La obra de Alma Domínguez

 
Emilio, 2012, técnica mixta sobre tela.

 

Intervención, apropiación y creación de un lenguaje pictórico

 

La obra de Alma Domínguez crece con el tiempo. Lo mismo explora su existencia que la realidad lacerante. La pintura al igual que cualquier pieza de ficción transfigura la realidad para volverla menos sofocante. Sus figuras y matices despiertan los sentidos. La beldad en el arte no siempre es sublime. Los colores sobrios de la paleta de Domínguez cautivan y a primera vista tienden a seducir al espectador complaciente. Sin embargo, su obra es algo más que símbolos, lamentos, líneas y matices. La zoología fantástica de Domínguez, así como su iconografía, exalta las pulsiones del observador no dado al conformismo. 

Ante un mundo ecológicamente devastado y que ignora la justicia, Domínguez intenta recrear un mundo tocado por la conciencia. La obra de Alma no sugiere utopías. Al contrario, invita al espectador a ver el mundo desde adentro y a sentirse parte de él. Así, cuadro a cuadro comenzamos a descubrir el resplandor de los hábitos cotidianos plasmados en cuadros. Pero Domínguez no copia la realidad. No es una pintora realista ni surrealista. Ella pinta y a través de la pintura sublima la cotidianeidad. Habita la pintura con una paleta contenida y con sus pinceles convierte en poesía lo que rememora y admira, pero también lo que la mantiene inquieta, despierta. Su obra expresa agudeza pero no raya en lo solemne. Es crítica y el humor la redime.

Domínguez nace como pintora en Chihuahua, ese estado tan maltratado por la impunidad. Lleva ya casi cuatro lustros delineando y coloreando. Cabe notar que es en Chicago donde los pigmentos de su obra comienzan a madurar. En la Ciudad de los Vientos, ante un lenguaje ajeno, retrata ese otro mundo ajeno y alienado. Algunas de sus ejecuciones son meditadas y otras son producto del subconsciente. Hasta donde alcanza la vista, hay un confín casi imperceptible en donde lo real y lo irreal comulgan. ¿Acaso la vida real no se presenta todos los días con un dejo de irrealidad? 

Abrumada por el tiempo, Domínguez generalmente pinta cuando las ocupaciones se lo permiten. Como mujer moderna tiene múltiples cargas de responsabilidades que no solo corresponden al espacio privado originalmente asignado por el patriarcado sino que además ha asumido las responsabilidades del espació público: el laboral, el activismo y la promoción cultural. Ya entrada la noche y de cara a la madrugada sus pinceles comienzan a fluir en el lienzo y el misterio del arte deviene en el crepúsculo. Domínguez tiene facultades para el dibujo y no menos para extraer la sustancia de los colores de su paleta. Se adapta tenazmente al lienzo, al papel o la lámina y en cada medio trabaja una serie. Decía Cardoza y Aragón que en el arte no hay evolución. Por tanto, el arte es arte y ya. Es orgánico. Nos habla y nos mueve. Es el ser humano quien exterioriza la evolución, el estancamiento y el retroceso tanto en su vida como en su obra.

 


Ramona, 2013, técnica mixta sobre metal.

 

La obra de Domínguez es singular, no es compulsiva ni busca la grandiosidad. Sus imágenes son sencillas, generalmente trabaja con una sola idea en cada cuadro, pero cuando pone varios cuadros juntos existe una hilación. Es por eso que a Domínguez bien se le podría aplicar la máxima de Pepe Mújica, ex presidente del Uruguay: “tiene coraje para ver la realidad”. Por los cuadros de Domínguez circulan incesantemente tres motivos: el medio ambiente, el entorno de la creadora y la mujer. Ella no pinta para hacer carrera. Pinta por inconformidad, por necedad y necesidad. Sus dibujos y pinturas se convierten en el alarido contenido, en la alegoría posible, en la queja ineludible, en el aire que respira.

