Los libros de otros cuentan nuestra propia historia

 

Los libros de otros de Gabriela Polit Dueñas
Chatos Inhumanos, New York, 2022. 176 páginas, ISBN 978-0998744322

La primera novela de Gabriela Polit Dueñas, Los libros de otros (Chatos Inhumanos, 2022), presenta la vida de una mujer inmersa en un desorden con una narración pulcra y estructurada. Desde las primeras páginas de la obra nos damos cuenta que Beatriz, la protagonista, vive en un ambiente abarrotado de objetos en el que es difícil transitar. No obstante, por la disposición de la palabra que hace Polit Dueñas, por el cuidado que le da a cada detalle, como lectores podemos acompañar a Beatriz y escuchar su historia sin darnos tropezones. Esto es lo que hacen los buenos libros, conjugar imágenes que podrían parecer opuestas pero que logran coexistir.

La persona central de la obra acumula cosas de forma excesiva y le cuesta deshacerse de ellas. Es lo que en inglés se llama hoarder. Por otra parte, es bibliotecaria de oficio, una profesión fundamentada en el orden y la categorización. En las bibliotecas es través del orden que se mantiene la existencia de los libros y se establece la perpetuación de las historias. “El verdadero héroe aquí es el papel. Sobre él recae todo el peso de esta historia” (16). En el papel se derraman hechos, energía, tristezas, alegrías, pérdidas. Beatriz, al estar rodeada de libros por tantos años vislumbra la raíz de la necesidad de preservarlos, cuidar el papel donde están impresas las letras, conservar las palabras dichas. “La catalogación es minucia, porque una categoría mal escogida lleva al extravío, una letra mal puesta lo condena al olvido. […] Cuidarlos no es preservar su utilidad, sino su poder de conectarnos con lo humano” (154).

Beatriz fue una bibliotecaria exitosa y querida, obtuvo una especialización universitaria en el área, se documentó sobre los cambios de archivo que trajo la tecnología y pudo mantener a sus hijos con una carrera que se separa totalmente de la anarquía. Cómo es posible que una bibliotecaria sea hoarder, nos preguntamos. La autora contrapone estas dos realidades formando una dicotomía; los extremos al final se tocan, el control y el caos le dan sentido a la vida de Beatriz.

Polit Dueñas no es una escritora novel. En Los libros de otros se percibe la pericia y el oficio escritural que lleva años construyéndose. En su haber están un libro de cuentos, Amsterdam Avenue (Literal, 2017), un poemario, Agujas (Literal, 2022) y varios volúmenes de investigación sobre la violencia en Latinoamérica, por ejemplo, Unwanted Witnesses. Journalists and Conflict in Latin America(Pittsburgh University Press, 2019). Asimismo, desde su rol académico en la University of Texas at Austin, ha puesto en marcha una cátedra de creación literaria en español de la que se publicó Contar historias. Escritura creativa en el aula (Tower Books – UT Press, 2023). La profundidad de la prosa de Polit Dueñas y las imágenes escogidas minuciosamente responden a su destreza con la palabra. De allí que en su novela nos encontremos con imágenes opuestas pero entrelazadas con habilidad. En Los libros de otros la casa de la protagonista está repleta pero su cotidianidad está al borde de la incomunicación y el aislamiento.

La protagonista de esta novela tiene una relación complicada con sus hijos, Isabel y Benjamín. La envuelve el desasosiego cuando después de mucho tiempo recibe una llamada de Isabel, especialmente para decirle que la quiere ir a visitar acompañada de su novio. La posibilidad de verse obligada a despejar un espacio de su casa le produce ansiedad puesto que la acumulación de objetos va más allá de un posible trastorno mental: “No comprenden que las cosas me dan sosiego, me albergan, aunque me quiten lugar” (12). Hay una suerte de incomprensión grupal; la madre no entiende del todo las razones del alejamiento y el silencio de Isabel ni la insistencia cariñosa de Benjamín de que despeje la casa; los hijos no comprenden el caos perpetuo en el que, según ellos, Beatriz decide vivir.

