El teatro Aguijón inicia su trigésima primera temporada con el estreno estadounidense de la obra Kiev del dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco. Aguijón nos presenta un drama sobre los extremos más tétricos de la experiencia humana. La puesta en escena abarca una cantidad inmensa de temas, se enfoca en los malestares de una sociedad enferma a través del lente metódico de una familia altamente disfuncional, desarrolla un análisis social y se abstiene de la comedia que comúnmente se emplea en situaciones similares para exponer una realidad atroz, grisácea y amarga.
La contundencia de Kiev es sobresaliente ya que el horror y la crueldad no se contienen. Cuando parece ser que la maldad de la familia Badenweiler no podría ser mayor, la vileza se despliega aún más. La obra es difícil de soportar en sus momentos más violentos; el ensañamiento que se muestra es bastante gráfico y deja poco a la imaginación. Sin embargo, la puesta en escena plantea una perspectiva introspectiva, el personaje más martirizado, Alden (Oswaldo Calderón), es el único que quiere sacar a la luz los crímenes de su familia en un intento de redención inalcanzable.
La descomposición social es multigeneracional: a un nivel macro se encuentra Esvald (Sándor Menéndez) y Eiren (Rosario Vargas) Badenweiler, un victimario agente de gobierno representando una corrupción estatal y patriarcal junto con su hermana. Una ciudadana que le da la espalda al sufrir ajeno, empapándose de una corrupción cínica, incluyendo a aquellos que debe proteger. La descendencia, Dafne (Marcela Muñoz) y Alden son el producto derivado del desdén de sus antepasados, adictos plagados con los traumas infringidos por su propia sangre y la indiferencia de éstos. Ambas generaciones son vinculadas por el intruso Tavio (Israel Balza), que también es un partícipe del círculo vicioso de crueldad. Tavio muestra que la corrupción impregna a la sociedad en su conjunto y no únicamente a los Badenweiler.
Kiev es una obra tan atrevida como desgarradora, Critica fuertemente a la sociedad en la cual todos somos participes, ya sea como agresor o como víctima que se convierte en agresor. La obra invita a reflexionar sobre los crímenes de la sociedad en contra de mujeres, niños, drogadictos y minusválidos. Asimismo, nos invita a analizar el papel que a cada uno nos toca ejercer al perpetuar el camino a la perdición.