Las guerras perdidas de Oswaldo Estrada
Sudaquia Editores, New York, 2021. 136 páginas. ISBN 978-1944407636
En el cuento que sirve de prefacio o puerta de entrada a Las guerras perdidas (Sudaquia Editores, 2021), el segundo libro de cuentos de Oswaldo Estrada, el personaje escucha una voz que le hace reflexionar sobre lo que le acontece: “Conoces tan bien este sueño y aún no sabes orientarte cuando vuelves a él” (15). Como todo buen sueño, el personaje va reconociendo que se trata más bien de una pesadilla, es decir de un sueño recurrente del que parece no haber escapatoria: “Mire bien estas calles, te dice el taxista de camino al aeropuerto. Los rostros de esta gente. Los edificios llenos de polvo. Los perros. Los triciclos que esquivan la muerte” (15). El énfasis en las imágenes nos recuerda que hay un país en ruinas, cuyos habitantes “han perdido la guerra”. El personaje escapa en un avión mientras llora por la patria perdida. El trágico griego Esquilo dijo sobre el exilio “En el exilio, los hombres se alimentan de sueños”. Este nuevo libro son esos sueños o pesadillas que ahora, Oswaldo Estrada, ha sabido convertir en literatura.
Las guerras perdidas consta de 14 cuentos donde los personajes deben enfrentarse a algún tipo de guerra sea personal (íntima) o social (política, económica). Así, en el cuento
“La otra vocación”, una madre va a visitar a su hijo a la cárcel, un doctor que ha llevado un aborto por pedido de una joven de dieciséis años, quien muere a los tres días por una infección derivada de la operación. En Perú, el aborto es ilegal salvo si peligra la vida de la madre, pero Estrada no se enfoca en el dilema de la joven sino en el de la madre que no comprende ni puede explicar lo sucedido y que trata de ayudar a su hijo a salir de la cárcel. Este cuento contrasta, o quizás complementa, la historia “Las horas azules”, donde un padre tiene que aceptar que su bebé muera a los pocos segundos de haber nacido. La terrible relación de padres e hijos es aún más evidente en el cuento “Vivir la muerte”, donde un joven de mal vivir y maltratado por la vida va en busca de su verdadera madre solo para que esta lo niegue y lo condene a la calle una vez más.
Lo social y lo personal se conectan en el cuento “Los trapos sucios” donde una joven con una enfermedad terminal se ve enfrentada a su madre debido a su orientación sexual. La madre finalmente decide llamar a la “amiga” para que se despida de la hija en sus últimos días. En el Perú existe discriminación en contra de la comunidad LGBTQ+, así como las uniones entre personas del mismo sexo no han sido reconocidas oficialmente por el Estado peruano. Las guerras personales, nos dice Estrada, también son sociales y aunque pueden terminar en la muerte, estas no culminan y es necesario que la lucha continúe más allá de las páginas. Estrada nos recuerda la urgencia de un cambio social donde se reconozcan los derechos de la comunidad LGBTQ+.
Si la sociedad está en guerra, el cuento “Señales de vida” lo muestra claramente. Ahí, dos mujeres reflexionan sobre la tragedia de la Covid-19. En Perú, la pandemia se llevó oficialmente 213.551 personas hasta el día de hoy (julio de 2022), aunque las cifras extraoficiales proyectan mucho más. “Si libramos una guerra, no hemos de morir en esta celda” (38), dice Amparo, una de las protagonistas que se abraza a la esperanza frente a la muerte. Si hay pulso, es que aún está vivo, parece decir Estrada. Suficiente razón para seguir luchando.
Si bien los cuentos de esta colección funcionan como estampas de las secuelas de la guerra, el cuento “El juicio final” propone una reflexión personal y política sobre, quizás, el origen de la última guerra en el Perú. El cuento presenta el juicio del exdictador Alberto Fujimori, donde es condenado a 25 años de prisión por crímenes contra la humanidad. Estrada no ahonda en el proceso pero sí en la posición de los ciudadanos que apoyan mayoritariamente al exdictador durante su gobierno en la década de 1990. Don Casimiro, un hombre de 94 años reflexiona sobre porqué apoyó al dictador durante esos años solo para verse sorprendido por sus crímenes contra la sociedad peruana: “ejecuciones sumarias, delitos de corrupción y espionaje a periodistas y políticos, desvío de fondos, esterilizaciones forzadas” (24). “El juicio final” no es un cuento sobre Fujimori sino sobre la sociedad peruana a la que una vez más se le es robada su esperanza y sus sueños de construir un país en paz y con justicia.
En Las guerras perdidas, los cuentos son pequeños destellos de una guerra interminable por la que ya no se puede seguir peleando sino solo aceptar la derrota. ¿Cuál es el precio? Para muchos el exilio y la soledad, para otros la muerte, para algunos la aceptación del destino. Como dice el dicho “solo los muertos han visto el fin de la guerra”. Para el resto, solo queda la nostalgia del ángel de la historia que, como Oswaldo Estrada, observa una y otra vez lo que no puede ser recuperado.