Pereza y música: un perfil de Charles Bukowski

 

Lo más probable es que ese hombre del que tanto hablan con desdeño los intelectuales metódicos y los escritores incipientes, con un fervor canónico, haya vivido una vida muy distante a la que conocemos a través de sus entrevistas, declaraciones y avistamientos en programas de televisión franceses, o en sus lecturas, que más bien eran una especie de happening, una actuación más del alcoholismo y la jactancia del mismo. Probablemente este hombre, al que muchos llaman Charles Bukowski, haya prorrumpido los domingos con un conjunto blanco de tenista inglés a pelotear en los alrededores de su mansión en California, para asolearse en su alberca bebiendo brebajes hechos a base de vitaminas y minerales, durmiendo a sus horas y asistiendo a la ópera por la tarde; viviendo la vida del norteamericano promedio, de televisión y supermercado. Todos los datos y testimonios apuntan a eso, más que al reptil tosco en que lo convirtieron los medios de comunicación masiva. Bukowski fue alguien que supo llevar el personaje como un disfraz, por las avenidas, como un luchador porta su máscara de lentejuelas, pero que en su casa sigue siendo Heinrich Karl, y cena tarta de manzana con un vaso de leche, y duerme a las diez de la noche tras terminar sus pendientes y el programa de revista.

Mi ambición está limitada por la pereza, decía Charles Bukowski; pereza es la que da escribir sobre él y redundar, pero no pasa lo mismo al leerlo, porque siempre encontraremos a un Hank nuevo, la otra aventura en cada libro. Sin embargo, escribir mal sobre Bukowski es un acto negligente, ¿para qué seguir erigiendo la estatua del escritor borracho? Si Bukowski escribió mucho más y mejor que todos nosotros, y nunca podrá ser imitado, Bukowski sólo hubo uno, hay que dejar de imitarlo en cada línea y empezar a crear desde cero.

Seguir departiendo de su dipsomanía me parece una completa grosería, discutir de sus mujeres, majaderías e improperios, fuck off!, el viejo fue un escritor metódico, profesional y disciplinado, ochenta libros entre novelas, cuentos, ensayos, poesía, crónica, diarios y correspondencia, y once sobre obra que se relaciona con él lo justifican, Bukowski fue un escritor técnico y punto. Sus libros han pasado la prueba más difícil, la del tiempo, porque el tiempo saca a luz todo lo que está oculto y encubre y esconde lo que ahora brilla con el más grande esplendor; obras que siguen seduciendo aún, a los más jóvenes de nuestra generación, y eso no lo puedes tumbar nunca si el tiempo está de su lado. Deja tú el alcoholismo, el talento papá, porque cualquiera puede ser un alcohólico, pero no un buen escritor.

Lo que sí es cierto es que Charles Bukowski inventó el Rock de la Generación X y tuvo mucho que ver con el Post Punk, y aunque él nunca tuvo una relación muy estrecha con la música popular de hecho la detestaba—, muchos músicos de esa categoría sí mamaron y se nutrieron de este escritor al borde del plagio, tal es el caso de Tom Waits, y especialmente en sus discos de la década de 1970. Bandas hay como Modest Mouse, U2, Red Hot Chili Peppers, Fito Páez, Forever Came Calling, Moose Blood, The Boo Radleys, The Dogs D´Amour y Hot Water Music que surgieron a partir de los poemas del viejo indecoroso, además de otras agrupaciones legendarias que sin la literatura realista y sucia de Hank simplemente no hubieran existido: Sonic Youth y Nirvana, sólo por mencionar a dos.

Pero para Bukowski afortunada o desafortunadamente, la música clásica siempre fue su principal refugio, se regalaba con cada nota como un hombre hambriento de una nueva oleada de sangre y significado y, de esta manera, la música popular contemporánea jamás tendrá el poder que tiene Brahms.

Charles Bukowski creció en un barrio pobre, y durante la gran depresión económica iniciada en 1929 hubo de soportar la miseria y los castigos de su padre. Estudió periodismo porque nadie es perfecto y ejerció miles de oficios, desde lavaplatos hasta lavacoches, pero fue la pereza siempre su labor favorita, y nunca tuvo en la adolescencia un solo peso para comprarse un solo disco: “Con qué dinero. Escuchaba el radio la mayor parte del tiempo, y por fortuna sigo haciéndolo. Y nunca deja de sorprenderme, incluso ahora, cuando oigo algo fuerte y nuevo que no había oído antes, y ocurre bastante a menudo. Entonces me clavo en esa música, con más fuerza que con la que me clavo en una mujer, o en el alcohol, o en cualquier pleito callejero, y para que me muevas está cabrón”.