Se ha dicho que Alma pinta como mujer. Más allá del comentario malintencionado y misógino, no vislumbro por qué Domínguez no tendría que pintar como mujer. Domínguez antes que creadora es mujer. Estudió bellas artes, pero también sicología y sociología. La curiosidad por aprender y conocer, en gran medida, la liberó y la hizo andar de pata de perro sin más equipaje que una mochila. Puebleando de una autopista a otra fue descubriéndose a sí misma, pero también descubrió la otredad, la inequidad y la injusticia. Viajera monarca, se convirtió en madre y continuó viajando hasta llegar a Chicago. Ya en esta ciudad nació su segundo hijo y a mediados de la primera década del milenio también se hizo a la calle para manifestarse por los derechos de los sin papeles durante la Primavera del Inmigrante, en aquel histórico 2006. Domínguez exterioriza su disconformidad con este mundo en la calle; o sea, no se queda callada. Se compromete, pero también interioriza dicha disensión y la plasma plásticamente. Domínguez pinta como mujer porque es mujer. Es madre y es activista. Es un ser consciente y es libre pensadora. Es solidaria y es creadora. Y la que pinta es todo eso y su obra no es nada menos.

Domínguez ha desarrollado su sensibilidad a través de la observación y la tiene a flor de piel. Todo lo siente y de ahí que pinte por necesidad. En su obra comulga la dicha de la creadora y la responsabilidad moral. Cohabitan el sueño y la realidad, pero también la denuncia y el juego onírico. Como todo creador, no todo lo que crea Domínguez podría ser considerada una gran pieza. Tiene muchos cuadros que son meros ejercicios y son solo eso: tareas para soltar la mano, explorar el subconsciente, armar y malbaratar las formas, matizar colores. Son vivencias pictóricas que no trascienden, pero su belleza consiste en el proceso, en su aprendizaje. La poesía está ya no tanto en el producto terminado sino en el camino de la creadorora. Mas Domínguez ha creado algunas piezas que trascienden sus intenciones y pasan a formar parte del gran misterio que deviene en arte.

Domínguez se retrata a sí misma, pinta a sus hijos y a otras mujeres, pero también recrea a esos otros seres tan cercanos a nosotros: los del reino animal. A través de metáforas coloridas nos pone en el mismo plano tanto a sus creaciones como al observador. Tiene facilidad para pintar y lo hace de una manera muy rápida, como si el mañana no existiera. Y no existe. La pintura de Domínguez está circunscrita al eterno aquí y ahora. Cada cuadro que pinta es el último y ahí se entrega cabalmente. De ahí que Domínguez sea una creadora comprometida, solidaria y desprendida. Le apuesta a las “causas perdidas” e incita la empatía. Aún en estos días aciagos que se viven, la pintura de Domínguez nos ofrece la visión de un mundo menos azaroso donde la equidad, la probidad intelectual y la belleza coexisten.

 


Mujer migrante, 2015, técnica mixta sobre metal.

 

Hay varias piezas de Alma que me han cautivado. Mas quisiera acercarme a una de ellas: Mujer migrante (2015). Escribir y dialogar con una pieza no significa desfavorecer a las otras. Cada una tendrá sus méritos y cada una conversará de manera diferente con cada observador. Ahora bien, toda obra de arte está abrigada por el misterio, la creación, la belleza y el quebranto. Es continuidad de todas las obras de arte y es rompimiento con lo establecido. Es por eso que la obra de arte debe ser transgresora por naturaleza. Pero es el misterio el que nos lleva del plano estético al plano místico y eso en la obra como dentro de nosotros no sabemos lo que es. Decía una prostituta —personaje de El ensayo sobre la ceguera, de José Saramago— que “Hay dentro de nosotros algo que no tiene nombre y eso es lo que somos”. Eso que no tiene nombre dentro de nosotros es lo que nos atrae en la obra de arte y al tratar de contemplarlo y asirlo nos lleva a comulgar con la obra y sobre todo con nosotros mismos.

