Nocturno de frontera de Santiago Vaquera-Vásquez
SEd, Miami, 2020. 246 páginas, ISBN 978-1735039916
Empecé a leer Nocturno de frontera (SEd, 2020) de Santiago Vaquera-Vásquez —como cualquier libro escrito por un autor latino de Estados Unidos— con la intención de enseñarlo en clase. Es la cruz que llevamos nosotros los profesores. Normalmente mi primera lectura es simple, leo por la noche, unas cuantas páginas antes de dormir y luego, durante la segunda lectura comienzo a tomar apuntes. En este caso no podía esperar hasta el segundo repaso, tenía notitas de Post-It en casi cada página. Ya sabía que no era exactamente un libro que se puede leer en cama antes de ir a dormir. No lo digo para disuadir a los lectores, sino para advertirles. Es un libro que necesita una participación activa y tal vez paciencia. Hay suspenso y se tiene que esperar hasta al final para descubrir la belleza y la complejidad de esta obra.
En pocas palabras se puede decir que es una historia de amor, del protagonista Daniel y de su matrimonio o como el narrador dice, “Es de un tipo que salió de viaje” (17). Daniel busca maneras de escapar de su matrimonio estancado cuando recibe una beca para crear una exposición de arte sobre raíces. Recuerda el mensaje de “Un psychic cowboy jazzman corridista con un despacho al lado de una funeraria” (27) recién conocido que le dice que todavía le falta viajar más. Daniel toma esta oportunidad de ir a un viaje por el Suroeste mientras reevalúa su matrimonio. Al final de su viaje decide regresar con su mujer Melina, pero la novela termina antes de revelar claramente si ella lo acepta o no.
La novela Nocturno de frontera parece una continuación de los cuentos de Vaquera-Vásquez. Daniel, el protagonista de la novela, aparece en varios de los cuentos anteriores del autor y el tema del viaje y el nomadismo está presente aún en estos. Aunque no es necesario leer los cuentos antes de esta novela, hace fácil entender el universo literario construido por el autor. Nocturno de frontera está dividida en cinco partes y cada una representa una etapa del viaje de Daniel. La novela tiene diferentes voces narrativas y usa diferentes géneros literarios para avanzar la historia. El narrador principal es el síquico José (Joe) Alfredo Durán o JA, que nos cuenta lo que Daniel le narró después de su reencuentro, pero por ser síquico ya sabía su historia. La narración del viaje de Daniel desde su salida de Nueva York hasta su decisión de regresar a su mujer en Tijuana sigue más o menos una cronología lineal; aunque a veces salta en el tiempo no complica mucho la lectura. Lo que interrumpe la narración tradicional de la tercera persona es la voz de Daniel en primera persona. Leemos las meditaciones que Daniel escribe en su cuaderno y los correos electrónicos de Daniel a Carmen, una mujer a quien conoció en Madrid y de quien se enamoró, pero no tuvo el valor de decírselo y la encuentra por casualidad de nuevo en San Francisco. También, hay doce capítulos intercalados por la narrativa que comienzan con las descripciones de los doce cuadros que forman parte de la exposición, seguido por lo que suponemos es el narrador principal dirigiéndose directamente a Daniel, usando el tuteo, relatando el momento en que inspiró el cuadro. ¡Luego hay otra voz! Esta voz aparece en capítulos apartes en letras cursivas y no llevan títulos. Están entrelazados por casi toda la novela. Parece que es la misma voz que también aparece en las notas al pie por toda la obra. Es una voz omnisciente que observa la acción por un monitor. Es la voz de Santiago, un escritor, que escribe la novela y tiene una historia similar a la de Daniel, pero no igual. El autor, Santiago Vaquera-Vásquez, juega con el lector al tener un personaje con su propio nombre que no forma parte de la historia principal. Esta técnica metaliteraria se puede leer como algo fantástico o metafórico. Él es un “watcher”, refiriéndose a la figura de ciencia ficción del mundo de comics de Marvel que ve las acciones de los seres en el universo, pero no debe interferir en ellas. Si queremos aceptarlo como algo metafórico, entonces es solo un escritor escribiendo la historia de Daniel en su computadora que sufre un episodio psicótico y se siente desubicado. Las notas al pie nos recuerdan otras narrativas contemporáneas latinas: The Wondrous Life of Oscar Wao de Junot Díaz, Caramelode Sandra Cisneros y #Mujer que piensa de Carolina A. Herrera. Vaquera-Vásquez usa las notas al pie no solo para añadir información de cultura general o histórica sino también para avanzar la historia de Santiago y la disolución de su matrimonio con Verónica. Por ser una voz omnisciente él puede dar información que Daniel no sabe; por tanto, no le puede contar a JA para que él nos la narre.
Lo que hace la novela aún más interesante son las alusiones culturales incluyendo cantantes y sus canciones, comics, directores y sus películas, autores y sus textos y arte, específicamente de Edward Hopper. Casi todos los capítulos llevan títulos de canciones. No es necesario saber las referencias ni las canciones, pero añaden otro nivel de comprensión. El autor ha creado una banda sonora en Spotify que se puede escuchar mientras se lee la novela. Eso se indica en una nota del autor al final de la obra. Esta información hubiera sido más efectiva al principio para aumentar la experiencia de la lectura porque la novela no es solo un texto escrito, sino también visual debido a las descripciones de las pinturas y pudiera ser sonoro también por las canciones.
Santiago Vaquera-Vásquez, hasta ahora conocido solo por sus cuentos, ha construido una novela intrincada. Es una novela contemporánea y moderna, pero mantiene el vínculo con la tradición literaria del mundo chicano. Finalmente, el texto nos hace pensar en nuestras historias y raíces y cómo estas afectan nuestras relaciones humanas y la manera en que nos relacionamos con el mundo alrededor.