La delicia de Don Quijote (Quichotte)


Don Quijote. Foto: Ken Howard/San Diego Opera

 

A poco más de 400 años de la publicación de la novela de Cervantes, la Lyric Opera of Chicago nos trae al Quijote de Jules Massenet, en una puesta en escena en cinco actos. La acción comienza en una placita en un pueblo de España, donde varios hombres se pelean por la atención de la bella, elegante y caprichosa Dulcinea. Una Dulcinea muy diferente a la de la obra de Cervantes. Ferruccio Furlanetto, interpretando al Quijote y Nicola Alaimo a Sancho Panza, son una delicia musical y cómica. La mancuerna que hacen los dos protagonistas masculinos es palpable y el auditorio responde a esta química con risas de principio a fin.

El carisma de Furlanetto hace que el ridículo Quijote se torne encantador, y el artista aprovecha cada momento para deleitarnos con su maravillosa voz y su histrionismo. Dulcinea, interpretada por la mezzo-soprano francesa Clementine Margaine, impone en el escenario.

La escenografía impresiona por su sencillez, destacando un cielo que hace énfasis en el paso del tiempo. A veces es de día, a veces de noche, a veces amanece. En un momento de la obra se aprecia la noche inundada de estrellas y uno no tiene otro remedio que buscar constelaciones. Mientras el Quijote lucha por cumplir el encargo de Dulcinea, Sancho —siempre fiel— no tiene opción mas que seguirlo.

El idealismo no deja de ser el tema del Quijote, quien con su vieja armadura, los pelos parados y la impresión de que necesita lentes urgentemente, se lía con los molinos (creyendo que son gigantes) sin miedo, a pesar de las advertencias de Sancho. Al final éstos lo derrotan, pero eso no lo detiene. Y ahí es dónde está la lección: un idealista tiene que ser valiente.

La nobleza del Quijote se asoma en su interacción con los bandidos, a quienes reta sin importarle que sean dos contra mil. Dulcinea le ha pedido que recobre un collar que le robaron y su amor por ella lo hace invencible. El Quijote se somete sin resistencia a la horda de malhechores, mientras Sancho mira con horror. A punto de matarlo, los bandidos le perdonan la vida al escuchar sus palabras llenas de amor y perdón, y además, le devuelven el collar de Dulcinea.

El Quijote regresa al pueblo confiado en que su amor por Dulcinea será correspondido y con dignidad, aguanta el ‘buleo’ de los guardias, quienes se burlan de su delgadez y su aspecto. Al entregarle el collar a Dulcinea, ésta le muestra su afecto y admiración, pero rechaza su oferta de matrimonio. Ahora sí, derrotado, el Quijote vuelve al desierto con su fiel Sancho Panza, retirándose para siempre a la ‘tierra de sueños’.

Esta puesta en escena de El Quijote es un triunfo de principio a fin, ideal para aquellos que nunca han visto una opera. Y para aquellos que han dejado la lectura de El Quijote para otro día, esta alegre y divertida puesta nos deja con ganas de leer la obra y conocer todas sus aventuras.

 

 

Carolina A. Herrera. Nació en Monterrey, Nuevo León y se crió en la Ciudad de México. Es Licenciada en Ciencias Jurídicas por la Universidad Regiomontana (1989). Estuvo asimilada al Servicio Exterior Mexicano en los Consulados de Chicago (1991-1997) y Houston (1997-2000) como representante del IMSS. Desde el término de su comisión se ha dedicado a la traducción, interpretación y la capacitación de intérpretes. Vive en Aurora, Illinois, con sus hijos y Chester. #Mujer que piensa, es su primera novela. Síguela en twitter @blondieflowers

Don Quichotte en el Lyric Opera House.