La vida de Beatriz ha estado llena de soledad. A pesar de haber tenido una pareja y de ser madre, la soledad y la separación le han dado vueltas siempre. Dejó Ecuador para venir a Estados Unidos acompañada de Daniel, quien fuera su esposo pero nunca su compañero. Junto a él, la presencia de Beatriz pasó a ser sólo aparente. A la disolución de su matrimonio le siguió la ausencia de Daniel de la vida de ella y sus hijos. No nos sorprende enterarnos de este desenlace cuando nos topamos con una escena como esta, en la que Beatriz visita a un ginecólogo, primo de Daniel, para que le haga un examen:

“metía la pinza en la vagina y la expandía haciendo girar una perilla. Actuaba como si yo no estuviera presente. Ven a ver esto, volvió a decir para llamar la atención de Daniel. La pinza estaba abierta y yo patas arriba en la camilla, encogida en cuerpo y alma” (74).

En este sentido, se intenta despojar a Beatriz de toda identidad. Su presencia se resume a un puñado de órganos reproductores. Con ello, la soledad vuelve a merodear la vida de la protagonista, al mismo tiempo que la convierte en una especie de objeto para ser observada, a ella, quien además sufre de una renguera, el vestigio de un problema de salud durante la niñez.

La vida de Beatriz ha sido marcada por pérdidas. De su vida se han desvanecido el caminar uniforme, la felicidad de una vida en pareja, su tierra ecuatoriana, las amistades que sucumben ante enfermedades, la capacidad para establecer una comunicación continua con sus hijos.

Ante este mundo de pérdidas, quizás la dificultad para transitar en los pasillos de su casa hace de su entorno un lugar vivo que finalmente ocupa. Al ocupar un sitio, al habitarlo, establece su presencia, aunque nunca prescinda de la soledad y las memorias: “No, no es como dice Benjamín simplemente encontrar un lugar para cada cosa. No me sobran los cajones. Si fuera así de fácil, habría uno donde guardar el miedo, otro para la soledad, otro para esconder los recuerdos y a todos les pondría nombres. Como a los archivos” (13). Asimismo, Beatriz ocupa un espacio público cuando se permite vivir una relación romántica con su vecino Albert, el cual es mucho menor que ella y a quien no le interesa el porqué del desorden ni se aleja por su cojera. Beatriz se permite ocupar su propio cuerpo sin miedo a ser observada y criticada ni por ser renga, ni por ser mayor; acepta que otra persona puede sentirse atraída hacia ella obviando los objetos a su alrededor. De cierto modo, Albert se convierte en el concepto del equilibrio. Más aun, dicho equilibrio se materializa en el intento de su vecino para mantenerse en pie sobre una cuerda floja en el porche de su casa. Con la renguera y con la edad, Beatriz opta por aceptar la invitación de Albert a balancearse en la cuerda floja. Ella alcanza el equilibrio que necesita y al hacerlo también visualiza la posibilidad de dejar ir.

Gabriela Polit Dueñas, con una prosa clara, bien trabajada, y además hermosa, nos obsequia una historia basada en la búsqueda del sentido de la existencia, permanencia e inmortalidad de los objetos, los seres y las memorias. Al leer esta novela podemos cuestionarnos el porqué de nuestra propia realidad, la razón por la que pretendemos trascender a través de lo que hemos vivido. Los libros de otros son los que llevamos dentro, los que podemos retener en nuestra memoria, y que al final cuentan nuestra propia historia.


Naida Saavedra. Escritora de ficción, crítica literaria y profesora. Ha publicado Vos no viste que no lloré por vos (El perro y la rana, 2009), Última inocencia(SEd Ebook, 2013), Hábitat (2013), Vestier y otras miserias (Verbum, 2015) y Desordenadas (SEd, 2019). Actualmente es editora de La Pilsen Review, sección de reseñas literarias de la revista El BeiSmAn. La investigación de Saavedra aborda los temas de identidad, migración y redes sociales en la literatura latinx contemporánea. En 2019, junto a Amrita Das, editó Ecos urbanos: Literatura contemporánea en español en Estados Unidos, número 15 de la revista Hostos Review. En su libro, #NewLatinoBoom: cartografía de la narrativa en español de EE UU (El BeiSMan PrESs, 2020) Saavedra estudia el movimiento literario en español del siglo XXI propio de Estados Unidos. Vive en Massachusetts, donde es profesora e investigadora de la Worcester State University.