Reacción de los manifestantes después del tiroteo en Dallas. Foto: Ashley Landis/AP
¿Por qué la vida de los negros importa? ¿Es cierto que todas las vidas valen por igual? ¿O hay vidas que valen más que otras? ¿Con qué derecho o autoridad se sesga la vida del otro, de la otra? ¿Qué es la vida? ¿Por qué no hemos aprendido a respetar la vida de los otros? ¿Qué es la otredad? ¿Quién es la otra y quién es el otro? ¿Cuál es el valor del otro y de la otra en esta modernidad globalizada? ¿Por qué a pesar de los adelantos tecnológicos el ser humano continúa viviendo en la prehistoria psicológica? ¿Acaso hemos evolucionado en cuanto desarrollo científico y fracasado moralmente? ¿Para qué nos sirve la ciencia si no se emplea para el bien común? ¿Es legítimo el uso de la violencia por parte del Estado? ¿Es inmoral el silencio frente a esa violencia? ¿En qué momento otorgamos el derecho de nuestra vida a las instituciones? ¿Por qué a pesar de la educación formal e informal que recibimos no aprendimos a cuestionar lo enseñado? ¿En qué creemos si no creemos en lo sagrado de las personas? ¿Qué valores éticos han despojado a los seres humanos del derecho a la vida? ¿Quién rige dichos valores? ¿Por qué callamos ante la injusticia? ¿Por qué nos hacen daño? ¿Por qué causamos daño a los otros? ¿Por qué nos hacemos daño?
Los crímenes cometidos en Orlando, Fullerton, Baton Rouge, Saint Paul y Dallas revelan el fracaso moral de un sistema patriarcal y capitalista. En este sistema la vida del ser humano ha perdido su cualidad de sagrado. El bien común dejó de serlo cuando en su lugar se impuso la avaricia y el lucro del mercado. En todos estos crímenes hubo armas de por medio y aunque las armas son tan solo el medio para terminar la vida de los otros, también representan uno de los mercados más lucrativos en el mundo. Hay que recordar que el mundo no empieza dentro de las fronteras de Estados Unidos y tampoco termina ahí. A veces pareciera que tenemos cierto discernimiento de la globalización y un día #TodosSomosFrancia; luego #TodosSomosBruselas y mañana #TodosSeremos…, pero nunca #TodosSomosIraq ni #TodosSomosRuanda y #BlackLivesMatter mucho menos. Pareciera ser que la empatía es con el hashtag que encarna la tez blanca. La otredad no puede ser selectiva. Decía el viejo Saramago que un cuarto de la población en el mundo nació para la nada. Y nació para la nada porque son vidas que no importan. Son vidas desechables. Y esas vidas parecieran ser las de los negros, los inmigrantes, los homosexuales y transexuales marginados. En torno a las víctimas abundará el dolor y ojalá que éste nos lleve al despertar de la conciencia.
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Franky Piña. Escritor y diseñador gráfico. Ha sido cofundador de varias revistas literarias en Chicago: Fe de erratas, zorros y erizos, Tropel y Contratiempo. Es coautor del libro Rudy Lozano: His Life, His People (1991). Un cuento de Piña fue publicado en la antología Se habla español: Voces latinas en USA (2000) y Voces en el viento: Nuevas ficciones desde Chicago (1999). Fue productor y editor de los siguientes libros de arte: Marcos Raya: Fetishizing the Imaginary (2004),The Art of Gabriel Villa (2007), René Arceo: Between the Instinctive and the Rational (2010), Alfonso Piloto Nieves Ruiz: Sculpture (Editorial El BéiSMan, 2014). Es director editorial de El BeiSMan..