La verdadera noche del alma en la obra de Marcos Raya


La enfermera nocturna (detalle), 1997. Instalación, técnica mixta. Foto: cortesía del MCA

 

El Museo de Arte Contemporáneo de Chicago ha inaugurado la exhibición Surrealism: The Conjured Life, que ofrece más de 100 piezas de este movimiento iniciado por Andre Breton y que tuvo repercusión por el mundo. Esta exhibición incluye obras de René Magritte, Baulthus, Roberto Matta, Remedios Varo, Max Ernst, Alexander Calder, Jeff Koons, Cindy Sherman y Gabriel Orozco. También incluye la instalación La enfermera nocturna, de Marcos Raya. El BeiSMan presenta un acercamiento a la obra de Raya, artista que se formó en las calles de Pilsen, en Chicago.

 

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Marcos Raya no nació para la escuela ni para seguir las convenciones de una sociedad que lo asfixiaba. Y aunque deseaba ser algo más que un lumpen proletario, la idea de un aula le cercenaba las alas, lo sofocaba. Quizá por eso en 1969, Raya abandonó la academia de arte de Lenox, Massachusetts, y regresó al barrio de Pilsen, en Chicago, que en aquel tiempo luchaba por reinventar su identidad. Durante la primera mitad del siglo XX Pilsen había recibido a inmigrantes alemanes, polacos, irlandeses y checos. No fue sino hasta la década de 1960 que el patrón migratorio comenzó a cambiar con la llegada de los inmigrantes texanos y mexicanos.

En esa década Pilsen quedó a la deriva y pronto sus calles se inundaron de drive by shootings, tecatos, wainos, prostitutas y gangueros dispuestos a matar por un alley maloliente, pero también había destellos de esperanza en la idea de construir un sueño sobre escombros. Ése fue el Pilsen al que retornó Raya con unos pinceles maltrechos, algunos lápices y unas hojas de papel bajo el brazo.

Ahora bien, la obra que Raya ha creado desde entonces no está fechada. Quizá sea porque Raya no se ha casado con el tiempo. Y si el tiempo existe, pues simplemente lo ignora. En 1967, recibió un reloj pulsera de regalo. Poco después lo abrió, lo deconstruyó y del pequeño artefacto sólo quedaron pernos y engranajes sueltos atrapados entre la carátula y el tambor. Para Raya el tiempo circulaba por la calle Dieciocho, y su tiempo no tenía horario. Se la pasaba en los callejones y en los shitholes en compañía de wainos tecatos. En aquel tiempo, éstos le parecían los seres más honestos de la sociedad. Por ejemplo, en el lienzo Los hijos de la mala vida coexisten siete personajes, casi siete fantasmas que decidieron vivir lo que podríamos llamar el hard way of life. A uno de ellos lo están velando al alba, y las miradas del resto no están puestas en el difunto: éste tal vez ya pasó a mejor vida. En el gesto del muerto se lee cierta satisfacción de haber muerto sin violencia. Si bien es cierto que nacer no es una opción, para estos personajes el morir pareciera que sí lo es. El difunto yace coronado, se ha vuelto rey de su destino mientras los otros parecen mirar hacia si mismos. Parecen saber que la vida es aleatoria y que quien está tendido bien podría ser cualquiera de los seis. Lo que poseen es la libertad de vivir y morir a sus anchas. Optaron por la mala vida, y cuando es opción no se le puede llamar indigencia sino libre elección, libre albedrío. Junto a los siete drinking buddies hay un perro que mira y registra ese instante. Ese perro —alter ego del artista—: solitario y vagabundo habrá de aparecer en otros trabajos de Raya: Perro nocturno, Años de perro y La enfermera nocturna.

