Quentin Tarantino, la violencia deviene en cine


Quentin Tarantino.

 

Quentin Tarantino lleva medio siglo entregado a la industria del cine y no deja de sorprender que este cineasta talentoso aún nos siga atrapando con su obra. Posee un premio Óscar en la vitrina de galardones y no menos de un cinéfilo considera que la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas tardó demasiado en concederle el galardón. Otros quizá argumenten que no necesita la presea de la Academia, mientras que otro sector lo tenemos a la cabeza de la lista de los cinco mejores filmes (Top Five).

Tarantino, realizador irreverente, nació en Knoxville, Tennessee en 1963. Desde pequeño nació su afición por el cine aunque no cursó estudios cinematográficos ni de crítica de cine. De ahí se desprende una de sus frases más celebres: “me preguntan si fui a la escuela de cine y les digo ‘no, fui al cine’”. Tarantino se ha convertido en el santo patrono de culto de los cinéfilos que por circunstancias diversas no pueden pagar estudios universitarios. Pero dichos cinéfilos sienten la vocación de la dirección, saben de personajes en remix y llevan el cine experimental en sus venas. Inspirados por el maestro Tarantino también se aventuran en el mundo de la cinematografía como lo hizo él en toda su filmografía.

Personalmente, tengo tres películas que me marcaron y que recuerdo no sin cierta devoción y forman parte de mi dossier Tarantino.

Resorvoir Dogs (Perros de reserva), se caracteriza por sus diálogos minimalistas, sencillos, pero están cargados y la transcendencia de los diálogos pesa en los personajes de una manera estupenda. ¿Cómo olvidar a Mr. White?

En Pulp Fiction, Tarantino recurre constantemente al flashback (retrospección), Nos muestra a los personajes de una forma natural y cruda. Estiliza la violencia hasta volverla costumbre. Asimismo revela su fetiche por las chicas guapas y hombres atractivos. Después de Pulp Fiction, me queda claro que Tarantino es un retratista excelente tanto de sus personajes femeninos como masculinos.

Ahora bien, el mejor remix que Tarantino ha creado es la mezcla hibrida del western con el cine pulp de la década de 1970. Tan es así que en Kill Bill Vol. 1 llegamos a ver a Uma Truman vistiendo un atuendo similar al que llevó Bruce Lee en su entrañable Operación Dragón. De esta manera, Kill Bill Vol. 1 se convierte en el arquetipo que encarna la excelencia de todo el bagaje cinematográfico del cinéfilo Tarantino. Por la pantalla discurren samuráis, mafiosos, matones a sueldo —muy propios del cine hollywoodense— como también percibimos su inclinación al anime oriental. Recordando furtivamente la katana y la caricatura de Meteoro en Pulp Fiction resultan símbolos emblemáticos para el resto de sus películas.

Podrían tocar otras películas y volver del listado un pergamino e incluir sus películas menos logradas, pero no. Por esta ocasión solo rindo un pequeño homenaje al cineasta de Knoxville por habernos mostrado con su lente urbano y de manera cruda la violencia estilizada. Tarantino, para mí, es sin duda de lo mejor del cine hollywoodense actual.

 

 

Waldemar Romero. Joven poeta salvadoreño. Fundador del Círculo literario Mishima para promoción y difusión de la literatura joven, en San Salvador. Es realizador audiovisual de dos cortometrajes y trabaja como periodista en el periódico cultural Contracultura.