Las tardes

 

Las tardes

 

Las tardes aburridas

Las noches sin dormir

Las flores incipientes

La salida ocasional

El calor insoportable

Las ramas desnudas

El llanto de un recién nacido

Un ventarrón glacial

Las palabras de Cristo

Los restos de mi padre

El amargo sabor de la ira

Un ansia descomunal

La violencia del recuerdo

El ocio de mis manos

La insidia de la indiferencia

Una estocada mortal

La luna de octubre

Las ganas de claudicar

El eco de mi cuerpo

Mi propio funeral

Pasan

Como este amor

 

 

Ojos tristes

  

Me miras con esos ojos verdes,

serios, a veces tristes.

Entonces mueves la cola

y supongo que eres feliz.

En ocasiones mi regazo

te parece el paraíso. 

En otras, le huyes 

persiguiendo un hueso imaginario.

Al fin sabueso,

husmeas buscando milagros

hasta que te aburres 

y te empeñas en espantar a mis fantasmas con tus ladridos.

Acercas tu hocico a mi aliento impregnado de café e indiferencia.

Intrigado por el lejano crujir de un misterio, desistes.

Ignoras mis instrucciones y con absurdo optimismo

exiges tu recompensa.

¡Perro tonto!

¿Cómo es posible que me quieras? 

No me importan tus ladridos incongruentes,

tus meados aleatorios, o tu obsesión con las ardillas.

Ven, siéntate en mis piernas y déjame quererte.

Nomás porque sí. 

Déjame contarte. 

Déjame llorar. Aullar contigo.

Y mírame con esos ojos tristes que no juzgan.

 

Carolina Herrera Guerra nació en Monterrey, Nuevo León y se crió en la CDMX. Es autora de la novela #Mujer que piensa.