Recuerdos incompletos… han pasado treinta años

México, las ruinas que dejó 1985

 

Mujer de alguna vecindad de Tepito ayudando a las labores de reconstrucción.
Fotografía tomada del libro Participación popular y reconstrucción urbana (Tepito 1985–1987)

La tierra se estremeció, muertos, desaparecidos, heridos, damnificados, edificios y cuerpos en ruinas, la Ciudad de México había enmudecido.

La mañana del 19 de septiembre de 1985 dejó una huella de ausencias, a algunas personas las circunstancias les favorecieron, a otras la esperanza no las salvó de tener que decir más de una vez ¡hasta siempre!

Han pasado treinta años, los recuerdos no son del todo claros, parecen estar borrosos e incompletos, y a pesar de ello no desean abandonarnos; y es que, aún quienes no vivimos aquellos días los sentimos, los recordamos y les tememos. Los que vemos más lejana dicha mañana sabemos por la palabra de otros como tras el sismo la solidaridad inundó las calles.

Se trabajó codo a codo lo mismo por un desconocido que por un familiar, con las manos vacías los voluntarios fueron capaces de inventarse rápidamente formas de organización así como herramientas, siendo la esperanza su aliciente.

Lloraron a los muertitos, de los cuales no siempre se supo su nombre, pero también se cobijó a quien sobrevivió regalándole una sonrisa y la promesa de que todo estaría mejor, aunque probablemente nunca se volvieron a encontrar.

Los sentimientos se anudaron, se han negado a irse; quizá sea la razón de que los testimonios no han faltado. Por ello, me decidí a explorar en los recovecos de casa, y también de la memoria de mi abuela, ella me ha contado que un años después del sismo, instituciones oficiales lanzaron una convocatoria para un concurso literario: “El pueblo como protagonista en el sismo y la reconstrucción”, el resultado la publicación de un libro con el mismo título, del cual a continuación me permito compartir un texto que es sólo una mirada, un recuerdo de lo que fueron aquellos días que hicieron que se recordara lo frágil que es la vida.

 

Ciudad Infinita


Gustavo Popolare

 

Mariposas de fuego se devoran a los hombres.
No hay agua para beber.
Todo el silencio se consume
entre el polvo.
Somos los sobrevivientes y lloramos.
Y sabemos que la soledad hambrienta nos tritura.
Si alguien ha visto a Dios,
díganle que venga.
Díganle que todo se ha venido abajo […] 

Aquí tembló.
Las calles fueron del hombre.
Septiembre fue dejando
una vida apagada,
dejó la humedad, el polvo, el sonido desgarrado
del viento.
Septiembre.
Hubo aquí un principio,
la arcilla rodó con el fuego.
Estaba un río de hombres
incorporando la ciudad y la vida.
Corría la muerte buscando
los gritos hundidos.
Todo era hambre, la madrugada
olía a tragedia.
Después el ulular nocturno,
los fragmentos de sangre
y la ansiedad de la gente
cobijando las calles despiertas.
Ahora el hombre continúa luchando […] 

¿de dónde llegó el latido de la tierra?
¿qué fuerza lo arrastró hacia los días? ¿aquí estuvo siempre? […] 

Aquí tembló,
surgieron las raíces más profundas,
el verdadero sentir de todos los latidos. […] 

Aquí tembló,
las calles tuvieron una bandada de palomas
las hojas de los árboles se desgarraron,
el corazón del viento obscuro
agitó los cristales sobre el cielo.
(Vivir la ciudad con todas las fuerzas, caminar de una puerta a un hombre, de una escuela nocturna al jardín sereno
ver la ciudad, marchar junto a ella,
que los pasos no se detengan.) 

Aquí tembló,
la ciudad sobrevivió a la tarde […]
se dieron cita contra la muerte,
surgió la voz precisa tras los escombros. 

Aquí tembló,
la tierra parió todos los gritos y un sollozo.
Hubo en la ciudad […]
una especie de fiesta amarga,
de llamadas cruzando los instantes
de rostros incrédulos viendo tras las ventanas.
Hubo un poder tras las cenizas
la luz cerró sus párpados por un momento […] 

Aquí tembló terriblemente
era Septiembre por la mañana […]

 

Stephanie Salas P. Historiadora por la UNAM. Buscadora de ecos de quien se nos dice no tienen historia. Mujer en infinito movimiento y, ocasionalmente, cazadora de imágenes.