malas noticias; pues también se ha inaugurado una nueva era digital (que si bien ya existía, ahora se ha intensificado) en la que el relacionamiento social se ha podido mantener. Si bien el mismo depende de un recurso electrónico, también es conveniente señalar que gracias a esta tecnología y a las circunstancias actuales que la requieren hemos podido tener acceso a exposiciones, conferencias, talleres y demás eventos virtuales que de otro modo nunca se hubieran planteado para salir más allá del espacio geográfico en que son ejecutados; y ello resulta sumamente notable si consideramos la retroalimentación que puede derivar de la interacción entre individuos de diferentes latitudes.
Este carácter positivo, sin embargo, puede verse opacado por el gran número de perdidas humanas que se han registrado en el último año. Sin duda alguna, el luto ocasionado por el fallecimiento de millares de personas en todo el mundo no es un tema fácil de tratar y, definitivamente, también tiene repercusiones en el grueso de la sociedad. En este sentido, también debe tenerse en cuenta a los trabajadores del sector salud; quienes han tenido que enfrentarse directamente con la enfermedad, al igual que con las limitantes (y estresantes) circunstancias actuales.
Incluso, al menos en el caso de México, también han tenido que enfrentarse al desprecio de una población que, por miedo al contagio (y debido a la ignorancia), se ha portado de forma grosera y agresiva con el personal que, justamente, dará los cuidados correspondientes y velará por la recuperación del individuo que llegue a enfermar y a presentar complicaciones. Hasta donde tengo entendido, algunos estudios enfocados en el cuidado de la salud mental de dicho sector se han comenzado ha desarrollar y ello será crucial en el futuro inmediato si partimos del supuesto de que se trata de una era pandémica de larga escala temporal.
El propio presidente de México no se ha salvado de contraer la enfermedad y, más allá del juego político y de los ánimos divididos que se han intensificado a raíz de la noticia, lo que más me interesa rescatar es la interrogante sobre el rumbo que puede llegar a tomar el país en caso de que el Jefe de Estado se ausente. Por supuesto, como muchos mexicanos espero la total recuperación de nuestro presidente y la continuación del proyecto de transformación (4T) que hasta este momento ha regido el destino de nuestra nación. Sin embargo, no puedo dejar de idear diferentes escenarios en los que el máximo representante de este proyecto de Estado falte o vuelva a enfermar.
¿Será posible que de ahora en adelante el presidente adopte otras medidas de cuidado como el uso del cubrebocas o la aplicación de la vacuna o, en todo caso, lo primero seguirá sin considerarse necesario (aunque se haya comprobado su efectividad para evitar la propagación de los contagios), mientras que lo segundo seguirá discordando con una política de igualdad social que concibe al jefe del Estado mexicano en paridad con cualquier otro ciudadano? Porque, después de todo, si se le ha dado un lugar prioritario al personal del sector salud (en sus diferentes áreas) para ser inmunizado con las vacunas con las que hoy se cuentan, en función del papel que desempeñan para la atención de la enfermedad, ¿por qué no reconocer que la figura presidencial también resulta relevante para hacer frente a la situación actual y dirigir el camino que seguirá nuestra nación en estos tiempos de adversidad?
Sin duda alguna, la secretaria de gobernación Olga Sánchez Cordero está sumamente capacitada para tomar las riendas de este país y llevarlo a una era en que los derechos de salud reproductiva de la totalidad de sus ciudadanas sean completamente reconocidos y garantizados; aunque también es cierto que la escena política es un desastre y que ella tendría poco o nulo control de estos grupos contrapuestos. Lo último que alcanzo a preguntarme es sobre si llegará el momento en que, como otros países de la región, México restringa la circulación de su ciudadanía a través de un esquema establecido por orden alfabético o cualquier otro referente que ayude a controlar las salidas de la población para evitar que los centros de salud se desborden. Pienso que, si las cosas siguen como hasta hoy, esta medida podría formar parte de nuestra “nueva realidad” en un futuro probable.
Fotografías de la autora y la puedes contactar a través de su correo electrónico: berenicehepe@gmail.com