Juanjo López y Paula Aguirre en El edificio. Foto: Franky
Los materiales de El edificio reafirman la conciencia del inmigrante, vivir, hacer propio un suelo y un cielo ajeno no son cosa fácil de llevar al escenario. Los ocho personajes que la obra maneja crean una atmósfera familiar, argentinos, colombianos, polacos, mexicanos, gringos, palestinos, diversidad que contamina y fluye en las venas de Estados Unidos; diversidad que para muchos es y será tachada de mugrosa. Entonces, se agradecen las mantras que manejan en la obra, los toques de irrealidad que activan la energía, y para leerlo sofisticadamente: los materiales del edificio llegan a conectar el espíritu foráneo con el universo. En esta obra me sentí relacionada con cada uno de los personajes y es que cada uno tiene un poder específico. Desterrarme para vivir un “sueño americano” y años más tarde descubrir lo ajena que está mi vida de ese sueño me convierte en inquilina del edificio. A ciencia cierta no puedo explicar mi conexión con la Campamocha o con Andrzej y mucho menos con una chinche, sin embargo una frase o un gesto de estos personajes me hacen caer en la trampa del edificio y su historia me recuerda a un capítulo de la mía en Chicago. Eso no se puede explicar y menos en un texto de menos de 300 palabras. Ya sea el OM con el que me topé cuando entré a Citlalin Gallery, las ganas de gritar sus historias y llevarnos a dar una vuelta por los cuartos del edificio o por la razón que sea la producción promete entregar mil puños de una vida que se busca sola.
El edificio pertenece al festival de Monólogos del Pozo. Las obras se presentan en español y en inglés con supertítulos. Este fin de semana, del 9 al 12 de noviembre, se presenta El Edificio, una versión abreviada; la versión completa se presentará en la primavera de 2018.
Galería Citlalin, 2005 S. Blue Island. Lapresentación de jueves a sábados comienza a las 8 p.m. y la del domingo a las 6 p.m.
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Tanya Victoria, mexicana, reside en en el área de Chicago desde 1998.