Raros momentos

 

El expreso entre el sueño y la vigilia

 

“Sígueme, dijo uno, hacia el mingitorio

y luego, en vez de orinar, nos tiraremos a la piscina

para respirar mejor. Soy osado.”

Se me adelanta

y la corriente lo lleva a un costado del río

mientras otros, cada cual frente a una rama o un tronco,

se ejercitan bajo metros de agua.

La primer pulseada, la primer banana

desciende por el perfil del río.

“Ven, aquí nos tiramos mejor.”

 

Y la paz, el primer poema,

se transparenta en el agua y la luz.

Aquí estamos entre algodones embebidos en tinta.

El tilo se ramifica contra el aire de plata

y tu fe en el día crece a medida de los resplandores,

pero recién empieza, ante el bandeo

de los neumáticos sobre el macadam mojado.

Un perro duerme, respira con un jadeo suave.

 

A las primeras luces

tus sentidos frescos aún no se han esponjado.

El soplo al socaire apenas me despierta,

después otro trecho de sueño.

 

Los caboclos protegen este principio de día

y los muertos, en silencio esponjado,

también están vivos.

Callamos para no estrenar sino la paz y la vigilia incierta.

El coche se va, queda un chisporroteo dentro del silencio

y el tic tac es parte de la paz.

 

Se han calmado la sed y los sufrimientos del cuerpo.

En este pulmón de raicillas

la frescura atiende el cuerpo de nadie,

la vigilia de los muertos y el anónimo mamboretá sobre la ventana

del avión a la hora del desayuno.

 

Pero ese ladrido que no escucho

es un fondo de sombra que se excava en la sombra,

y ahora unos cascos de caballo llegan lentos

con el carrito que recoge desperdicios,

el escape de un autobús tintinea en los vidrios

pero no escucho nada en el principio de todo.

 

Basta beber del embebido algodón

o absorber por las narinas la paz que no comienza.

 

Antes, cuando buscaba escaquear lo que escribo

y tenerlo en colecciones ante los ojos

dejaba de escribir por temor a no completarme

y dormía a la madrugada con el sopor del olvido.

Ahora escucho lo que escucho a la hora,

un enturbiado arrebato de grullas en el patio.

No hay otra falange ni otro dedo que golpetee en el caño

y lo que estaba es la paz que se adormila

y la cabeza sobre la funda fresca.

 

Nadie explica aquí todos los ruidos.

El mezzogiorno está muy lejos.

Se vuelca, sobre las paredes del sueño, la tinta.

Giramos en el cubo de la penumbra

y ya ahora y sobre esta cinta

chirridos se ajustan y el perro despierta.

 

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Raros momentos

 

                           cuando la nota saja sagarana

la pulpa que no se sabía si estaba

mientras la cabeza, sobre la colcha, en esguince

inclinada gravita aún al acabar de despertar

hacia el recibo en penumbra con un brote de luz

por el fondo de amarillos

membrillos y la “eterna” mujer,

que no tiene figura sino es alusión del afecto

y microclima cavado en la tarde de un día libre,

recoge o recibe en su casa

sin considerar que esa mujer vivió en otras casas,

y aún en el exterior, antes de morir se había mudado,

ahora registra el recibo imperativo, se queda

de visita en casa donde al parecer nunca falta,

nunca muere, desde otro lugar

permite que la visitemos en este lugar,

remozada, y ella

ha consagrado ésta para que no falle, panacea no falta

aunque falte todo lo demás, esa casa esa mujer

hombre y mujer, ni hombre ni mujer

en fin más lugar que ella,

casi inocente, casi presente

inoculado de un germen que respira

y permite, entre campanillazo y campanillazo,

quedarse en un lugar que integra éste,

los escapes transitan lo atraviesa

el temblor de un motor,

la motoneta, pedos de castañuela

cuando saja la nota y ya no estamos,

cuando ella arrastra los pies,

cierra una puerta

el motor ablandado musita discreto

un primer arrebato por visitar el lugar.

 

 

El poesta uruguayo participará en el homenaje a los poetas Armando Romero y Roberto Echavarren. Jueves 13 de abril en la Universidad DePaul a las 6:30 pm, 2350 N. Kenmore, SAC 154. 

Roberto Echavarren. Poeta, narrador, ensayista y traductor. De entre sus libros de poemas se destacan Centralasia (Premio Ministerio de Cultura de Uruguay, ediciones en Argentina, México y Brasil), El expreso entre el sueño y la vigilia (Premio Fundación Nancy Bacelo); The Expresso between Sleep and Wakfulnes, bilingual edition: Ruido de fondo y El monte nativo. Performance es un volumen mixto: antología de poemas, entrevistas, reseñas críticas alrededor de su obra. Ensayos: El espacio de la verdad: Felisberto Hernández, Arte andrógino (Premio Ministerio de Cultura de Uruguay), Fuera de género: criaturas de la invención erótica, Michel Foucault: filosofía política de la historia, Margen de ficción: poéticas de la narrativa hispanoamericana. Sus novelas: Ave rock, El diablo en el pelo, Yo era una brasa. Tres cuentos es su último libro de narrativa. Las noches rusas es una crónica acerca de la vida política y cultural de Rusia durante el siglo XX. La pieza Natalia Petrovna fue premiada y publicada por el Centro de España en Uruguay. La pieza África, la muñeca de Felisberto Hernández, basada en un caso real, fue publicada y se presentó en Montevideo a lo largo de 2012 y 2013. Dirige la editorial La Flauta Mágica, especializada en ediciones críticas bilingües de poesía en traducción y el rescate de obras poéticas imprescindibles escritas en español.

 

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