That’s Life


 

La música hilvana recuerdos y pensamientos y en cualquier signo cotidiano nos salta, nos enlaza, nos invade con su maraña de tiempo y sonido, y sus representaciones fantásticas que hacen eco en el corazón, así la vida. Te muestro unos ejemplos de lo cotidiano inmediato, donde se aparece una y otra vez ese juglar y trovador contemporáneo que se movía en limosinas: Sinatra.

Esta mañana al leer la palabra “Life” en una simple etiqueta me acordé de la pieza en voz de Sinatra (That’s Life) —y es que en los últimos días Frank Sinatra ha estado presente entre nosotros—. Anoche vimos esa vieja película con Dennis Hopper en la que interpreta a La Voz, un filme de 2003 titulado The Night We Called It a Day: ‘La noche cuando todo se acabó’ o algo así, basado en hechos reales acontecidos en una gira por Australia (en 1974).

El título de la película es el de una canción emblemática del repertorio de Sinatra que, por cierto, Bob Dylan ofrece una versión en su último álbum Shadows in the Night. Yep: Dylan canta Sinatra, por si no sabías. O sea: a nuestro personaje que fue cantante y actor, lo cantan y lo actúan. Pero pues bien, la película… a poco de iniciada, la cinta se centra en que Sinatra, recién llegado y ya caminando hacia el hotel, al estar toreando a la prensa se exaspera con una reportera aguerrida que le cuestiona sobre su relación con Marilyn Monroe. Y al obtener una mirada de reproche como respuesta, la reportera no se arredra, arremete de nuevo cuestionando si uno de los personajes de El Padrino está basado en él… Sinatra se detiene, la encara y la insulta llamándola “puta barata”: “Two-bit hooker” y se fue, siguió como si nada su camino al hotel.

Uf. Lo anterior desencadena un escándalo, con su respectivo ruido mediático; diversos gremios sindicales —solidarizándose con la periodista— y con ellos una parte de la población exigen del cantante una disculpa; pero Sinatra al empeñarse en ser fiel a uno de sus mandamientos personales: “Yo nunca doy disculpas”, desencadena una serie de represalias que literalmente lo cercan, y con él a su entregada compañera Bárbara Marx (personificada por Melanie Griffith) y a sus representantes en el hotel, propiciando un episodio un tanto buñuelesco (por una cierta reminiscencia de El ángel exterminador) que dura varios días de mal en peor y, pero bueno, en fin: Etcétera. Nomás quería referir la película y ya te conté su nudo, no te digo el desenlace por si acaso.

El otro día (te cuento que irrumpe esta otra anécdota), al subirse a mi auto mija Valentina, lo primero que hizo fue repasar los discos en busca de alguno de su antojo (siempre se apropia de la música, da por descontado que yo acepto su iniciativa, y la verdad me encanta dejarla hacer), me llamó la atención que cogió uno de Sinatra, lo puso y luego luego fue saltando una por una cada canción hasta encontrar esa: That’s Life… y comenzó a cantarla junto con el también popular actor. Ahí va mi hija adolescente, a mi lado, disfrutando a Sinatra y encantándome cuando con gracia se le empareja al cantante y entona “I’ve been a puppet, a pauper, a pirate, a poet, a pawn and a king”…

Interesante que una adolescente se divierta-entretenga-disfrute con Sinatra ¿no?, interesante pero no extraño. ¿Hay alguien en este país que no sepa de Frank Sinatra? Mi amigo Lucrecio Petra, a propósito, hace poco en una charla destacó que Sinatra en Estados Unidos “es como el beisbol, está omnipresente, sin exagerar vives respirando su presencia; incluso me atrevo a sostener que si lo escuchas durante un partido no es ninguna blasfemia”.

Pero y bueno, pues entonces, te decía, esta mañana cuando leí Life sentí el impulso de tomar de inmediato el teléfono para abrir Pandora Radio. Puse mi estación “Frank Sinatra” pensando en That’s Life aunque, claro, hubiera sido demasiada belleza que a la primera me la regalara el azar. Comenzó con “Young at Heart” cuya primera línea le dio la pauta a Mita para cantarla, por lo que enseguida jugué:

—¡Te la sabes!

