Jesús, Chuy, Negrete en la Dundee Library en la celebración de 500 años de historia chicana. Foto: Daily Herald
•
La lucha es larga y ardua, pero hay que cumplir…
~Chuy Negrete
En la oficina del 1859 S. Throop —cuartel general de Casa Hermandad General de Trabajadores, un espacio donde se organizaba a la comunidad mexicana de Chicago— se hacían trámites migratorios y se organizaban asambleas y presentaciones culturales, con sus sillas verdes para teatro. Éstas las había donado Miguel centeno, un comerciante dueño de una cantina en las calles 16 y Halsted. Ahora este espacio alberga entre sus paredes las oficinas promotoras del desarrollo y del capital que desplaza y gentrifica a la comunidad mexicana en Pilsen.
Fue ahí que por primera vez escuché y conocí a Chuy Negrete con el grupo Flor y Canto. En éste participaban Rosa Negrete, Santa Negrete, Carlos Cumpian —grupo teatral que asumió el chicanismo como bandera. Con su obra rendían homenaje a los 500 años de historia chicana a través de la música. Era algo así como la musicalización del libro 500 años de historia chicana, publicación que narra con fotografías y pies de foto la historia de nuestra resistencia.
A Chuy se le puede definir como un corridista que sigue la tradición de contar en verso la historia del pueblo mexicano-chicano a través de canciones. Fue un cantautor muy similar a los migrantes; mientras unos seguían la pisca de frutas y vegetales, Negrete seguía las luchas populares y donde había una huelga, la lucha por una escuela o una batalla político electoral ahí se hacía presente con su guitarra, emotividad y humor bilingüe.
Negrete nació en San Luis Potosí, México. Emigró con su familia a Estados Unidos acompañando a su padre que se había inscrito en el Programa Bracero. Estudió en la Universidad de Illinois y obtuvo su doctorado en musicología y folklore en la Universidad de Berkley.
Se sabe que desde niño le gustó tocar la armónica y siempre la acompañaba con su guitarra. Invitó a cantar y a disfrutar a audiencias de jóvenes y trabajadores por todo el país.
Chuy Negrete en el departamento de Esperanza Serna, en Chicago. Foto: Library of Congress.
Fue en 1968 cuando Chuy se animó a convertirse en un juglar de la canción; año memorable que coincidió con la visita de César Chávez al templo de nuestra Señora de Guadalupe en Sur Chicago. Chávez visitaba la región para promover la lucha de los trabajadores agrícolas, la Unión de campesinos y el boicot contra las uvas.
A partir de ahí, Negrete se sumó a la lucha de Chávez y lo acompañó cantando en los días álgidos del movimiento chicano. Asimismo, el cantautor Negrete se inspiró en el Teatro Campesino que dirigía Luis Valdez, en California.
Chuy Negrete siempre fue un militante empecinado con la lucha. Llegaba corriendo a los mítines y protestas contra la migra. Se le distinguía por su guayabera blanca y la guitarra en mano. También participó en las acciones en torno al Primero de Mayo en el parque Zapata junto a Rudy Lozano, Felipe Aguirre, Alfredo de los reyes y yo.
Chuy estuvo en las convenciones del FLOC con Baldemar Velázquez, organizador de campesinos en Toledo Ohio (sindicalista que se le recuerda por la lucha contra la empresa Campbell y uno de los primeros en comprender el tema del sindicalismo binacional sin fronteras).
En múltiples ocasiones, Chuy cantó en Casa Aztlán para sonorizar convenciones y eventos familiares. Cada 6 de enero —durante la celebración del día de los Reyes Magos— aparecía con su guitarra y armónica para cantar corridos y canción a los niños. Le encantaba decir en una lirica “sin los reyes no hay tradición, eso es de Santa Claus”. En los eventos políticos cantaba corridos de la Revolución Mexicana, corridos migrantes y el corrido a Rudy Lozano, asesinado por la derecha en 1983.
Hoy celebremos la vida —sin duda muy creativa y libre— de nuestro compañero Jesús, Chuy, Negrete, que para visualizar la opresión decía en uno de sus corridos “las gallinas de arriba siempre se cagan en las de abajo”.
El musicólogo Jesús, Chuy, Negrete en las páginas del Hispanic Times.