imagínense, en el siglo XXI, a Sor Juana de enfermera de Frida Kahlo. cuélguense de la nube de ambigüedades que crea la obra Cintas de seda, del dramaturgo cubano Norge Espinosa, en esta puesta en escena del Teatro Aguijón/Aguijón Theater en Chicago.
déjenselas caer en el regazo… la servil monja temblorosa y dedicada a sus menesteres curativos, poeta a hurtadillas, de pronto explosiva lanzando regaños y vibra de atracción sexual hacia la malhablada pintora, maestra de coqueteos y emotivos subibajas, ambas vigiladas por un hombre, el doctor, ser frustrado y pecador, víctima también de ambas mujeres. ¿ya les caló?
tanto Sor Juana como Kahlo son de esos magníficos personajes históricos ya desgastados por el exceso de fama y manipulación de sus vidas. en esta obra, juntarlas y frotar —en busca de chispas— esos “dos grandes fantasmas … convocados a través de sus parlamentos”, según expresa el autor, es buena idea. tanto como despojo de ese desgaste, como para recrearse con aun otra posibilidad. y… ¿si nunca hubieran existido Diego ni la vizrreina, ni Troksky ni María Félix, ni tú ni yo? pues eso.
hay pandemia, en la calle, les digo que dijo la monja. y adentro también, grita la pintora. y yo. en nuestros huesos de espectador sobreviviente de la recién pandemia, con su rastro de pérdidas de todo tipo, y todo lo que aún flota en nube de ambigüedades… cada movimiento sobre el escenario es nuestra propia enfermedad, frustración y sanación cíclica. agárrenlas, a esas dos mujeres genios, modelos de la perenne fiera femenina creativa que el mundo siempre se empeña en opacar. aún con luz propia ambas siguen engendrando brebajes para borracheras de menjunjes intelectuales, a pesar de que ni en el último trago nos ven.
la puesta en escena del Aguijón es minimalista, con efectivos brotes de luz, humor, color y música. las actuaciones trasladan a los personajes a su diana, con y sin flecha. la también fiera fémina creativa que es Rosario Vargas brilla en el desafiante alebrije de papel maché de Frida, y no cuesta imaginarse uno que la Kahlo tuviera acento colombiano con cada “hijueputa” que suelta en escena.
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vayan. disfruten. apoyen al Aguijón y su constancia creativa en Chicago.
por amor al arte, nunca a rajatabla.