La Musa y la Bestia


 

Tengo 30 años, soy actor y artista visual, vivo en Bogotá, Colombia. Llevo 15 años interpretando diferentes papeles en obras de teatro y televisión, he conocido a muchos artistas y me he confrontado con muchas obras; pero ninguna me habló con tanta verdad como Kika. Y lo digo porque cosidero que de eso se trata actuar. Me enseñó que no se trata de actuar, sino de hablar con la verdad, trabajar en verdad del “estar” o sea, en el vivir. Kika se transforma, acude al genderfuck. Es esbeltx y realmente hermosx. Transita entre lo presuntamente femenino pero obviamente másculino.

Kika, a la vez que se traviste, se consolida con la verdad de su papel, no es una actor, ya que no interpreta diferentes papeles como yo, ni su accionar se emplaza en un teatro o set de grabación; Kika es, sencillamente, un perfomancero, uno que habla con la verdad de su propia experiencia, de su propio yo. Su cuerpo es un espacio de discusión abierta, es el artista y la obra al mismo tiempo: rimel, lipstick , pestañas y bigote; Kika es una manifestación estética, además, vive, habita, me habla, interpreta canciones, tiene sus propias maneras, acento y timbre de voz, Es político. Él no ésta ni aquí ni allá, pero está. Un hombre que escinde lo heteronormado.

Pensé, si me gusta él ¿por qué no enamorarse de la obra de arte? Besar a alguien que rompe las fronteras y se zambulle en la ambigüedad de lo hermoso, de lo desconocido para la mayoría de sudacas. Hacer el amor con alguien que se transforma, que cambia y da vida a otro ser. Hcaer el amor con alguien que afronta su dualidad con la cotidianidad de la ciudad, con lo estridente de las calles, con la oscuridad de la noche; alguien que juega con la curiosidad del extraño.

Nos fuimos a vivir juntos, jamás tuve miedo, sólo ansias de saber quién era. Temí salir a la calle con Kika pensando en las posibles agresiones, pero a medida que pasaba el tiempo, mis diques se disipaban y sólo la verdad y el estar eran lo importante, lo moralmente incorrecto se convirtió en lo políticamente correcto en mí vida.

Cuando estaba con él veía al artista para quien su propia vida incide en la materialización y el resultado de su obra. Comprendía que su cuerpo es la base de su obra, veía las transparencias del lenguaje de ella en él. Usar falda con tenis, jeans con tacones, por el hecho de ser congruente consigo mismo, por ejemplo, cuando sí se transforma para ser vista.

He descubierto el color, aunque no sea maquillador. Sé dibujar, y su rostro ha sido el mejor lienzo, es delicado y firme a la vez, capaz de expresar toda la sensualidad de una mujer sin querer ser una de ellas, Ya que Abner, quien es Kika, dice que es un asunto muy difícil.

Él me ha permitido aportar a su experiencia desde mí conocimiento de actor mientras que, a través de Kika, él me ha demostrado que tiene una verdad y que a ésta basta sólo colorearla, potenciar, explorar, impulsar, animar y dejar que aflore. He vuelto a ser artista visual, le hago fotos y vídeos, hay magia; ella es la protagonista, he intervenido en su instagram, a ratos me siento su community manager. Cocinar, dormir, caminar, bailar, compartir y dar espacio a una musa en tu vida, es amar y si amas lo desconocido, tendrás la capacidad de amar todo en la vida, tener inspiracion eterna. Amamos lo valioso, lo poderoso, lo congruente, lo determinado, lo que significa. Amarla a ella, a él, ha sido todo un re-entendimiento de la verdad o sea del vivir, de mi propio vivir. Amarla a ella ha sido estar en la vida.

 

 

 

David Cantor y Kika Burns (Colombia) David, amante del cine y de sus personajes, actor de profesión y artista retrator de la vida. Kika, catharsis performativa del artísta plástico Abner Wagner, para quien el vocablo “género” ha de ser entendido como una categoría gramatical, ya que referirse a personas o cosas como de género masculino o femenino es un uso jocoso, o bien un error.