El imaginario que ha intervenido, creado y recreado Alma Domínguez nos incita a la contemplación y a la acción. Después de que una obra de arte nos ha tocado, no es posible quedar varado en la indiferencia. En Mujer migrante, por ejemplo, Domínguez retoma una foto histórica del Archivo Casasola: La Adelita (1910 – 1913) e interviene la imagen. Se la apropia. La foto original en sí misma esta arropada por el misterio. Hoy en día no sabemos si La Adelita la tomó Agustín Víctor o Miguel Casasola, o uno de los 480 fotógrafos que se encuentran en el Archivo Casasola. Tampoco sabemos si en verdad era una soldadera o una prostituta. Sabemos que las soldaderas andaban a pie y eran las compañeras de los soldados durante la Revolución Mexicana y también sabemos que las prostitutas viajaban en algún vagón y eran las compañeras de viaje de los altos comandos durante la Revolución Mexicana. Asimismo sabemos que la foto de La Adelita que conocemos fue amputada y dejó afuera a otras mujeres que aparecían en compañía de La Adelita. Con el tiempo La Adelita se convirtió en el ideal de la mujer decidida, guerrera, valerosa, comprometida y sensible. Ahora bien, Domínguez retoma dicha imagen ya de por sí cargada en el imaginario feminista y la actualiza. Ya no la pinta en un tren que transportaba a los revolucionarios sino que la monta en La Bestia y la convierte en una mujer inmigrante. Esta mujer arquetipo simboliza las mayores vejaciones que existen hoy en día: la mujer violada, vendida y convertida en moneda de cambio tanto por el crimen organizado como por las fuerzas del Estado. Aún así, La Adelita de Domínguez es una mujer fuerte, resuelta, optimista y dadora de vida. Esta mujer migrante lo ha sacrificado todo y le toca subirse a La Bestia para construir un mundo mejor para ella y su familia. Esta mujer bajo la luz de la madre Luna, se sabe tierra y está consciente de su papel en la sociedad a pesar de las adversidades. Este prototipo de la mujer inmigrante se encuentra en el escalafón más bajo de la sociedad, de ahí la dimensión de su vulnerabilidad. Sin embargo, en la Mujer migrante brilla la luz de la esperanza y la redención de la humanidad. Tal vez por algo decía Ernesto Sabato en una entrevista con Mariano Grondona: “El papel de la mujer —y no solamente como creadora de la vida sino como conservadora de la especie— en esta época atroz que estamos viviendo, masculinista, la ciencia se hace con el intelecto puro, y en cambio la mujer tiene otros valores existenciales mucho más profundos y muy misteriosos: la mujer está vinculada con la tierra, con la fecundación, la mujer está vinculada con el mundo vegetal y animal… y creo que si se va a salvar el mundo va a ser por obra de las mujeres y no de los hombres. Los hombres son los que fundamentalmente han hecho la ciencia y han destruido al mundo”. La Mujer migrante de Domínguez se convierte en el catalizador de dichos valores en este nuevo milenio y quizá sea tiempo de empezar a escucharla.

 

Franky. Director editorial de El BeiSMan. Escritor y diseñador gráfico. Ha sido cofundador de varias revistas literarias en Chicago: Fe de erratas, zorros y erizos, Tropel y contratiempo. Es coautor del libro Rudy Lozano: His Life, His People (1991). Fue antologado en Se habla español (2000). Ha sido editor y productor de los libros de arte: Marcos Raya: Fetishizing the Imaginary (2004), The Art of Gabriel Villa (2007), René Arceo: Between the Instinctive and the Rational (2010), Alfonso Piloto Nieves Ruiz: Sculpture (2014).

Saudade: Retrospectiva de Alma Domínguez
OPEN Center for the Arts: del 14 de noviembre al 14 de diciembre
2214 S Sacramento Ave, Chicago, Illinois 60623