Al sumergirse en el mundo de 8 ½ de Federico Fellini, lo primero que encontramos es la búsqueda de Guido como reflejo de nuestra indagación propia. Indagamos ese algo que nos elude. Eso que llamamos felicidad.
El drama se desarrolla en torno a cómo encontrar amor para poder ser felices o, por lo menos, cómo estar contentos. Guido, el protagonista, es un director famoso que está a punto de filmar su octava película. Se siente sofocado, lo agobian su creatividad, la relación con su esposa y con su amante. Guido recurre a sus recuerdos y el audio registra aquel juego memorable de palabras que se refiere a los sueños remotos de la infancia: “Asa Nisi Masa”.
Fellini al filmar la vida de un director nos muestra las verdades profundas y vacías de aquel ser humano capaz de enseñarnos lo natural que puede resultar amar a otro ser. Al revivir episodios de su vida percibimos la franqueza de dicho sentimiento. Como espectadora, no llegamos a ponernos en los zapatos de Guido, pero sí llegamos a identificamos con su ardiente deseo de ser feliz. Asimismo, podríamos constatar ese deseo es algo muy natural en el ser humano.
Vi esta película por vez primera en la década de 1990. Era mi primer encuentro con Fellini. Me cautivó la honestidad con la que sus personajes transmiten sus emociones. Regresé a 8 ½ porque deseaba descifrar no sólo la belleza de las imágenes, sino sumergirme en la profundidad de los diálogos y poner en claro el porqué me interesó y me influenció desde la primera vez que la vi.
Tres décadas después comprendo que el querer ser feliz es tan común en un director como en cualquier otra persona, como yo o la vecina. El director está rodeado por su bella amante, su esposa y las actrices quienes van revelando su vida. Asimismo, juega un papel preponderante Claudia, la mujer que él piensa será su salvación y con quien imagina que finalmente podrá ser feliz.
Un hombre tan inteligente y creativo como Guido no puede o no quiere entender que cada relación trae consigo su dote de felicidad aunque sea temporal. El golpe de realidad nos despierta y, en la mayoría de los casos, nos muestra que no durará toda la vida. Estas experiencias tienden a dejarnos sin comprender que la vida y la felicidad son efímeros como sueños y con la luz del nuevo día hay que despertar. Asa Nisi Masa. Todos cargamos con nuestro pasado, que incluye nuestra infancia como las relaciones que nos brindaron cierta felicidad temporal, el matrimonio incluido. La unión entre dos seres que se aman tarde o temprano terminará al despertar del sueño.
La película 8 ½ es un viaje emotivo e intelectual en la vida de cada ser humano que la mire. Este viaje nos lleva a comprender que el querer amar y ser feliz no es tan raro como parece. Al contrario, es tan común como pensar profundamente y entender que el existir exige pensar en lo que significa la felicidad no sólo en pareja sino como un ser individual. Uno ve a Guido y sus relaciones y nos vemos retratados en él. En lo único que soy distinta es en pensar que voy a encontrar a alguien como Claudia que me hará feliz. Yo ya no espero a Godot. Yo soy Godot.
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