—Aww ‘Llerooo… claro —me dijo sonriendo, condescendiente.

Enseguida me reviró señalando que el bicho raro más bien podría ser yo, por mi pasado jipioso, mi predilección por el rock y su longeva sicodelia (aún más de 50 años después), sin embargo escuchamos en paz a Sinatra, acaso hilvanando otros recuerdos con otros pensamientos.

La música hilvana recuerdos y episodios que la vida va guardando. Vaivenes de los días, del pasado que despierta el mañana. Entre el rock y el jazz, el pop engarza baladas de generación en generación, van y vienen como esa compuesta por Paul McCarney, “Yesterday”, de la que se dice tiene el honor —según Guinness— de ser la canción con más versiones.

Es una balada que resplandece en el remolino de los tiempos (de la vida) y nos llega hoy en su 50 aniversario, para celebrarla (en medio de nuestra realidad, la de hoy, tan marcada por la desorientación y el desencanto que deja la violencia). Cuenta Fernando Navarro, periodista de El País y autor de varios libros que La Voz siempre renegó del rock pero no pudo resistirse a cantar esa canción “que estaba por encima de todo un movimiento musical”.

Sinatra, nos dice el especialista, “supo conservar su poderosa carga melancólica en su propuesta de jazz vocal”. Las cuerdas, señala, siguen jugando un papel esencial pero las de Sinatra le dan “un sentido jazzístico más sugerente y lento”.

Y ahora mira, si volteamos las cosas, si les damos un giro completo nos topamos con un clásico del rock y del folk rock, el maestro Dylan sorprendiéndonos con su reciente Shadows in the Night, este disco en el que nos ofrece a su manera diez canciones del repertorio de Sinatra.

Muchos dirán que es un homenaje a Sinatra y aunque de cierta manera lo es, en todo caso y por encima viene a ser un reencuentro consigo mismo, Dylan se repasa. Dylan siempre se ha subido a esos trenes, o si prefieres nunca se ha bajado de esos vagones. En una reseña de la revista Rolling Stone visualizan al Dylan anterior a su surgimiento neoyorquino y sus primeros discos, lo ven en “bailes de instituto” tocando esas piezas con su grupo en los 50, y reiteran que Shadows in the Night es un giro, “un sencillo y vigorizante giro hacia voces que siempre han estado presentes en su obra de una u otra forma”.

Dylan en su nuevo disco también incluye esta otra canción tan sentida por Sinatra: I’m a fool to want you, en la que le canta a Ava Gardner buscando una reconciliación, de hecho con ella empieza el álbum. Todos siempre somos unos tontos cuando andamos en esas. Esa pieza es un buen ejemplo de nuestros enlaces por la vida. Esa pieza lleva la firma de Sinatra en coautoría con Jack Wolf y Joel Herron. Y con esa misma pieza Billie Holiday —también, 57 años antes— inicia su representativo Lady in Satin. Billie, nuestra Billie, quien como bien sabes hilvana de una profunda manera la vida y los sentimientos.

Y es que la música —esa manera ancestral de contar la vida, de cantar lo vivido— viene y va. Nos hilvana, nos enlaza. Generaciones van generaciones vienen, los juglares llegan y cantan las canciones que nos definen. That’s Life. I’ve been a puppet, a pauper, a pirate, / a poet, a pawn and a king / I’ve been up and down and over and out / and I know one thing: / Each time I find myself layin’ flat on my face, / I just pick myself up and get back in the race. Hasta la muerte, camarada.

 

 

Raúl Caballero García, escritor y periodista regiomontano, es director editorial de La Estrella en Casa y La Estrella Digital en Dallas/Fort Worth Texas. Para comentarios: Twitter: @laestrelladfw o E—Mail: rcaballero@diariolaestrella.com.

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