Ya no
Ya no muerde tu nombre tan hermoso.
no se asusta a los polos tu ausencia
hace tiempo la memoria de aquel río
que va pasando siempre
te mata poco a poco
y ya no naces en el indicio de la piedra
y no hay rastros de serpientes esbozadas
de una tarde
ahora que las hojas de los árboles se curvan
hacia el sur
ya no alcanzas los caminos para verte
andar por nuevas calles
y ya no me espanta tu doble
en la mesa ni en la hoja de un lirio que está rota
ni en los trazos que van por dentro
ni ya habitas en las sombras
ya no aconteces del modo en que un recuerdo
ni se habla de puertas de aceras infranqueables
de lo que somos o no somos
y de otra vez decir adiós
y ahora que ya no cabe más la noche
ya no aceleras la flor
y no anticipan las luces más bajas de la tristeza
y ya no muerde
tu nombre
ya no.
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Lamento de ángel oculto ante revelación
Porque nadie es bello eternamente
ni bueno eternamente
ni pulcro ni sabio ni manso eternamente.
Porque nadie ama eternamente
ni arrastra su máscara eternamente.
Nadie pacta con Dios
ni soporta su desamparo eternamente.
Nadie imagina que la muerte
se convierte en la manera casual de aceptar las cosas:
porque eternamente es atroz el infierno de los desfallecidos
porque la sombra se esconde
porque se instala con éxtasis alrededor del camino el hambre
porque petrificada la piedra no vuelve jamás al consuelo
y el grito es largo, contagioso, inútil, vacío, angosto, podrido, absurdo…
Porque la soledad tiene estrías de ácido.
Porque la usura trabaja a favor de los lobos
que me condenan al abismo.
∴
Algunas grandes cosas heredé de mi madre
De mi madre heredé la costumbre de mirar a la gente
qué distante parecen
no comparten nada de su naturaleza
ni de cómo sobrevivir
en un mundo en donde el tiempo pasa
en caminar en círculos
no saben qué hacer con las manos
ni con las grandes ausencias
y los misterios de la vida
porque no esperan la vida con miedo ni temor
o será que esperan la vida de siempre
la misma vida de Whitman
cruzando en el ferry de Brooklyn
en el mismo viejo rol
que empuja hacia adelante
serán como los girasoles:
no esperan a nadie más que a sí mismos.
de mi madre heredé la costumbre de algunos mitos
y de encontrar los métodos de romper
cuando los tiempos cambian
mi madre es capaz de continuar
el día y la noche con el día siguiente
y todas las noches
nunca olvida su papel
hace tres vidas atrás para no morirse
es decir: para completar los deseos ancestrales de familia
supo que estábamos hechos en verdad para el peregrinaje
ese cuenco de barro o de viento o de muerte
que divide al horizonte y donde es fácil vivir
si estás noblemente diseñado para dejarte vencer
por el desaliento.
de mi madre heredé la costumbre
de llamar las cosas por su nombre:
un mecanismo de sugestión*
de quien quiere ver el cielo en el océano
tan semejantes a las horas
que solo advierto de regreso
cuando predico el gran pronóstico
dependiendo del modo en que la nube se rompa.
algunas grandes cosas heredé de mi madre
como los mares y las islas
y lo que dice una mujer
cuando sabe lo que quiere sin remordimientos
este encender la lámpara para luego apagarla
esta inquietud de insecto que vibra en el vuelo
y este recuerdo de que la vida existe
más allá de los papeles acumulados y las marcas.
∴
La libertad del límite
porque nos acostumbramos
a tener la sed de los confines del mundo
al amor desértico de los que rompen la rama
al instinto de lo absurdo.
porque nos acostumbramos
a la inmensa soledad del desierto
para no morir como animal sacrificado
ante el pudor de los que buscan la distancia
casi insalvable de los que siguen vivos.
porque nos acostumbramos
a volar nunca hacia alguna parte
con el cansancio de quien agradece a medianoche
con las ropas nuevas de quien se sienta a morir
y sabe que todavía tiene que esperar.
porque nos acostumbramos
a la tierra fértil y a la falsa victoria
a los distintos cultos del que lo intenta todo
y a los tirabuzones de arena que alzaba el viento.
porque nos acostumbramos
a temer el abandono fijo de los grandes teatros
al instante de miedo en el cuerpo sosegado
para después validarnos en el color púrpura
de la derrota.
porque nos acostumbramos
a la llanura seca de la orilla misma
al momento anterior de la palabra
en el átimo por consiguiente superado
de lo nunca conseguido.
porque nos acostumbramos
a los que aman el amanecer y los disparos
a ese frío sin falta de los que gobiernan
con cada hoja arrancada y cada bosque
donde ya no se oye ni el susurro
de los muertos.
porque nos acostumbramos
a juzgar con la intención de los músculos
porque una navaja lenta con esfuerzo
se multiplica.
porque nos acostumbramos
a lo terriblemente bello de nuestro propio exilio
a la alegría salvaje de no pisar otra vez el país de origen
a la perplejidad de la duda y la sorpresa
del alivio sin cura de nuestra propia ceguera.
∴
RESPIRO las grietas
de una calle cualquiera;
y de una segunda calle huyo despavorida
—hacia mi tranquilizante—
a escribir sobre el polvo y su semilla:
La escritura
no es más que la aridez del aire
la señal del derrumbe
una hilera de hojas perennes
en medio de los escombros.
∴
Yosie Crespo (Cuba/EEUU, 1979). Nació en Pinar del Río, Cuba en 1979, es una poeta y narradora que piensa en inglés y escribe en español (producto híbrido) textos en los cuales se encuentran las culturas cubana y anglosajona en un terreno que nunca es neutral. Se interesa por la relación dentro del poema de aquellos elementos que hacen hablar a un yo distinto del escritor que asume el texto.
Con Solárium obtuvo en 2011 el Primer Premio “Nuevos Valores de la Poesía Hispana” convocado por las Ediciones Baquiana y el CCE (Centro Cultural Español) de Miami, Estados Unidos. Ese propio año recibió Primer Premio del IV Concurso Juvenil de Poesía Federico García Lorca y fue Premio Internacional en la categoría de Cuento Corto en la Feria del Libro de Buenos Aires, Argentina. Otro de sus poemarios Como si fueran grullas fugitivas resultó finalista del Premio Paz de Poesía 2016, convocado por National Poetry Series, en Nueva York.
Tiene publicados Solárium (2011), La ruta del pájaro sobre mi cabeza (Ediciones Torremozas, España, 2013) y Caravana (una pequeña versión publicada por El Quirófano Ediciones, Ecuador, 2015). Otra versión más amplia de Caravana ha sido publicada por la Editorial Letras Cubanas este año. Sus trabajos aparecen regularmente en numerosas revistas y antologías digitales e impresas. Reside en Miami desde los diez años.