Raya empezó dibujando y de ahí brincó naturalmente a la pintura. Ha ido del collage al arte objeto, del acrílico a la instalación, y a través de diversos medios ofrece una visión desoladora del ser. Su obra nace de su interior pero también de otras obras de arte. Ya Harold Rosemberg lo ha señalado en De-Definition of Art: “Todo el arte es creado a partir de otras obras de arte, ya sea conscientemente o por abstracción”. Y Efraín Huerta no fue menos certero: “El que / esté libre / de influencias / que tire / la primera / metáfora”. Basta observar el collage La lección de anatomía del doctor Deijman, de Rembrant. Aquí reaparece tres siglos más tarde en un collage de Man Ray y décadas después Marcos Raya produjo su propio Man Raya. La aportación de Raya consiste en la inclusión de aparatos mecánicos y electrónicos en el cuerpo que disecta el doctor Deijman. Si en un momento la disección del cuerpo representó una clase de anatomía, ahora representa la creación de un Cyborg, abreviatura del inglés que define a un organismo cibernético. En el collage de Raya, anteponiéndose al muerto de Rembrant, surge la esperanza de vida artificial a través de mecanismos electrónicos y sustancias químicas. Y es que en Raya hay una preocupación constante por la tecnología y una curiosidad casi infantil por comprender las máquinas. Captura y vive la paradoja de lo práctico y lo diabólico que puede resultar la tecnología. En el collage RSI miramos a una persona de sexo indefinido, cuyo precio por la libertad lo ha tenido que pagar con largas horas de trabajo en la factoría. Su semblante está compuesto de otros semblantes, su rostro es el reflejo de muchos rostros. Los ojos que vemos pueden ser de una tía o los de un operador de cualquier fábrica. Hasta cierto punto en los trazos de Raya, el ser humano ha empezado a convertirse en una máquina más; ha llegado al punto de aplazar su existencia con mecanismos artificiales, remplazando extremidades atrofiadas con prótesis.

Tal vez el magnum opus de Marcos Raya sea la instalación La enfermera nocturna, que incluye una serie de instrumentos quirúrgicos que lo llevara a descubrir en su juventud la lectura de Salvador Elizondo. A principios de la década de 1970, atraído por el fetichismo del dolor, Raya se dejó llevar por el fluir de la calle y la bebida. Al jugar con el fuego del alcohol se quemó, pero aún con éste fluyendo todos los días por sus venas le fue dando forma a una obra que le tomó veinte años materializar. En La enfermera nocturna Raya captura dramáticamente un instante de su vida: se encuentra vitalmente desarmado en la cama de una habitación. En su rostro no hay complacencia ni dolor físico. Es un enfermo al filo de la vida y la muerte, y al igual que el espíritu vencido de Scott Fitzgerald sabe que “en la verdadera noche del alma, son eternamente las tres de la madrugada, día tras día”. Y es que la disposición de los muebles en la instalación transmite las pulsiones de vida que se escapan del cuerpo del convaleciente creador. En la reducida habitación hay una pintura o una ventana que da a la calle Dieciocho: en la semi desierta calle de Pilsen se distinguen claramente los verdaderos amos de la noche: los escarabajos, los wainos, los gangueros y los drug dealers. En este lado de la habitación cuelga un retrato del perro que es el alter ego del artista; más allá se halla el desnudo tierno y brutal que Balthus nunca se animó a bosquejar, pero que también siempre soñó; a un costado y de pie está el indiferente y cibernético maniquí de la enfermera nocturna; enclaustrada en la vitrina se encuentra Frida y su eterno padecimiento, ella rodeada de un pequeño arsenal de ampolletas, filosos bisturíes y viejas agujas aceradas que disectarán y zurcirán las heridas de este interminable instante nocturno. En La enfermera nocturna Raya dejó plasmada su vida y su muerte. Es su aleph borgiano. Está el origen de la vida, su execrable extensión y su consumación. Tanto el arte como la vida devienen del dolor. Sin dolor no hay reflexión ni podrá haber creación honesta que nos acerque a lo místico. Y por un instante, la obra de Marcos Raya nos acerca a esa fase del arte que nos invita a comulgar con el misticismo a través del dolor y la creación.

 

 

Franky. Director editorial de El BeiSMan. Escritor y diseñador gráfico. Ha sido cofundador de varias revistas literarias en Chicago: Fe de erratas, zorros y erizos, Tropel contratiempo. Es coautor del libro Rudy Lozano: His Life, His People (1991). Fue antologado en Se habla español (2000). Ha sido editor y productor de los libros de arte: Marcos Raya: Fetishizing the Imaginary (2004), The Art of Gabriel Villa (2007),René Arceo: Between the Instinctive and the Rational (2010), Alfonso Piloto Nieves Ruiz: Sculpture (2014).

Surrealism: The Conjured Life
del 21 de noviembre de 2015 al 5 de junio de 2016
Museum of Contemporary Art
220 East Chicago Avenue
Chicago, Illinois